Hace varios años decidí que en mi casa no habría tolerancia alguna para la
violencia doméstica, aunque eso significara quedarme sola. Al tomar la decisión no conté con
Cuquito. Cuquito es mi pajarito, un
cockatiel, con quien comparto, desde hace varios años, mi espacio. Aunque tiene
su jaula, mientras yo estoy, está suelto.
No le corto el vuelo, quiero, que en su cautiverio, se sienta libre de
volar.
Al llegar a casa, entre los varios juguetes que le compré, estaba un conejito de
peluche. Cónsono con sus instintos, Cuquito decidió que el conejito era el
juguete perfecto para descargar sus deseos de tener una pareja. La primera vez, tímidamente, puso una patita
en la oreja del conejito, tomó la posición adecuada y voilà tuvo compañera.
Al principio de la relación, varias veces al día, veía a Cuquito acomodarse
sobre la oreja de Blanquita, Bertita y
Suzy Q, que fue el nombre con que bauticé a la conejita. En los días
de lluvia Cuquito la buscaba aún con más ahínco. Imperturbable, la conejita lo
miraba con grandes ojos rosados y le dejaba hacer.
Algo ha debido cambiar a través de los años. Quizás Cuquito se dio cuenta
que la conejita no responde a su amor como era de esperar o simplemente, de
tanto ir a la lavadora, su oreja no sigue la línea cómoda y perfecta que tenía
antes. El caso es que Cuquito se resbala
y pierde posición y frustrado la ataca, picándola. En ocasiones, ni siquiera
hace el intento de hacerle el amor, cuando sale de la jaula temprano en la
mañana, sube al techo y empuja a Blanquita con furia hasta verla caer al piso.
He tratado de explicarle que la violencia doméstica no está permitida en la
casa. Que no estoy de acuerdo con los
malos tratos que le da a su compañera. La
levanto del suelo, la beso y nuevamente la pongo sobre la jaula. Mis buenas intenciones se pierden; con más
inquina, la empuja.
Es posible que entre Cuquito y Blanquita el amor nunca sea perfecto. Que de ahora en adelante tendré que hacer a
un lado mis recelos de la violencia entre pajarito y coneja. No por eso han cambiado las reglas de la casa:
los seres humanos se respetan y entre ellos, definitivamente, el límite de
tolerancia a cualquier tipo de violencia es cero.
1 comentario:
Que bonita historia :)
he empezado a escribir otravez....
la tentacion de borrar todo se me va poco a poco...
Publicar un comentario