
Águeda siempre pensó que la inocencia se perdía una vez. En su noche de bodas la perdió dos veces. La perdió cuando su marido rompió el himen penetrándola sin prepararla. Y la perdió nuevamente cuando él, para que nunca más se quejara de que le dolía y supiera quién daba las órdenes, procedió a violarla nuevamente.
1 comentario:
Aún existen mujeres sometidas a tanta barbaridad masculina.
Un corto cuento, pero lleno de una gran verdad.
Un cordial saludo te dejo desde Berlín.
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