jueves, enero 29, 2009

Si llamaras


Si llamaras te diría que necesito un abrazo tuyo. Te diría que no quiero hacerte daño, al contrario, juntos podemos sanar nuestras heridas.

Si llamaras te diría que te esperé mucho tiempo y que encontrarte fue mi mayor alegría.

Si llamaras te diría que si así lo quieres estaré a tu lado siempre.

Si tan solo llamaras…

domingo, enero 25, 2009

Cuquito

Hoy

Solo por hoy no pensaré en cosas tristes, trataré de ser optimista, olvidar las heridas que de vez en cuando escuecen, y soñar en colores, no en matices de grises. Solo por hoy.

sábado, enero 24, 2009

Un clavo en la pared

“Hay un clavo en la pared”, me dice, y la miro sin comprender. Lo repite: “hay un clavo en la pared”, y no la entiendo. He escuchado la frase antes porque se dice que, al escribir, cada detalle cuenta y no se deja ningún cabo suelto. Algo que se menciona y luego no tiene explicación ni razón de ser, no tiene lugar en el cuento.

Se va y me quedo pensativa. Acababa de decirle que él me visitó ayer y pasamos la tarde haciendo el amor.

jueves, enero 22, 2009

El Universo, el Tiempo, el Hombre y el Progreso

Desde que recordaban, y las memorias se extendían por siglos, el Universo y el Tiempo estaban ahí. Habían sido infinitas las discusiones entre ambos porque cada uno reclamaba haber sido el primero.

─Tú existes porque yo existo ─decía el Tiempo─ sin mí, en el espacio todo sería nada.

─Si yo no fuera, no habría necesidad de que existieras porque el tiempo no existe en el vacío ─planteaba el Universo.

La verdad era que, pese a los argumentos, ninguno de los dos estaba seguro de haber estado alguna vez el uno sin el otro, por lo que la discusión había comenzado a aburrirles. Como fuera de esgrimirse una vez más los eternos argumentos no tenían qué hacer, al unísono se percataron de que en el pequeño planeta Tierra había surgido el hombre.

Una vez el hombre fue, inventó la forma para calcular el tiempo y como la medida tomaba en cuenta la posición del sol y del planeta que habitaba en su sistema solar, sin saberlo, hizo más acres las discusiones entre el Universo y el Tiempo.

El hombre, no contento con establecer una medida para el tiempo, llamó Progreso al desarrollo del planeta, tarea a la cual se dedicó con deplorables consecuencias. Desde entonces el Universo y el Tiempo se dedican a seguir sus pasos y a contemplar cómo cada vez más el hombre se acerca al precipicio. Están seguros que en el microcosmos encontrarán la respuesta a la eterna pregunta una vez la humanidad alcance a destruirse.

martes, enero 13, 2009

De sueños y realidades

Quisiera sentir tu olor y el calor de tu cuerpo junto al mío. Perderme en ti, entregarme a ti, olvidar todo el dolor vivido y renacer porque estás en mí y conmigo. Pero eres un deseo inalcanzable, solo un sueño. Y lloro amargamente esa necesidad de ti y la realidad que hace imposible el sueño.

miércoles, enero 07, 2009

Paola

Paola, no Paula. Paula se llamaba su madre, ella desde pequeña decidió que se llamaba Paola. Paola es nombre de modelo de pasarela, de bailarina en puntas, de mujer de negocios apasionada, de protagonista romántica.

Cuando escribía en su diario, relataba las aventuras de Paola, no de Paula que era demasiado tímida y callada, prácticamente trasluciente. Paola brillaba; Paula era opaca, no era, no existía.

Frente al espejo, cuando veía a Paula, ensayaba el reírse al modo desenvuelto de Paola, con la melena al aire, segura de sí misma, toda ella perfecta, los senos grandes, redondos y firmes, las piernas de nunca acabar, vestida a la moda, siempre lujosa y exacta.

Cargada de paquetes se le dificulta girar la llave en la cerradura de la puerta. Fatigosa de subir los peldaños, cansada, escucha el ladrido del perro y los gritos de los niños que vienen a abrirle. Él tiene el día libre y estará tendido en el sofá frente a la tele, bebiendo cerveza.

En el espejo a la entrada le parece ver la imagen de Paola que burlona se ríe y le hace un guiño. Ensaya una sonrisa que le devuelve Paula, besa a los niños y marcha a la cocina. Ya es casi la hora de la cena…

jueves, enero 01, 2009

La fe

Se había aferrado a la fe cuando se dio cuenta que ya no le quedaba nada, y a fin de cuentas la fe era liviana. Le hablaba cada noche mientras contemplaba las estrellas soñando despierta, y la fe nunca rebatía ni desmentía; tampoco prometía porque su presencia era siempre silente. Estaba segura que mientras marcharan juntas nada le faltaría, pero comenzó a preocuparse cuando miró a su alrededor y vio que era la única que aún cargaba fe.

Los otros tenían los ojos con la mirada perdida, los labios entreabiertos, los vestidos rasgados y arrastraban los pies. Se dio a la tarea de convencerles que la fe hacía diferencia, pero todos le pasaban de lado, sin prestarle atención. “La fe salva”, gritaba, “la fe nos renueva la vida”. Un pordiosero se detuvo a escucharla largo rato mientras ella ensalzaba a la fe.

─ Dime ─preguntó el pordiosero─ ¿qué ha hecho por ti esa fe? ¿Eres diferente a mí, a nosotros? ¿Te has mirado al espejo?

Sacó de entre sus desgastadas vestiduras un pedazo de espejo y la obligó a mirarse: la mirada perdida, los labios resecos y entreabiertos. Adivinó sin verlos sus vestidos raídos y en sus manos se estremeció la fe. La apretó contra el pecho y se alejó callada, arrastrando los pies.