
No sé cuánto tiempo podía haber transcurrido cuando unos fuertes golpes en la puerta me despertaron. Me levanté sobresaltada, y sin atinar a pensar el peligro que podría representar, corrí a la puerta y la abrí. Una sombra negra se dibujaba en el dintel alumbrada tan solo por una pequeña lucecita que, a mis pies, brillaba como si fuera una estrella. Supe que tenía ante mí a la muerte, esa que tantas veces en momentos de inmensa tristeza y desesperación había llamado. Ironías de la vida había venido a buscarme cuando un júbilo inexplicable se había acomodado en mi pecho.
Como si leyera mis pensamientos me dijo: “no, no es a ti a quién vengo a buscar, aún no es tu tiempo…”
─ Solo yo vivo aquí ─atiné a contestarle.
─ No, no es así ─me dijo con una voz tan sombría como su apariencia mientras recogía del suelo a la diminuta luz que la iluminaba ─, ayer se nos escapó una ilusión y vine a buscarla…
1 comentario:
GENIAL, genial.....
Voy a leerlo de nuevo.
Genial :)
Bez
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