Julia tiene unos ojos increíbles. Ojos que expresan lo que siente, y hasta lo que piensa. Ojos que la traicionan cuando está triste, pero que la embellecen cuando la dicha juega en sus labios.
Está cansada de escuchar que los ojos son el espejo del alma, porque en su caso,
los suyos son prueba fehaciente de que ese dicho es cierto. Particularmente en estos días de callada tristeza en que lamenta el que sus ojos sean un poema, cliché devastador pero apropiado. Por horas practica ante el espejo abanicando las pestañas, larguísimas por cierto, tratando de ocultar la mirada delatora. Imposible, porque cuando está triste sus ojos lloran, y cuando la alegría la ronda, tienen sonrisas propias.
Esta mañana al levantarse se miró al espejo y vio la amargura en ellos. De tener el valor los cegaría pero a fin de cuentas ellos no son los culpables. Antes de salir a la calle, se pinta una sonrisa de rojo carmesí en los labios y se acomoda las gafas de cristales rosados, los que por experiencia sabe que engañan a la gente.
Está cansada de escuchar que los ojos son el espejo del alma, porque en su caso,

Esta mañana al levantarse se miró al espejo y vio la amargura en ellos. De tener el valor los cegaría pero a fin de cuentas ellos no son los culpables. Antes de salir a la calle, se pinta una sonrisa de rojo carmesí en los labios y se acomoda las gafas de cristales rosados, los que por experiencia sabe que engañan a la gente.
1 comentario:
no se cual es el estilo si prosa poética o cuento pero esta de premio, me encanto.
gracias por compartir tus escritos
Bendiciones en este presente infinito,
L
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