¿Vuelan las almas desprovistas del cuerpo que las pesa,
Sus alas extendidas, libres, a su albedrío?
¿O siguen prisioneras de otro cruel carcelero
Que condena el suicidio?
Que se esconde tras el hombre de chaqueta y corbata
El que insiste que la ropa sucia se esconde.
El que mina sus fuerzas fomentando sus miedos.
Más es pecado ceder a tentaciones.
El hombre duerme con un ojo abierto,
Y el dios que la vigila, nunca duerme.
No sabes, no vales, no mires, no hables
Es el mensaje de todos los días a través de los años.
Y el dios a quien suplica
No escucha, no contesta, ni siquiera la mira.
No tiene salida: viva o muerta es lo mismo.
Sería cambiar una carcel que detesta,
Por un infierno que teme...
¿Para qué quiere la libertad una sombra que no tiene reflejo?
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