
La joven había pensado que si lograba evitar que entrara a su habitación sobreviviría en ese pequeño espacio. Pero ahora, también ha sido invadido su cuarto.
Luego de considerar varias posibles soluciones, intentó dialogar con ella y explicarle que le deja todo lo demás, pero que le permita estar tranquila en el rincón que hasta hace poco era solo suyo. Escurridiza, la tristeza logró evitar la confrontación y ya comenzó a poner barrotes en ventanas y puertas.
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