jueves, julio 24, 2008

La memoria de los hombres

La memoria de los hombres es corta cuando prometen algo. No estoy hablando de amor, porque de sobra sabemos que el amor no es para siempre y usualmente ni siquiera es sincero. Olvidan las palabras tiernas apenas nos llevan a la cama. Nos duele, pero ese sufrimiento lo conocemos.

Hablo de las pequeñas cosas del diario vivir, de esos pequeños detalles, acciones cotidianas que nosotras hacemos aún sin prometerlas pero que ellos no cumplen aunque hayan empeñado su palabra. A veces son cosas tan insignificantes que imagino que piensan que no importa. Tienen razón, aquello que prometieron usualmente no es importante, pero su olvido es lo que nos va volviendo duras y nos lleva a la desilusión y finalmente a la desconfianza y al desamor.

domingo, julio 13, 2008

Hacia el horizonte

Hay días en que siento que la gente me estorba. Estoy dispuesta a escucharlas, a dejar que se desahoguen porque todos tenemos problemas y necesitamos de alguien que nos atienda. Lo que no soporto, aquello que se me hace imposible tolerar es la cháchara sin rumbo ni orden, es el adjudicarse el derecho a interrumpir mis mañanas y mis horas de sosiego para hablarme de cosas que no tienen importancia alguna y adscribirme sentimientos que no son mío sino suyos.

Me he puesto dura, me reprocho… Y lo intento. Hago el esfuerzo por escucharles mientras mi cerebro piensa que están minando mis fuerzas y mis bríos, que están invadiendo el tiempo que usualmente reservo para escribir. Para cuando se despiden estoy exhausta, lista para encerrarme en mi mundo, en el mundo de dos en que vivía en el silencio, alejada de todos.

Miro a Cuquito que se aburre sin atención alguna y trata de lograr la mía, y quisiera ser tan pequeña como él y tener alas para que volemos libres, sin jaulas que limiten nuestro espacio; como única compañía otros seres alados y como único destino el horizonte.

miércoles, julio 09, 2008

Su voz

Después de tantos meses siente la tentación de llamarlo. Quiere oír su voz, pero no está segura si es que lo extraña o que se siente sola y en ese caso su voz sería cualquier otra. Ha marcado varios números para asegurarse y como si el universo se hubiera confabulado en su contra, nadie responde. Sin embargo, prefiere esperar unos minutos, no se debe resucitar a los muertos.