Domingo de Pascua de Resurrección. Intento revisar el cuento que he estado escribiendo en los últimos días, pero mi cabeza se empecina en traer recuerdos de esos que uno quisiera borrar pero que han quedado grabados por hierro candente en las neuronas.
El cuento no ayuda, refleja la parte oscura de mí que no entiendo y que parece estar ahí siempre, impidiéndome disfrutar los momentos de felicidad que la vida me da, pero que nunca sé apreciar en su momento.
Cierro la pantalla del cuento como quisiera cerrar mi cerebro para que no piense y me concentro en mirar la luz del cirio que le tengo encendido a la Virgen. Apenas si hay brisa en la habitación y la llama arde corta, pero esbelta. Entonces pienso en el significado de la fiesta de hoy. Aún me queda tiempo, solo tengo que buscar encontrar, donde dejé olvidada, como se olvida a los muertos, a la niña alegre y soñadora que una vez fui.
El cuento no ayuda, refleja la parte oscura de mí que no entiendo y que parece estar ahí siempre, impidiéndome disfrutar los momentos de felicidad que la vida me da, pero que nunca sé apreciar en su momento.
Cierro la pantalla del cuento como quisiera cerrar mi cerebro para que no piense y me concentro en mirar la luz del cirio que le tengo encendido a la Virgen. Apenas si hay brisa en la habitación y la llama arde corta, pero esbelta. Entonces pienso en el significado de la fiesta de hoy. Aún me queda tiempo, solo tengo que buscar encontrar, donde dejé olvidada, como se olvida a los muertos, a la niña alegre y soñadora que una vez fui.