Sueño mucho en los últimos tiempos. En la mayor parte
de las ocasiones, al despertar, solo recuerdo retazos, los que pierdo tan
pronto tomo conciencia del día. Siempre
queda un leve detalle, el recuerdo de un objeto en mis manos, el sentimiento de
opresión en el pecho, la angustia, la ansiedad.
Lo suficiente para saber que aunque lo haya olvidado, es el tema de
siempre. Es curioso que es ahora, después de tantos años, que de esta forma traiga las memorias que pensé olvidadas. No estoy segura que lo
hiciera de forma consciente, más bien pienso que intentaba protegerme de un
pasado que aún me resulta doloroso. Lo llaman trastorno de estrés postraumático,
y usualmente los síntomas comienzan inmediatamente, pero, en algunos casos, pueden
tomar años en hacerse patentes.
Le tengo miedo a estos sueños. A pesar de la psicoterapia, no creo estar
preparada para enfrentar la realidad pasada.
Yo misma pienso que es tonto que después de tantos años tenga que estar
coqueteando con aquello que creí enterrado. Tener que pasar por el proceso nuevamente,
reconocer que no he podido lidiar con ello, el temor de caer en una depresión,
me asusta. Por el momento, se me ocurre que mientras los sueños se evanescan estoy fuera de peligro.
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