Salí de la tiendita ayer con una canción en mi cabeza: “Sabes a ciencia
cierta que me engañaste, que lo que prometiste se te olvidó…” Y pensé en ti porque
eres el último en quien confié. La borré
encendiendo la radio.
Me desperté con la canción dando vueltas incesantes en mi cabeza. No sé
si lo causa el arrepentimiento o la ira. Es tan fácil engañarme. Esa es en
efecto la carga principal de la frase: me engañaste. O sea, me dejé seducir por
tu canto.
Y sé a ciencia cierta que sabía mejor, que me dejé engañar porque quise,
que me falté a mi misma porque aquello que me prometí se me olvidó.
Me prometo una vez más cumplir conmigo misma y no escuchar cantos de
sirena. No tengo que encender la radio,
en mi cerebro se apaga la canción.
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