Liviandad
Me gusta sentarme en el borde de la fuente frente a Macy’s, ver a la
gente pasar. Algunas se sientan al lado mío
a disfrutar un helado. Yo salto con las
gotas de agua que se escapan del chorro que cae, me meso con las notas del
acordeón que escucho al subir a la terraza, vuelo con los suspiros de las
jóvenes que esperan. Soy parte del
universo, mucho menos que un punto en la galaxia. Sé que en algún momento habré de rendir
cuentas, mientras disfrutaré de la libertad que gozo: libre del cuerpo que me
pesaba demasiado, soy diminuta ave que visita lugares donde disfrutó de
alegrías. No puedo arrepentirme porque
el dolor era demasiado; estoy dispuesta a enfrentarme a las consecuencias de
mis actos. Atesoro cada momento de esta liviandad…
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