Esperó que se acostara el marido,
apagó la tele y fue a la cocina. Como
todas las noches desde hacía años le preparó el almuerzo para que lo llevara al
otro día. Polvoreó la ensalada con parte del contenido de la caja de veneno
para ratas. Lo estaba usando desde que
el médico le dijo que su cáncer había regresado. Se había prometido sobrevivirle para
disfrutar lo que le quedara de vida, que, obviamente, sería muy poco. Los reproches después, donde se encontraran
sus almas.
Desparramó un poco del veneno por la cocina. No hacía caso tener una casa llena de ratas.
2 comentarios:
Creo la dama veneno tenia fetichismo por las ratas... de dos y cuatro patas!!!!
:-O ... :-)
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