jueves, diciembre 27, 2007

Un lugar seguro



Serpentea el agua entre las rocas, corriendo por el cauce de su río. Oigo el sonido de la caída de agua desde la montaña, que me trae junto con las memorias de lugares distantes y el olor a hierba fresca, recuerdos de la niña. Introduzco los pies en el agua helada para sentirme viva, y una voz familiar me llama desde lo más profundo, invitándome a seguirla en su camino.

Agua tibia me envuelve y me protege, y su susurro continuo me adormece, cual nana que cantan a la niña los labios de los brazos que la mecen. Protegida, me entrego al sueño sonriendo. Mis dedos agarran el vacío, y lo encierran en puños pequeñitos, y soy de nuevo niña con el agua que canta en mis oídos.

El sueño me fortalece y reconforta. Veo sombras, escucho vagamente sonidos, está oscuro, pero el cantar melodioso del agua en mis oídos me dice que la niña está segura en su cama de aguas tibias que la mecen. Los puños pequeñitos se abren y se cierran, el agua se escurre entre los dedos, y siento mi propio palpitar al unísono con el canto del agua.

Una luz hiere mis ojos, y mis puños se cierran y se abren buscando sin encontrar a qué aferrarse. Ya no se oye el sonar cantarino del agua, extraño su tibieza protectora, sólo oigo llanto, gritos, y percibo un sol inmenso que me ciega los ojos que sólo pueden distinguir siluetas. Me atonto, y siento miedo y estoy sola. Alguien mece a la niña, pero ya no soy una con el agua y no puedo recrear la melodía que me duerme y me protege.

Vivo a tientas, tocando las paredes. Busco en vano reencontrar el cantar del agua que me acune, el calorcito tibio de mi rincón oscuro, dónde me sentía amada y protegida. Pero no nos es posible volver de nuevo al vientre.......

Petición personal para el 2008


Llevaba semanas corriendo, huyendo. A pesar de ello, el lunes en la noche, sin darme cuenta me alcanzó. Me arropó la acostumbrada depresión de la época navideña. Sé la razón de mi descuido. La Nochebuena fue muy deprimente a pesar de que la pasé con personas muy amables. Estaba fuera de mi pequeño grupo familiar.

La decisión fue mía, no de ellos, que me invitaron a compartir. No me siento bien, les dije, no quiero estar en la noche en la calle. No insistieron, como nunca insisten, en una historia que se repite año tras año desde que estoy sola. Tengo lugar, pero no tengo.

El hecho es que desde muy pequeña me sentí así. El sentido de no pertenecer en lugar alguno ha hecho que me aísle. Por días, semanas y hasta meses, me siento bien, tranquila en mi soledad. Pero en épocas como estas, en que la familia se une para compartir, es que siento la necesidad de un abrazo fraterno que no tengo. Y entonces pienso que la vida no ha sido justa, pero no me atrevo ni siquiera quejarme porque sé que al contar las bendiciones recibidas por mucho deberían compensar mi soledad.

Solo te pido Dios, si te es posible, que en este nuevo año me encuentres un lugar…

lunes, diciembre 24, 2007

Ayer te tuve


Ayer te tuve y ahora eres parte mía, como mis manos, mis ojos o mi boca. Seguiré sintiendo tu presencia ausente porque el recuerdo de haberte tenido está aún vivo dentro de mí. Sé que solo eres eso, un recuerdo, y que nunca serás más que eso, pero mientras viva vivirás conmigo, porque ayer te tuve.

domingo, diciembre 23, 2007

Nuevo Año 2008


Que el Nuevo año sea uno lleno de paz, amor y felicidad y que todos dediquemos nuestros esfuerzos para lograr un mundo mejor.


Desde Cascabeles les deseo un año lleno de bendiciones.

domingo, diciembre 16, 2007

La imagen de los muertos



A veces se pregunta si hubo amor entre ellos. No puede responder porque sabe que “no estoy segura”, no es una contestación apropiada. Sin embargo es la única que se le ocurre, y hasta cierto punto es la verdad.

No sabe si hubo amor porque una vez salió de aquel marasmo jamás sintió algo que lejanamente pudiera ayudarla a comparar sentimientos y a definirlos.

Sí sabe que lo que hubo entre ellos le dejó heridas que nunca han sanado. A tal punto son profundas las grietas que dejó en la mujer esa primera relación, que dejó de mirarse al espejo para no tener que enfrentarse a la imagen que desde allí, la mira con tristeza, muda de reproches.

Años atrás, al escapar, pensó que dejándolo todo encontraría quien la validara, alcanzando la felicidad. Ahora, luego de muchos años, su parte racional ha comprendido que buscar la aprobación en los ojos de otro no resuelve ni sana. Comprendió que tiene que mirarse al espejo, y reconociendo el dolor de esa otra, darle el permiso para llorar lo que nunca tuvo y posiblemente ya jamás tendrá. Pero tiene miedo a enfrentarla, temor a escuchar los reproches. Antes de hacerlo, preferiría morir. Si tan solo estuviera segura que en el espejo no tienen imagen los muertos…

viernes, diciembre 14, 2007

lunes, diciembre 10, 2007

La suma de las partes

Como la mayoría de las personas, los lados de mi rostro no son simétricos. En mi caso en particular, ninguno de los dos es de mi agrado.

Hace muchos años leí una novela en que el autor describía a la protagonista diciendo que tenía los ojos impresionantes, la sonrisa hermosa y una piel de porcelana, pero que el conjunto resultaba ni más ni menos que en un rostro agradable.

Mi caso es peor. El total es menor que la suma de las partes.

sábado, diciembre 08, 2007

Mirando el amor

No necesito de amor en mi vida, me digo. Estoy tranquila, no tengo responsabilidades para con nadie, y a pesar de que no tengo grandes alegrías, tampoco tengo grandes tristezas. Me siento privilegiada.

Voy a la ATM y luego a la tintorería, y me cruzo con este espléndido ejemplar masculino. Camino hacia el auto y él viene de regreso con una joven. Charlan animadamente y al pasar por mi lado, veo que él lleva su mano abierta a mitad de la espalda de ella, evidencia de la intimidad que les une. Casi puedo ver el aura rosada que les cubre y que, al menos por ahora, les protege en su amor.

No puedo evitarlo. Siento en el corazón la punzada hiriente de la envidia.

domingo, diciembre 02, 2007

Llueve





Llueve desde hace días. Me gusta cuando llueve, porque no necesito excusas para quedarme en casa. No tengo que decir que me siento mal, que estoy enferma, incluso deprimida. Me basta con decir que está lloviendo y los demás entienden. No tengo que explicarles que dentro de mí, desde hace muchos años, siempre llueve.

viernes, noviembre 30, 2007

martes, noviembre 27, 2007

Burbujas


Veo las pequeñas burbujas subir lentamente y pienso en mi abuelo. Fue él quien nos cortó las ramas de bambú delgadas pero huecas, para que hiciéramos pompas de jabón, y quien nos dijo que en el interior de cada una pusiéramos un sueño. Para que algunos se cumplan, nos dijo, deben hacer muchas y dejarlas volar con el viento, hasta perderlas de vista.

Mi hermana y yo no entendimos lo de dejar volar los sueños, pero nos divertía competir a cuál de las dos podía hacer la pompa de jabón mas grande y de más colores. Preparábamos el agua con una buena dosis de jabón desde el día anterior. Luego buscábamos un lugar dónde la brisa no la castigara para que el viento no la arrancara, y hacíamos la mayor burbuja posible. La soltábamos al aire solo cuando entendíamos que no podíamos agrandarla más. Entonces, pesadamente se levantaba tomando diferentes formas: ovaladas, ahuevadas o redondas, según de dónde le llegara la brisa, hasta explotar. No nos importaba porque detrás de esa hacíamos otra, y otra, exagerando cada vez más el tamaño.

Mi abuelo nunca supo de esas competencias, y murió antes de que yo creciera soplando con ilusiones una burbuja rosada. La inflé lo más gorda que pude con sueños rosados que nunca escribí, pero que sabía de memoria: estudiar, trabajar, casarme, tener nuestra casa, hijos, envejecer juntos y felices mirando a la prole multiplicarse en nietos. Esa burbuja nunca voló; ráfagas de viento de fuerza huracanada la hicieron explotar antes de que pudiese siquiera alzar el vuelo. Intenté soplar otras burbujas igualmente gordas y las llené de ilusiones nuevas de variados colores pero se reventaban antes de lograr volar libres en la brisa.

Ahora miro lentamente subir las pequeñas burbujas con los ojos abiertos y sin parpadear para no perderlas de vista como nos dijo el abuelo. Mientras, mi cuerpo se mece en el agua, hundiéndose hacia el fondo del mar…

domingo, noviembre 25, 2007

Cuquito y el rencor

Cuquito tiene una patita fracturada. Se la fracturé yo misma en un descuido, al cerrar una gaveta de la que él estaba en el proceso de salir. Casi nunca recojo las gavetas de mi armario durante el día, porque ya antes había pasado un susto cuando se cambio de una gaveta a otro escurriéndose por la parte de atrás. Esta vez rompí esa regla, porque por alguna razón estúpida me apremiaba recogerlas. Pude haber esperado, no lo hice. Pude tener la precaución de guardarlo en la jaula, no lo consideré. Ahora, mientras espero que me llame para que lo levante, siento el corazón encogido porque es mucho mas tarde de lo usual y no ha hecho ruido alguno. Pensar que algo le ha sucedido me arropa de dolor.

Daría cualquier cosa a cambio de que mi pajarito estuviese bien. Es ver herido a un hijo, aunque sea un hijo alado. Ayer, después del accidente, mientras intentaba cogerlo, lloré sin consuelo. No quería que yo lo tocara, me huía. Sabía que era yo quien lo había lastimado.

En la tarde, en una segunda visita al veterinario para que le dieran los medicamentos, se dejó besar y me dio besitos en los labios en la forma en que siempre lo hace. Como si no hubiera ocurrido nada, como si no estuviese tan adolorido. Su perdón me hace pensar en las ocasiones en que ante una ofensa real o imaginaria me he dejado llevar por el rencor.

Hay muchas cosas que debo aprender de Cuquito. Por ahora, lo único que pido es que se ponga bien pronto.

martes, noviembre 20, 2007

lunes, noviembre 19, 2007

Creciendo

“Tengo miedo”, me dice con esa vocecita infantil que me crispa los nervios. Quiere que la abrace, que la consuele, que la mime, que le diga que no tiene nada que temer. Necesita saber que reconozco su presencia, y que estoy dispuesta a seguirla protegiendo. Durante tanto tiempo lo he hecho, que se ha convertido en la tirana que domina mi tiempo y mi espacio.

Le contesto que sus reclamos me agobian, que crezca, le grito, y sé que no me entiende. La miro a los ojos que están llenos de lágrimas y siento su angustia como mía propia. Reconozco que tengo con ella un compromiso, un deber. Hemos caminado juntas demasiado tiempo y le debo en mucho el haber sobrevivido.

La pongo a mis espaldas, me rodea el cuello con sus brazos, y siento su risa volar en el viento, repicando el sonido de los cascabeles.

sábado, noviembre 17, 2007

Cosas de destino

Se pregunta a menudo por qué su destino la condenó a estar sola. En ocasiones piensa que es culpa de su carácter, demasiado retraído. Otras, que no es lo suficientemente hermosa o llamativa. Le es duro confesar que tiene miedo, miedo que se le puede ver en los ojos, y en la forma de hacerse invisible en los grupos, particularmente si hay hombres. Gaguea, le faltan las palabras, se le nubla el entendimiento, y para cuando puede articular algo inteligente, ya pasó el momento.

Tomó clases de baile tratando de vencer un poco el miedo a estar en una fiesta y que un extraño la invitara. Hace tanto que no lo practica que igual daba que nunca las tomara. De todas formas, si alguien la invita a bailar, dice “no, gracias”, y mira hacia otro lado.

No bebe. Teme el licor porque ha visto los resultados de beber en extremo, ha sentido la violencia del que bebe; ha visto el embrutecimiento; el perder la conciencia; y sabe lo cruel que es esperar a alguien que no llega, porque bebiendo olvidó un compromiso.

Nunca se atrevería a dar el primer paso y hacer una llamada. Teme tanto al rechazo que de solo pensarlo la inunda la tristeza: y si no me contesta, o le molesta mi llamada, o se finge ignorante de quién soy, o simplemente timbra el teléfono y no hay nadie al otro lado.

Comprende que las experiencias vividas han ido deformando a la persona que era. Se repite que caminando trazamos el destino. Que aún hay tiempo. Si se atreve puede cambiar el suyo. Toma el teléfono, marca el número y antes de que timbre, cuelga. Estar sola no es tan malo, se dice…

lunes, noviembre 05, 2007

Un abrazo de oso




Villa entraba siempre jovial a la oficina. A su paso iba repartiendo saludos y abrazos. Su trabajo solo le permitía ir un día a la oficina, para preparar los informes de trabajo, y cerrar los casos ya investigados y supongo que esos abrazos generosos que repartía, eran su forma de comunicarnos lo mucho que se alegraba de vernos. Es un hombre alto, de brazos largos, y con su abrazo nos abrigaba.

Uno de sus abrazos lograba que mi día cambiara por completo, y el calorcito reconfortante del mismo me duraba por horas. Como un conjuro me protegía, sirviendo de paliativo para las heridas que desde hace muchos años llevo por dentro. Dudo que él supiera las cualidades curativas que, en mi caso, tenía ese abrazo.

Hace mucho tiempo que no veo a Villa. El no hacer de mi quehacer de estos últimos años me ha alejado de muchas personas muy queridas, pero en esos días he estado añorando uno de esos abrazos. El abrazo desinteresado de un amigo. Un abrazo sanador. Un abrazo que me reconforte. Un abrazo que me haga sentir protegida y abrigada.

Un abrazo de oso.

domingo, noviembre 04, 2007

Molinos de viento


En las noches en que no puedo dormir, mis fantasmas aprovechan la oportunidad para agrandarse, y tal parece que llenaran mi habitación con su presencia, consumiendo el oxígeno vital. Mi respiración se vuelve agitada, se me oprime el pecho, y sé que es otra noche más de ansiedades y angustias, que pasaré dando vueltas en la cama, luchando entre el deseo de levantarme y la necesidad de mi cuerpo de descanso.

Finalmente me adormeceré y entonces invadirán mis sueños y tendré que luchar con ellos, un poco quijotescamente: simple espada, contra gigantescos guerreros. Despertaré asustada, con vagos recuerdos de la lucha, hasta que vuelva a adormilarme, y comiencen el ataque nuevamente.

Cuando en la mañana me levante a los gritos airados de Cuquito porque ya salió el sol, mi habitación dejará de ser campo de guerra. Una vez mas me daré cuenta que mis fantasmas son molinos de viento, que con los años han ido perdiendo fuerza, y que viven en la oscuridad, solamente porque yo se los permito. De mí depende descorrer la cortina tras la que se esconden, para que aún en las noches pueda reconocerlos como lo que son, viejas estructuras llenas de moho, listas a derrumbarse.

sábado, noviembre 03, 2007

La luz

Anoche, mientras caminaba con una amiga por el centro comercial que frecuento, pensaba cuán diferente es mi vida, de lo que, tonta, planifiqué de joven. Entonces creía en que encontraría el príncipe azul de mis sueños, y permaneceríamos juntos y felices para siempre. Tendríamos una hermosa casa e hijos que nos alegraran la vida con sus risas.

Ahora sé que aunque me hubiese casado con alguien que me amara, la posibilidad de permanecer juntos toda una vida, en nuestra sociedad de hoy, sería una rareza. Creo que aún así me habría conformado e incluso sería feliz al escuchar las voces de mis hijos y los pasos de mis nietos corriendo por la casa.

He tenido que resignarme a vivir una vida de soledad y tristezas, obteniendo alegrías de paseos por el centro comercial con alguna amiga, una taza de café o una cena compartida, una película, y los juegos con Cuquito.

En mi contestadora tengo un mensaje, que refleja mucho de mi sentido del humor: “dicen que cuando se cierra una puerta, Dios abre una ventana. Parece que Él nunca ha tratado de salir por una”. Y sé mejor que eso, porque grande o pequeña, entra la luz por ella…

miércoles, octubre 24, 2007

De hadas y gitanas

Te haré falta y no sabrás por qué ni cómo llegué a ocupar un pequeño pedazo de tu espacio, pero el caso es que sentirás ese vacío. Es que desconocías que las hadas nos colamos por cualquier resquicio y damos luz, calor y alegría al rinconcito que ocupamos.

Jamás sabrás de mí y te preguntarás cuáles han sido las razones. Entonces, te darás cuenta que las gitanas tenemos el corazón herido y a la menor muestra de rechazo, real o pretendido, de un giro damos vuelta y tomamos diferente camino.

domingo, octubre 21, 2007

Mi espacio

Hoy, dolida, he pasado la lista sobre las personas que he permitido en mi espacio. No hay maldad, pero cada una de ellas tiene su propia agenda. He visto la manipulación y la mentira para el bien propio. Incluso he visto envidia. He tratado de decirme que no tengo derecho a juzgar, porque todos tenemos el techo de cristal, pero igual duele. No tengo el derecho de juzgar porque al hacerlo posiblemente tenga que mirarme al espejo. Pero sí tengo el deber de protegerme. Hoy he decidido tener mucho cuidado con quién dejo entrar a mi espacio y me he dado permiso, para según sea necesario,sacar fuera de él a aquellos que me hieren.

lunes, octubre 15, 2007

Tú o yo


Anoche, por fin, logré acorralarla en una esquina. “Ahora no podrás escaparte” le grité triunfante. “Tendrás que explicarme porqué has hecho de mi vida un infierno, un valle de lágrimas, un espacio sin risas, una noche eterna.”

Mi depresión me mira sorprendida, con ojos inocentes de culpa.

─No sabía que te estuviera haciendo daño ─me dice─ siempre pensé que eras tú quien me retenía.

domingo, septiembre 30, 2007

El amor y el mar

Hija de pescadores, creció mecida por las olas del mar. Nadaba como un pez y se soñaba sirena. El mar era ella como ella era el mar.

Cuando su padre salía a pescar, lo esperaba mirando al horizonte. Su madre no, su madre odiaba y temía al mar desde que el abuelo salió un día y cuando el mar al fin lo regresó, no tenía vida. “Años de pescar en buen y mal tiempo, ya viejo, se confió y el mar se le entró al cuerpo, asfixiándolo”, decía la madre con rabia y con pena.

Así es el mar le decía su padre, igual que el amor, te da confianza, te arrulla, te enamora, te adormece y entonces te da el golpe, te abraza arropándote para hacerte suyo para siempre. El mar es como el amor: necesidad, desesperación, ansiedad que asfixia.

Se marchó después que su padre murió. Al final, él también se había dejado arrullar por el mar, y nunca volvió. Maldito mar... Mata a todo el que lo ama... Lo arrancaría de su pecho, ya jamás sería su sirena...

Treinta años más tarde volvió a sus raíces, sola, derrotada. No podía entender cómo, habiendo amado con locura, no había podido encontrar un amor comparable al suyo. Caminaba despacio, las olas del mar con crestas de espuma borraban sus pisadas en la arena como si ella no fuera, acentuando su inmenso dolor y soledad. Si su padre viviera, quizás hubiera podido explicarle por qué ningún hombre la quiso en la misma medida en que amó. Fijó su vista en el horizonte, como cuando de niña lo esperaba y le pareció oír la querida voz: "...el mar como el amor es necesidad, desesperación, ansiedad que asfixia..." Y vio al mar dentro de ella...

Transparente

Al salir del baño, se mira al espejo, y la blancura de su cuerpo, en contraste al color de su rostro, tostado por el sol, la sorprende. Por primera vez en muchos años se mira con ojos críticos. No es sólo la celulitis, ni los senos más caídos de lo que recordaba, ni la mayor amplitud de las caderas, ni siquiera el vientre, más prominente ahora. Es la absurda blancura de la piel la que le hace sentirse incapaz de desnudarse ante un hombre. Si no fuera por esa blancura no sentiría ese miedo. Esa blancura la hace translúcida. No, peor aún, la hace invisible. Eso es. Invisible. Es un rostro sin cuerpo cuando está desnuda.

Le oye llamarla insistentemente, y rápida, anuda la bata, y camina hacia la terraza. Amorosa, le acaricia el cabello y él pregunta: - ¿Me ayudas con la asignación, abuela?

Mientras lo hace, no puede dejar de pensar en la blancura transparente de su cuerpo.

viernes, septiembre 28, 2007

Ella y su soledad


Se sienta ante la computadora y teclea furiosamente, y desde la pantalla del ordenador las palabras le hacen muecas de burla. No sabe lo que escribe, ni lo que quiere escribir. Hace días que no escribía porque no encontraba palabras para describir lo que siente, lo que teme, lo que quiere. Pero hoy como chorros de lava las palabras fluyen de su cerebro a sus dedos sin censura.

No sabe lo que quiere. Cada nuevo año es igual. Todo es igual. Ni siquiera son nuevas sus lágrimas. Son las mismas, porque la razón de su pena no cambia.

Su pena se llama Soledad. Lo absurdo de la soledad que la acongoja es que es su amiga y compañera y cuanto alguien irrumpe el espacio que ocupan, se molesta. Es como si el aire que se mueve en su hogar se hiciera espeso y no pudiera llegar hasta sus pulmones, porque va congestionando y destruyendo los alvéolos. La enloquece ver una silla fuera de lugar, alguien caminando entre sus cosas sin el cuidado de velar que a su paso, todo quede ileso y en su sitio. Odia esa compulsividad, pero la comparten ella y su soledad.

Ella y su soledad coexisten en paz. Se asusta su soledad en días como hoy cuando ella llora, porque entiende la incongruencia de querer todo en su sitio y a la vez estar en compañía. Necesita de amor, como las plantas necesitan lluvia. Pero el amor ocupa espacio. Y toma sitio, y cambia cosas. Y deja heridas...

Más que nada, abre heridas. Sanando de ellas, llegó su soledad, la miró apesadumbrada y decidió quedarse para que nadie más le hiciera daño. Le prometió que sus ojos no se nublarían de lágrimas, pero no contó con la necesidad de amor de la mujer que habita en ella.

Teme su soledad que ella ceda ante esa necesidad y abra el espacio, permitiendo que el aire nuevamente se ennegrezca y que cambien las cosas de sitio, y la eche de su lado, para nada. Porque su soledad sabe, aún mejor que ella, que el amor nunca permanece por mucho tiempo en casa. Que es como el zumbador que se posa sobre la flor, y luego de probar su néctar se desplaza a otra parte. Si tan sólo pudiera conformarse con ese paso fortuito del ave, sin esperar que anide. Aceptar los momentos de felicidad que la libación del pajarito, cual caricia, le ofrece, para luego verlo volar, sin importarle el rumbo a que le lleve su destino.

Sabe su soledad que es mejor aceptar esos momentos y entre ellos, disfrutar la una de la otra con un café, un cigarrillo y un buen libro.

sábado, septiembre 15, 2007

En pie


Apenas amanece, y ya estoy cansada. Es como si las horas que paso durmiendo estuviera luchando en otra esfera. No recuerdo el fragor de la batalla, ni quién soy, ni el rol que desempeño, sólo sé que al despertarme en ésta, la dimensión en que habita mi conciente, estoy aún más extenuada que al echarme a la cama.

Hubo una vez, hace muchos años, en que cuando dormía, cosa que hacía a cada oportunidad, me sumía en la nada. Cuando abría los ojos y me daba cuenta que mi mundo seguía siendo el mismo, la angustia y la ansiedad me dominaban. Mi corazón martilleando adolorido expresaba su queja.

Aguanté cuanto pude el dolor de esa vida, y un día, escapé. Pensé que abandonando aquel valle de lágrimas ascendería a la montaña prometida, allí de donde provenían las risas y la alegría que escuchaba, pero que a mí me habían sido negadas.

Comencé el ascenso y no tardé en darme cuenta que la carga a mis espaldas no disminuía. Entonces comprendí que no sería fácil llegar a la cima; que encontraría nuevos y grandes escollos en forma de tropiezos, amarguras y desilusiones. A cada paso mi carga es más pesada, y aunque escucho las risas, las oigo aún lejanas.

Pero ahora, al despertar, sé que aún en sueños estoy en pie de guerra, que no estoy dispuesta a conformarme con hundirme en la nada. Es posible que jamás alcance a llegar a la fuente de las risas que escucho. Pero mientras viva, de día o de noche, despierta o en sueños, seguiré abriéndome camino hasta el día que llegue hasta la cima, o me alcance la muerte.

lunes, septiembre 10, 2007

Corazones



He leído una entrada reciente en mi blog en que me dan la bienvenida al club de los corazones desechados, y quisiera explicarle que el mío nunca lo ha sido.

Sí creo que su corazón fue desechado. Imagino que un día cualquiera y en forma inesperada, le dijeron que ya no lo amaban, y le devolvieron el corazón. Ha preferido olvidar las ocasiones en que saltó travieso y alegre en su pecho al verla, al acariciarla, al hacer el amor. Prefirió recibir de vuelta el órgano no deseado, y lastimado y adolorido esconderlo para que nadie lo encuentre y jamás puedan dañarlo de nuevo. El que nada arriesga nada sufre, se dirá, olvidando que tampoco tiene alegrías. Y es que un corazón desechado recuerda el haber sido amado y cuidado, y una vez repuesto, si se lo permite su dueño, volverá a saltar en el pecho dichoso.

Quisiera explicarle que podría ser peor. Que su corazón podría haber sido destrozado. Un corazón destrozado olvidó la alegría de haber sido amado y tomará mucho tiempo en cicatrizar. En un corazón destrozado se reabre la herida al menor toque humano con visos de brusquedad porque recuerda dónde la abrieron. En esos corazones es muy difícil que renazca el amor porque sus piezas han quedado dispersas como rompe cabeza incompleto.

Y entonces están los corazones rechazados. Aquellos que tímidamente ofrecieron su amor y no fueron amados. Esos que nunca sintieron alegría, solo la vergüenza de haberse visto expuestos y hasta ridiculizados. Aquellos de los que un día alguien dijo que “borracho uno dice cualquier cosa”. Esos que se van apagando de a poco, sin haber conocido la luz.

miércoles, agosto 29, 2007

Hombres-bestias


Desaparecieron de la faz de la tierra, de la misma forma en que habían aparecido. Seres extraños, mitad hombre mitad bestia. Venerados como dioses por algunos que eternizaron sus imágenes en estatuas, en pinturas, en tapices. Circulaban leyendas de su paso por el mundo, de monstruosos actos, de milagros. Para unos eran diablos que habían surgido de otros mundos, de otros niveles, círculos en las profundidades del planeta, para otros significaban fecundidad y abundancia.

Seres más desarrollados y poderosos que el hombre, éste los olvidó al paso del tiempo, a medida que el círculo en que vivía comenzó a cerrarse. Plagas, fuegos, terremotos, extraños eventos atmosféricos que amenazaban su supervivencia, y que le impelían a buscar los medios para domar el ambiente, sin querer aceptar que él mismo era culpable de la erosión.

La inmensa divergencia de creencias, de sistemas, de tradiciones, que les hacían enemigos siendo iguales en su origen; los intereses económicos triunfando sobre cualquier otra consideración; y la guerra, siempre la guerra, con su continuo derramamiento de sangre, muchas veces inocente, le hacían cada vez más vulnerable.

La sangre que irreverente vierte, filtra a las venas vacías de la tierra, hasta llegar con su olor a los seres mitad hombres mitad bestias, despertando en ellos el ancestral instinto de la caza, adormecido en sus entrañas por siglos de hibernación. Mientras el hombre enemigo del hombre se destruye, el centauro, el minotauro y el sátiro se dedican a seducir doncellas, asegurándose así el que sus descendientes heredarán la superficie del planeta.

lunes, agosto 20, 2007

Ella y el mar


Hace años le huye al mar. El sol la quema, no le gusta caminar sobre arena, dice. Si alguien insiste, cuenta cómo se sintió el día en que de pequeña el mar intentó tragarla. Me ahogaba, desde entonces le tengo más que respeto, mucho temor.

No cuenta que a partir de ese día en sus sueños se ve sirena, el cabello a la cintura flotando en el agua, su cola reflejando destellos dorados del sol al amanecer, y de plata cuando atardece. Se mece entre las olas, surge y resurge, hundiéndose en la arena para luego danzar con la corriente, sintiendo el agua acariciar sus pechos y la sangre caliente correrle por las venas.

Sabe que el mar la está esperando.

sábado, agosto 11, 2007

Recuerdos


Se sienta frente al ordenador todos los días, en el mismo horario de siempre. La diferencia es que ahora no escribe. Se secó la fuente, dice. Ya no hay más historias, ni cuentos. Pero sabe mejor que eso, sabe que se niega a escribir desde el día que se encontró haciéndolo de su vida, demasiado cerca los cuentos a su realidad.

Siempre dijo que no escribía recuerdos, y mientras pudo lo hizo, pero ahora, cuando estos amenazan con saltar a la pantalla, siente miedo. Se niega a escribir porque sabe que, poco a poco, iría revelando demasiado de ella, de aquellas cosas que ha ido guardando a través del tiempo.

Cada mañana se sienta ante el ordenador pero sus dedos se niegan a apretar las teclas. Sólo cuando esté lista para hacerle frente a sus fantasmas, volaran sobre el teclado, en forma de palabras, las pesadillas que en sueños la acosan.

martes, julio 24, 2007

Carta a una amiga


A través de varias décadas y obviando la ocasional ventisca en nuestra relación, fuiste mi hermana, amiga y consejera. Estabas a mi lado el día que, rendida de vivir muriendo, bailarina de zapatillas plateadas, rompí el cristal que me encerraba.

Salí a buscar mis alas perdidas, a rescatar la niña que me daba risas y alegrías. No tenía brújula ni mapa para reencontrar el mundo de hadas de mi infancia, donde se refugió la pequeña al sentirse abandonada y sola. Tú me ofreciste amparo en el tuyo.

Mi imagen en el espejo ha ido cambiando, y por accidentes de la vida, cosas que pasan, como bien sabes, ya no me miro en él. Has tenido mejor suerte, flor de otoño que encontró jardinero en el bosque. Yo sigo siendo una muñeca de porcelana en la vidriera de una tienda de antigüedades.

No hay ahora lugar para mí en tu espacio y lo comprendo. Vuelta a vivir detrás de un cristal, miro el pasar de la vida. No estaré mucho tiempo, esperaré solo lo suficiente para reunir mis fuerzas internas, porque sé que a partir de ahora caminaremos por senderos separados. Quizás ese cambio en dirección sea beneficioso, y al mirar, por necesidad, de forma diferente al mundo, encuentre a mi niña en algún recodo del camino.

lunes, julio 16, 2007

Sola


Se recuesta sobre la barandilla y mira al mar. Las olas rompen contra el acantilado en espuma blanca que sube en penachos buscando al cielo pero que solo alcanzan a crear una lluvia de rocío que cae sobre ella. Se hace a la idea que el mar la acompaña en su llanto.

Extiende los brazos tratando de abrazarse a una de las crestas blancas. También ella quiere intentar alcanzar el cielo, huir de la soledad cabalgando sobre una ola, y refugiarse en una nube. Desde allí verá la tierra desde otro ángulo y su vida en una nueva perspectiva, una que mitigue su soledad.

Se lanza a encontrar la ola más alta, aquella que casi toca las nubes. Sube con ella y al bajar se hunde en el mar. Hacia la superficie suben las burbujas de aire, y siente el roce y la energía de la vida marina. Ya no está sola. Se abraza a un coral.

martes, julio 03, 2007

Conflicto

No le dijo que venía acompañado por conflicto, porque la relación entre él y su conflicto databa de su infancia, y era una vieja historia que no contaba a nadie. Cuando él se aturdía con alcohol, su conflicto se dejaba ver y sentir, tergiversando todo cuanto ella decía, humillándola hasta la desesperación. Al otro día, él volvía a ser la persona que era cuando se conocieron, el conflicto agazapado y oculto en algún lugar, sólo presente en sus pesadillas, hasta la próxima borrachera.

Siempre había deseado ser amado y, una vez más, la vida le daba la oportunidad de ser feliz. Esta vez la aprovecharía. Ya el conflicto se había encargado de estropearle todas las anteriores, pero se había prometido no cometer los mismos errores. A veces, cuando conflicto afloraba estando sobrio, se le llenaban los ojos de lágrimas, al recordar el rechazo y el discrimen, y sentía reavivarse el complejo de inferioridad que desde niño le acompañaba. El temor de quedarse solo lo asfixiaba cual mordaza, igual que de pequeño, cuando se tapaba la boca para que nadie oyera sus sollozos, por temor a que descubrieran su terror a la soledad y al rechazo, que escondía detrás de una actitud hostil. Si ella se daba cuenta y preguntaba, insistía que era su imaginación, porque no quería que la verdad de él la asustara.

Ella intentaba impedir que él bebiera, y cuando no podía, se mantenía callada y quietecita, tratando de no dar pie a conversación alguna que llevara a una controversia que pudiera despertar en él aquella parte soberbia y altanera que la humillaba y que con sus gritos la hacia sentir inexplicablemente niña, miedosa e indefensa.

Cansada de la zozobra en que vivía, se armó de valor y sin más explicaciones, le pidió que se marchara. El aceptó en silencio, porque su conflicto sentía siempre gozo cuando lo tenía para él solo. Al despedirse, a hurtadillas, el conflicto de él le hizo un guiño triunfal al de ella, que muy bajito y socarronamente se reía…

domingo, julio 01, 2007

Un cristal pulido


Lo encontré en la playa. Un pequeño pedazo de cristal que el tiempo había ido puliendo de tal forma, que su superficie y costados eran igualmente suaves. Lo que una vez fueron puntas cortantes, habían sido limadas. Tiene un color interesante mi cristal. No el verde de la botella de cerveza rota y olvidada, sino el tono que toma el mar tranquilo cuando el cielo está claro. Un hermoso color turquesa intenso pero sereno. Hubiera pasado desapercibido entre los miles de caracoles y objetos que la marea había dejado depositados en la orilla, excepto en que en el momento que pasaba, un rayo de sol lo hizo brillar.

Ya en mi mano, recordé cuando de niña mi padre nos llevaba a la playa y recogíamos caracoles, en una competencia por cuál de nosotras conseguía el más grande, el más hermoso. Más tarde, no importaba quién; en el automóvil en el viaje de regreso, molestas por la pegajosidad de la ropa mojada, cansadas por el ejercicio, y con el olor a mar adherido a nuestros cuerpos, nos poníamos impertinentes y recordábamos el caracol al llegar a la casa, cuando yo lo guardaba en mi caja de recuerdos. Desde pequeña tuve esta extraña compulsión por guardar todo aquello que me recordara algún incidente u ocasión que pensaba importante.

Hoy no quedan caracoles en mi caja de recuerdos. Los tiré cuando escuché a alguien decir que traen mala suerte, y de esa no necesitaba, que tal parecía que desde pequeña abría la sombrilla dentro de la casa. En la caja guardo otros objetos, papeles, tarjetas, cartas, flores secas, fotos. Recuerdos del pasado...

Regreso al presente, y miro atrás. Al camino recorrido hasta llegar al lugar a dónde un rayo de sol acariciando un cristal me atrajo. Y siento la irreprimible necesidad de regresar a mi hogar. Voy directo a la caja de recuerdos, y sin pensarlo, lanzo el contenido a la basura. En la caja, por ahora, sólo quiero tener un cristal de color intenso, sereno, cristal pulido de asperezas por el tiempo, y la resaca de la mar, cristal que me hace pensar hacia dónde voy en el continuo proceso de crecer y cambiar, en el ir y venir de la vida, en la constante búsqueda de mi YO.

domingo, junio 24, 2007

Conversando con el psiquiatra


─ No me importa hacer favores, pero no puedo pedir ni aceptar ninguno.

─¿Por qué? ─ me pregunta.

─No quiero depender de nadie. Temo volver a la época en que pensaba que no podía hacer nada por mi misma. En las mañanas, cuando salgo a trabajar me da pena dejar a Cuquito solo. Lo quiero tanto que a veces olvido que es un pajarito. Pero me pregunto si, a pesar de que sé que su comportamiento conmigo cambiaría, ya es tiempo de que tenga pareja. ¿Cuándo será el mío?

─ ¿Por qué darle tanta importancia a una pareja? ─ me pregunta.

─ Yo sé que es absurdo, que hasta ahora, me he resuelto sin ayuda de nadie. Pero siento la necesidad de un hombro sobre el cuál recostar mi cabeza, y saber que alguien se preocupa por mí.

─ Pensé que no podías aceptar favores, ni pedirlos. ¿No te parece una contradicción? Piensa en eso─y mirando el reloj de reojo, añade ─ lo discutimos la próxima semana.

domingo, junio 03, 2007

La noche eterna


Cuando se fue la electricidad, atascada en el oscuro ascensor, tan oscuro como la más negra noche, se sintió enterrada viva. Gritó desesperada y al pasar de los minutos que para ella eran horas, se dio cuenta que nadie la escuchaba. Le subió por el pecho el llanto hasta entonces contenido. Lloró por el esposo que era pero que nunca fue, lloró por los hijos que no tuvo y nunca tendría, lloró por los sueños que soñó y que tuvo que abandonar en el camino. Lloró por ella y por su soledad, lloró por su libertad, anhelada, pero temida, perdida para siempre en la noche eterna, real ahora. Pero todo podía ser diferente... la luz se haría…

Cuando regresó la luz y puso salir del negro encierro, se reintegró a la noche eterna de su vida...

viernes, mayo 11, 2007

sábado, mayo 05, 2007

Historia de amor


Le ve marchar, y siente cómo se le desgarra el corazón. No puede detenerlo, él se lo ha dicho bien claro, ya no la ama. No es tu culpa, soy yo, le dijo. Quisiera aceptar que no es su culpa, que nada habría podido hacer para cambiar las cosas, para retenerlo, para hacer que él la quiera. Pero sabe que sí, que es ella. Que no es lo suficientemente atractiva, ni inteligente, ni extrovertida…

Aprieta las manos, hasta que los nudillos se le ponen blancos, y escuecen las palmas del dolor de las uñas que les clava. Se muerde los labios y siente el sabor a sangre fresca, mientras en vano, intenta reprimir el involuntario temblor que casi hace convulsar su cuerpo.

Ya no la ama, la deja, la abandona, y con el súbito derrame de las lágrimas ardientes e incontenibles, ve a la niña que se abraza al cuello de su padre, suplicante y llorosa, no te vayas papá, no nos dejes, ¿es que ya no me quieres?

Nunca ha sido lo suficiente... lo sabe, es ella.

sábado, abril 14, 2007

Mis voces y mis cuentos

- Hola - me dice con una de sus mejores sonrisas - ¿cómo has estado? Y yo quisiera decirle que bien, que todo lo que ha oído es cuento, que no les haga caso. Pero sé que las voces nunca le mienten.

Y ella, claro está, también lo sabe. Aprendió hace varios años que yo puedo intentar engañarla, pero cuando le llegan a ella las voces, siempre hablan con la verdad. Entonces le basta mirarme a los ojos, porque mis ojos hablan, y eso no sólo me lo ha dicho ella, me lo han dicho otros, menos sabios, que no poseen el conocimiento de mí que le da el tiempo y la cercanía. En más de una ocasión he intentado contarle cuentos. Cuentos de esos que uno, si los repite lo suficiente, se los cree. El ser humano es así: de tanto mentir, llega a creer lo que está diciendo. Ella no me lo permite.

- Dime qué te pasa. - pregunta solícita.

- No sé - le respondo, - de veras, no sé. No te miento- y me reacomodo, pero sigo incómoda en la silla.

- Te creo. Tienes los ojos tristes.

Y yo me callo, porque sé que es cierto, y apenas si tengo ánimo para rebatirle e igual, se lo habrán dicho las voces.

- No - me aclara, porque puede hasta leer mis pensamientos - tus voces no me han dicho nada. De hecho porque están silenciosas es que sé que no andas bien. Usualmente puedo oír su parloteo, sus risas, sus llantos y la charla constante en el ir y venir de sus días y noches, pero están demasiado silenciosas... Y ¿sabes? Me preocupa más ese silencio que cuando las oigo llorar o gritar.

- Gracias por creerme. Pero pensé que podrías ayudarme a descifrar lo que me sucede, Que las voces te habrían dicho algo, algo que me pudieras decir, que me ayudara… -y callo.

- Ahora estás tratando de hacerme un cuento, y sabes que eso no te lo permito -me reprocha molesta.

- Entiendes tan bien como yo la relación entre nosotras, y nuestras voces, porque son tanto tuyas como mías. Si no escribes no existen, y no lo estás haciendo. Ahora, hazme un favor, levántate, deja de mirarnos con esa pena, que con tu imagen no resuelves nada, y ponte a escribir. Ya tus personajes vendrán a decirme de qué escribes… y por dónde va lo que te preocupa…

jueves, abril 05, 2007

Su son favorito


Aprendió a bailar en brazos de su padre, que le llamaba Mi niña bonita. Erguida, esbelta, marcaba con gracia los elegantes pasos de la danza y el danzón.

En el colegio bailó pasodobles, y luego twist, chacha y rock and roll. Con su novio aprendió a bailar apasionados boleros, tan apretados que apenas si se movían, mientras él cantaba en su oído, Te quiero, y nunca me olvides, Quiéreme mucho, Bésame, eres Preciosa, lo más lindo en mi vida, vivo obsesionado contigo y siempre te querré.

Él se fue una Noche de ronda y desapareció de su vida como barco que se pierde en la Niebla del riachuelo. Se dedicó a escuchar la falsa moneda que de mano en mano va, y ninguna se la queda, y la pobre gitanita, a dónde irá ahora, desgraciada, porque está tan sola.

Un día se miró al espejo, se puso su mejor sonrisa de rojo escarlata, los zapatos del tacón más alto y se fue a la Academia a aprender a bailar merengue, salsa y bachata, y descubrió el tango. El tango como la danza y el danzón se baila con poses y como el bolero se baila muy junto. Recogió sus cosas y se fue a Buenos Aires en busca de alguien que le cante al oído El día que me quieras, su son favorito.

domingo, abril 01, 2007

La muerte

Hace mucho tiempo que despierta con la misma plegaria en los labios. Es un rezo que le sale de lo más profundo del alma, donde habitan los dolores que la han ido marcando. Los ha escondido allí para que nadie pueda verlos, para que ni siquiera adivinen que está herida. Pero lo está, y sabe que la herida es de muerte porque ya nunca sueña.

Antes, aún cuando la herida rezumaba sangre, se permitía soñar. En sus fantasías siempre llegaba el hombre que había imaginado y le daba el amor que nunca tuvo. Poco a poco él iba frenando el desangre y sanando las múltiples heridas que dejaron los otros, con besos, caricias y una especial atención que la hacía sentirse, por primera vez en su vida, amada. Él sería su vida y alegría. Con él lo tendría todo, aunque no tuviera riquezas materiales.

No era el hombre perfecto, ni se parecía al que había esperado tantos años, pero llegó sombrero en mano y con la vista baja, a pedirle la oportunidad de hacerla feliz por el resto de sus vidas. Le prometió cuidarla como la delicada flor que llevaba su nombre, y ella se juró que llegaría a amarlo. Unos meses le bastaron para hacerla sentir asco de sí misma por haber permitido que entrara a su vida, impregnándola de su hedor.

Ahora es diferente. Vive la realidad de cada día, sin olvidar repetir la oración diaria. Sin sangre y sin sueños, es como planta sin savia, sin color, sin vida. La muerte la alcanzó por dentro. Solo pide que también la encuentre afuera.

lunes, marzo 26, 2007

El camino y la vida



Yo no sé porqué siempre estoy perdiendo el camino. Sé hasta dónde quiero ir, pero nunca estoy segura del cómo. Me imagino que hay gentes que me ven tan distante y callada que piensan que lo pierdo en descuido o apatía. Nada más lejos de lo cierto.

Culpé al camino mismo porque se me escondía. Luego culpé a los otros pensando que creaban espejismos para hacerme perderlo. Escenarios hermosos pero falsos, que me atraen como los objetos brillantes a los niños y a los pajaritos.

Ahora, en esta parte del sendero en que me encuentro, me doy cuenta que no puedo culpar a los demás, ni siquiera al camino. Si en alguna bifurcación pierdo la vía, o tomo lo que parece ser la senda equivocada, es porque voy abriendo brecha. Eso hacemos todos. Lo queramos o no, eso es la vida.

lunes, marzo 12, 2007

Aroma a limón

La otra noche estuve pensando en ti. No había ninguna razón especial, es que a veces, cuando menos lo espero, me parece verte frente a mí, erguido y orgulloso. Es solo el celaje de un recuerdo guardado en aquella parte de mi memoria en que escondo los que me hacen daño.

En ocasiones, en un descuido, como un fantasma te cuelas por cualquier hendidura. Entonces, me lleno de ti, y siento el olor a limón de tu colonia preferida, y es como si estuvieras de nuevo conmigo. Extiendo mi mano buscando la tuya que no encuentro, y abrazo la almohada que huele a lavanda, y aspiro su aroma buscando olvidar el tuyo. El olor a limón se dispersa y se esfuma, y se va desvaneciendo tu imagen en la vuelta a lo único que es real, mi soledad.

Te pensé, y no pude evitarlo. Tengo que reconocer que por primera vez contemplé la idea de que soy yo misma quien te invoca, dejando escapar tu recuerdo porque a pesar del tiempo transcurrido, aún te amo. Sin importar tus ausencias y las múltiples noches que pasé y he pasado sin tus besos y caricias, te amo.

Sonreíste como si pudieras leer mis pensamientos y te invité a sentar junto a mí. Contemplamos la noche en silencio, extendí mi mano buscando la tuya, y tu aroma a limón me envolvió.

miércoles, febrero 28, 2007

Las manos de mi abuelo

Los cuentos de mi abuelo siempre tenían una moraleja y relataban algún incidente en su larga y por lo visto, accidentada vida.

A pesar de mi corta edad, yo escuchaba sus cuentos fascinada. Quizás intuía que de mayor intentaría atrapar en el papel algo de su sabiduría porque que sus cuentos me han servido para entender un poco mejor este complicado mundo.

El día que Edna y Julito se pelearon y la discusión escaló hasta llegar a los puños, mi abuelo nos contó de su primera y única pelea. De pequeño, nos dijo, era muy tímido y no tenía amigos. Por ser tan serio y estudioso los demás niños se burlaban de él. Intentaba no prestarles atención por más que sus comentarios y chifletazos lo hiriesen, hasta el día que Bruno, que era mayor y más grande y más fuerte que todos los demás le dijo cobarde.

Ese día el rencor de tantas bromas pasadas por alto, le cegó el entendimiento y con todas las fuerzas de su diminuto cuerpo se abalanzó sobre Bruno. Pequeño, su cuerpo desmentía la fuerza desarrollada en mañanas de madrugadas oscuras en que casi dormido ayudaba a su padre a arar la tierra.

Atacó a Bruno a puños hasta casi destrozarle la cara, y aún le quedaban fuerzas para seguir golpeándole si no hubiera sido porque los demás niños, asustados por la rudeza del encuentro, les separaron. Esa noche, contaba mi abuelo, le dolían las manos de los golpes que había propinado y a la luz de una vela las examinó. Los dedos habían comenzado a torcerse. Esa noche, casi llorando, juró que jamás dejaría que la ira le hiciera recurrir a los golpes. Cuando nos dejamos llevar por la rabia, y no por nuestro entendimiento, eso sucede. Y para demostrarlo, nos mostró sus manos grandes y de dedos torcidos que de tan deformes, lucían grotescos.

Por primera vez miré realmente sus manos. Aquellas manos gruesas, desfiguradas, muchas veces habían curado mis rodillas después de alguna caída y habían limpiado mis lágrimas. Aquellos dedos eran capaces de transmitirme la calma, de aliviar el dolor y de consolarme.

Esa noche aprendí que el anteponer la fuerza a la razón es castigado con manos deformes. También aprendí algo más importante: que no importa cuán jóvenes o viejas las manos, cuán feas o lo hermosas, lo que importa es el sentimiento que las guía y cómo nos hacen sentir cuando nos acarician.

lunes, febrero 26, 2007

No es cierto


─ Ya no me quieres ─ me dice, y sé que no es una pregunta. Es una afirmación. Y lo cierto es que se equivoca, no es que ya no lo quiera, es que nunca lo quise.

martes, febrero 20, 2007

La llama


Te tomo en mis manos y miro tu rostro. Lo beso. Es mío por unos instantes. Lo siento. Lo acerco. Lo examino. Me gustan las líneas del rostro cuyos ojos me observan de cerca. Suspiro. Me lleno de amor. Te deseo. Beso tus labios que no me responden. Rompo la foto y dejo caer sobre los pedazos el cerillo aún encendido. Mis ojos miran fijo la llama...

domingo, febrero 11, 2007

De amores y hasta luegos


Muy tarde aprendí que la palabra amor entre un hombre y una mujer no significa nada. Te amo es una frase que se dice para excusar el desenfreno de la pasión y el juntarse de sus cuerpos. Te amo es en ese momento cierto, pero deja de serlo cuando se sacia el ansia de tenerse. Y entonces, con las miradas vagas, sin poder siquiera mirarse a los ojos, se dicen hasta luego. Hasta luego es adiós cuando de amor se trata.

miércoles, febrero 07, 2007

Amado

Siento tu respiración en mi hombro y el calor de tu cuerpo tan pegado al mío que es como si fuéramos uno solo. Mis pezones, vanidosos capullos de rosas miniatura, se hinchan esperando la ansiada caricia. Mi sexo te anhela. Desesperadas, mis manos te buscan. Siento tu peso sobre mí, y mi cuerpo oscila buscando el ritmo del tuyo.

La luz del sol se cuela entre las cortinas, me pica en los ojos, despierto, y como siempre cuando llega el día, te esfumas.

lunes, enero 01, 2007

Mariposa azul


Mi habitación está llena de mariposas azules; siempre que pienso en mariposas las veo azules. Llegaron en mis sueños pero al abrir los ojos aún revoloteaban por el dormitorio.

La primera vez que vi una mariposa azul trataba de escapar de la prisión en que la encarcelaban sus recuerdos. Murió buscando la salida del laberinto que termina con la imagen propia en el espejo pero desde entonces mis mariposas son azules siempre. Tengo la esperanza, que la original, aquella que no pudo escapar y murió aprisionada en el espejo pueda reencarnar en otra. Otra mariposa azul; azul y libre.

Y abro las ventanas de mi cuarto para que puedan volar y veo una franja añil que llega al cielo.

Hoy comienza un año nuevo. Dulces sueños…