
Me siento afortunada y lamento las veces que me quejo, a pesar de que sé que seguiré haciéndolo tantas y cuantas veces olvide que la suma de mis penas no alcanza donde comienza el dolor del amigo a quien le han diagnosticado una condición progresiva e incapacitante que resulta mortal. Y menos alcanza el de aquellos que tienen hijos mirando a la muerte tan de cerca que asusta, porque están contando los días y quién sabe si las horas que restan. O el del joven adulto que, teniendo hijos pequeños, batalla día a día contra una condición que podría ser mortal y me dice que aún cree en los milagros.
Necesito un ángel que los acompañe, un ángel que les diga al oído palabras de fe y consuelo, esas que no sé decirles porque se me estancan en la garganta y cuando salen lo hacen magulladas e imperfectas.
Necesito un ángel.
1 comentario:
me emocionaste Bravo!!!
Te envio el Angel de los Milagros
con unramo de girasoles que miran
hacia la luz de los sanados por amor.
Abrazos
Lucille
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