viernes, abril 11, 2014

Un cliché..


Esperó que se acostara el marido, apagó la tele y fue a la cocina.  Como todas las noches desde hacía años le preparó el almuerzo para que lo llevara al otro día. Polvoreó la ensalada con parte del contenido de la caja de veneno para ratas. Lo estaba usando desde que el médico le dijo que su cáncer había regresado.  Se había prometido sobrevivirle para disfrutar lo que le quedara de vida, que, obviamente, sería muy poco.  Los reproches después, donde se encontraran sus almas.

Desparramó un poco del veneno por la cocina.  No hacía caso tener una casa llena de ratas.