
Cuando pasa frente a él, baja la mirada para que ella no pueda ni siquiera pensar que le está faltando el respeto. Que no se lo está, es que la desea con cada fibra de su cuerpo. Ella no lo mira, mantiene la cabeza erguida, los ojos mirando hacia el frente. Para ella él no existe, ni siquiera se ha dado cuenta de que ya la espera frente al puesto donde Perico vende los diarios. Si tuviera el valor le regalaría uno de los ramitos de nardos que vende el chiquito: es principio de mes y tiene las monedas para comprarlo, pero no se atrevería a dárselo.
Ella sigue de largo y se va alejando sin mirar a nadie. Va siempre encerrada en su mundo, ensimismada, deseando con todas las fuerzas que alguien, un día, le regale un ramito de nardos.
1 comentario:
Margret. me gustan tanto tus relatos!
Este amor en silencio, es muy romántico.
Besos, amiga!
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