Tomaremos del ponche de Nana. Trajo varias botellas: estas con ron,
estas no, le explicó a mami. Abuela vende botellas de su famoso ponche en
navidades y es parte del regalo que les trae a papá y mamá. Yo sé lo que Santa
Claus nos traerá porque acompañé a mami a las tiendas para ayudarle porque no
encontró quién cuidara de Eloísa. Es que no es fácil cuidar de ella… y yo sé
desde el año pasado quiénes son los Reyes y Santa Claus, porque me lo dijeron
en la escuela. Eloísa se durmió así que no sabe que mami le compró la muñeca
que vio en la televisión y con la que llora cada vez que el bebé llora, que
llora porque le quitan el bibí, y lo que pasa es que Eloísa es una llorona.
Mi hermana se separa del árbol y me pide que la lleve a la cocina, donde
mami está haciendo arroz con gandules y pernil, la cena de esta noche, porque
viene Santa Claus. El olor a pernil es
el que llama la atención de Eloísa que se asoma al cristal del horno a mirar,
pero se quema y se echa a llorar, la mano roja como una guayaba por dentro, y quema,
quema, llora Eloísa, mientras se la enseña a mami, inconsolable. Mami le pasa
un hielo por la manita y eso la distrae y pide que le den a probar del
pernil. Ahorita no, no está listo, le
dice mami y le da su bibí. La nena puede coger un vaso, pero es más rápido si
bebe la leche de la botella. Empina la
cabeza hacia atrás, y de vez en cuando se saca la botella y ríe, enseñando las
jachas requete grandes que tiene al frente. Es lo único feo que tiene en la
cara porque Eloísa es bien bonita.
La noche de Santa Claus no salimos, la disfrutamos en casa y después de
la cena decoramos el árbol y Eloísa no dio problemas porque comió tanto que le
dio sueño. Mami estuvo un rato largo con
ella, preparándola para dormir, y luego regresó a ayudarnos. Debe haberse quedado levantada toda la noche
porque el árbol está prendido, precioso, y Eloísa ya está abriendo su paquete,
desgarrando el papel y mami y papi embobados mirándola a ver qué pasa cuando
vea al bebé.
Eloísa tiene al bebé en los brazos y está contenta y ya nosotros estamos
abriendo nuestros paquetes, cuando mi hermana se echa a llorar
desesperadamente. Y papi que me está
ayudando a sacar las piezas del tren eléctrico, las suelta y qué le pasa a la
nena le pregunta a mami. Es que el
muñeco está llorando porque Eloísa le quitó el bibí, dice mami desesperada. Eloísa le pone el bibí en la boca y se le
abren los ojos bien grandes cuando el muñeco deja de llorar, y le quita el bibí
al muñeco de nuevo y lloran los dos, ella y el muñeco.
Para cuando papi está montando la silla de Eloísa en el baúl, la super sport
silla roja que le dieron en el Chicago Children’s Hospital a través del
programa de los Shriner’s, Eloísa ha aprendido que el bebé llora al quitarle la
botella y se lo hace una y otra vez, mientras echa la cabeza atrás, riendo, con
las jachas al aire.
Es Navidad…
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