—Tú escribes bien bonito —me dice.
Y yo quisiera creerle. Pero no puedo hacerlo. “No sirve”, me grita mi crítico interno, y es a él a quien yo creo. Su “no sirve” me persigue en estos últimos meses y no permite que escriba nada que no borre o deseche después.
Lo que desecho va a este archivo denominado “Incompleto” que rebosa de cuentos sin finales, memorias inconclusas, pensamientos e ideas que perdieron sentido…
Definitivamente no, no escribo bonito. Igual, persisto. Quizás un día de estos escriba algo que encuentre bonito.
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