Eres una tonta, lerda, tarada. Por semanas
intentas que este hombre que se expresa de una forma inteligente y sensible,
acepte conocerte en persona. No te gusta
dejarte impresionar en un chateo, que prefieres tener la persona delante, ver
sus ojos, la expresión de su cara… Y al
fin llega el día en que él se atreve a dar el paso. Todo listo ¿no? No. No
está listo porque te sobrecoge el miedo y te preguntas qué espera él a estas alturas. No sería el primero que piensa que tiene
derecho a tener intimidad contigo apenas conocerte. Y ya
no estás para eso, ya no estás para estarte regalando. Quieres un amigo, con privilegios, si ambos
lo desean cuando surja el momento: no porque es viernes y tienes la impresión de
que él no tienes ganas de pasar la noche solo.
Eres una tonta… Con decir no (si era necesario
y así querías) bastaba.
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