
Soñaba con ser grande y poder usar los cosméticos y los tacones altos que usaba mi madre. Soñaba con tener un novio que me robara besos a escondidas cuando papá y mamá no los miraban, como hacía mi hermana y el suyo. Quería tomar vino en finas copas de cristal y brindar por la vida y la felicidad y el éxito como hacía mi padre cuando celebraba un nuevo triunfo. O cuando terminaba un año y comenzaba otro…
Hoy que soy grande, que estoy sola y me siento sola y veo canas y arrugas cuando me miro en el espejo, echo de menos a mi abuelo. Hoy que mi edad se acerca más a la de él que a la de la niña preguntona que fui, me pregunto si él tenía razón y hasta a los viejos les está permitido soñar.
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