domingo, diciembre 31, 2006

Adiós


Afuera llueve, pero no importa, justo a la hora en que llegó, se irá. Tirará sus últimos cartuchos llevándose con él algunas vidas, junto a los sueños, ilusiones y esperanzas que destruyó a su paso. Dejará atrás algunas alegrías, porque no todo han sido tristezas, pero no ha cambiado mucho el mundo: la guerra y la ambición gobiernan, sigue el hambre.

Digamos adiós al 2006. De cara a un nuevo año…

jueves, diciembre 21, 2006

miércoles, diciembre 13, 2006

Lo que pidas


─ Piensa bien los que vas a pedir a los Reyes – advierte mi contestadora cuando no estoy ─ puede que te lo traigan.

A golpes aprendí que no todo lo que brilla es oro. Quizás alguien se beneficie de mi experiencia.

sábado, diciembre 02, 2006

Es navidad...

Muchas felicidades para ti también, me deja dicho en la contestadora, en la que felicito por la Navidad. En su mensaje dice que lleva 21 días con bronquitis porque no está acostumbrado al frío, y añade que me quiere mucho.

Me quiere mucho, me repito, y pienso que desde que se fue, hace casi dos meses, solo ha llamado en tres ocasiones, en las cuales no he estado. Tiene el número de mi celular y sabe que siempre lo llevo conmigo, pero me llama a la casa.

Recuerdo que la última vez que nos vimos me dijo que si al regresar de visita a la isla yo estaba disponible, estaba, que si no, no, y que en ese caso se quedaría tranquilo y no buscaría a nadie. No sé cual fue su intención, si decirme que era yo o ninguna, o simplemente enfatizar lo que ya sé, que está conciente que de mí no oirá reproches por el abandono, ni habrá llamadas a su casa que rompan la paz de su hogar, y jamás le pediré nada.

Y voy por la contestadora a cambiar el mensaje de saludo: si no estoy, no estoy, si estoy, estoy. No estoy…

Pero me detengo, es navidad, y él está enfermo.

miércoles, noviembre 22, 2006

Felíz día de Acción de Gracias

Anoche soñé que un pajarito se colaba repetidamente por la ventana y venía a visitarnos a Cuquito y a mí. Con honestidad, a Cuquito parecía no importarle su presencia mientras él revoloteaba a mi alrededor. La última vez que entró, tras de él se coló una paloma, intentando atacarlo. Hice lo posible por atajarla y defenderlo y Cuquito se unió a nosotros. No sé qué pasó finalmente ni si pudimos salvarlo, solo sé que cuando entró, perseguido por la paloma, lo noté cansado y pensé que podría estar herido.

En ocasiones las personas que mas amamos nos hieren lastimando nuestros sentimientos con palabras impensadas. A veces, somos nosotros, en nuestra propia fragilidad, quienes buscamos el sentido escondido en las mismas, y nos ofendemos. Dejamos que el dolor nos ciegue y nos apartamos huyendo de quien nos hirió sin siquiera decirle el porqué.

Hoy hago el firme propósito de no permitir que los demás me hieran y aprender a defenderme de palomas más grandes y fieras que yo.

Demos gracias a Dios por los amigos que están, y por aquellos que un día estuvieron y que Él, en su sabiduría, apartó de nosotros para impedir que nos lastimaran.

Feliz Día de Acción de Gracias...

martes, noviembre 14, 2006

Mi abuelo y la soledad

Tardé mucho tiempo en darme cuenta que la soledad de mi abuelo era, en gran medida, auto impuesta. Si nacía de la necesidad de purgar sus culpas, reales o imaginarias, por falta de confianza en los seres humanos, o simplemente porque preferiría ese modo de vida, nunca lo sabré. Por desgracia murió siendo yo aún muy niña. Lo que sí sé es que en el silencio y a su paso, mi abuelo era feliz.

La vorágine de la existencia me alejó de mi familia y de mi hogar, pero el recuerdo de mi abuelo quedó allí dentro de mí, en un rinconcito. En ese refugio, a dónde iba cuando sentía que no valía la pena luchar tanto, podía escuchar su voz advirtiéndome que no corriera, que acabaría por lastimarme.

Víctima de un desengaño amoroso que me lanzó a una depresión, me refugié en la soledad y en el silencio. En busca de la paz y la felicidad perdida, regresé al hogar donde mi abuelo vivió por muchos años. Allí, mientras paseo por los campos, ya en franca recuperación, oigo su voz cuando me advierte que no corra, que camine a mi paso…

martes, noviembre 07, 2006

Se me olvidó

Se me olvidó que te olvidé...
En estos días es como si tus ojos me miraran desde los diferentes rostros que se cruzan conmigo. No son todos los rostros. Son aquellos que en algo me recuerdan el tuyo. Entonces te pienso, y se me olvida que te olvidé, y lloro…

sábado, noviembre 04, 2006

Caminar

Nunca he vuelto a caminar aquellos caminos que a tu paso recorrimos juntos.

Han pasado años desde aquél entonces, y en estos días, sin motivo aparente alguno has comenzado a aparecer en una u otra forma en mis sueños. Pensé haber cuadrado la cuenta contigo hace tiempo, y no me cabe duda de que, aún habiéndolo hecho en rojo, tomé la decisión acertada al abandonarte.

Este sin sentido de recordarte me ha obligado a pasar balance de mi vida, y hoy me he dado cuenta que de tu injusticia y mezquindad para conmigo aprendí a aceptar de otros las sobras que tienen a bien darme, y por miedo a perderlas, aún siendo tan exiguas, nunca hago reclamos. Igual, como agua de un cántaro roto, se escapan de mi vida, dejándome sola.

Al hacerlo, me he dado cuenta que es cuando camino sola, a mi propio paso, que soy más feliz…

A lo lejos escucho la risa como cascabeles de mi yo gitana que me anima a que la acompañe en su caminar.

martes, octubre 31, 2006

Lo que aquí se hace aquí se paga

De sus hijos, mi madre era la única que visitaba al abuelo y cuando podía me llevaba porque me gustaba salir a pescar con él. Me enseñó con su habitual paciencia a preparar la carnada y a esperar quietamente a que algún pescado cayera. Mi padre no tenía tiempo para hacerlo. En ocasiones, era mi abuelo quien rompía el silencio para decir con inmensa tristeza que lo que aquí se hace, aquí se paga.

Mi madre hizo los arreglos el día que fuimos a verlo y le encontramos sin vida. En aquella época no se incineraba a nuestros muertos. Aún recuerdo su entierro; fuimos a despedirle solo mi madre y yo, y un puñado de vecinos.

Al paso del tiempo, la ausencia de mi padre en nuestras vidas se hizo más marcada. Un día cualquiera desapareció del todo y no supe más de él hasta años mas tarde cuando recibí una llamada informándome que había muerto. Dentro de mi ya cargada agenda, hube de sacar tiempo para hacer los arreglos para la incineración y el disponer de las cenizas. Las llevé al lago en que de niña solía pescar con mi abuelo. Mientras las esparcía, me pareció escuchar la voz de mi abuelo romper el silencio para decir con tristeza que lo que aquí se hace, aquí se paga.

sábado, octubre 21, 2006

Los cambios

Tods los cambios me son dificiles, pero aqui estoy.

No vale la pena


Es tiempo, se dice, que comience a escribir como hacía. Y lo intenta. Se sienta ante la máquina y luego de varios minutos sin inspiración alguna, frustrada, busca algún juego para entretenerse. No sabe a ciencia cierta qué le pasa. Un día podía escribir un cuento en algunas horas, y al otro no puede enhebrar un párrafo que haga sentido.

Ha recurrido a usar personajes de otros cuentos suyos tratando de inspirarse a través de ellos; no puede. Ha comenzado a escribir de su propia vida, cosa que siempre evitó. Pero igual, no puede completar nada, porque nada le gusta.

Busca en su memoria el momento en que perdió el hilo de su ilusión de escribir para publicar un libro de cuentos. Entonces lo piensa y piensa en el rechazo de que él la hizo objeto. Y va más atrás, al otro, a aquél de que nunca habla porque dice que después de tantos años ni importa ni vale la pena.

Y se mira al espejo, siempre presente, y lo que ve no le gusta, no importa, no vale la pena...

sábado, octubre 07, 2006

Al doblar la esquina


El amor se encuentra al doblar la esquina, y lo veo venir y trato de esquivarlo. Tropieza conmigo tentándome, pero esta vez lo rechazo.

─ ¿Es que no me recuerdas? –me pregunta.

─ Te recuerdo muy bien. Es por eso que no te quiero en mi vida.

Juraría que me mira dolido. ¿Ha olvidado lo mucho que he sufrido por su culpa?

Como si adivinara el pensamiento, con una sonrisa un tanto burlona me dice:

─ El amor como la vida es un juego. A veces se gana, a veces se pierde…

Esta vez tengo la respuesta precisa, ─ no me es dado quitarme la vida, pero en el amor no tengo la obligación de jugar. Paso.

Y lentamente y encorvado se aleja, hasta que divisa una jovencita que va cruzando la calle. Se endereza y apresura la marcha, y sé con dolor que al doblar la esquina la habrá alcanzado.

martes, octubre 03, 2006

La cara en el espejo

Se contempla en el espejo con detenimiento. Casi nunca lo hace, pero cada cierto tiempo siente la curiosidad. Y es que desde hace varios años, el rostro que la mira no es el suyo. Ha tratado que los demás entiendan su sentir, pero ha resultado imposible. Mira la cara que no reconoce, y decide de una vez por todas que es necesario conocerla. Y tímidamente le sonríe y con callada resignación la acepta.

martes, septiembre 19, 2006

El hombre que olvidó


Un rayo de sol que entró por la cortina entreabierta le dio un picotazo en los ojos, obligándolo a abrirlos. Tan pronto su vista captó su entorno se dio cuenta que algo andaba mal. No sabía dónde estaba, ni que día era. Y peor aún, no sabía quien era... Lo había olvidado.

Se buscó los bolsillos de la ropa tratando de encontrar algún indicio, pero estaban vacíos.

Abrió la puerta a la izquierda y entró al baño. Miró su semblante en el espejo, mientras orinaba, cosa que hizo con tal naturalidad que le causó asombro, pero el rostro que vio no le trajo ningún recuerdo. Sintió dolor en el estómago y su mente, vacía de recuerdos, identificó el motivo... tenía hambre.

Automáticamente, se arregló el pelo, y salió a la calle. Afuera el tráfico era denso. Las gentes le pasaban por el lado, sin siquiera mirarlo. Era uno más entre rostros anónimos, sólo que todos caminaban de prisa, como quien va tarde a encontrar el día. Silbando, con las manos en los bolsillos, continuó caminando.

viernes, septiembre 15, 2006

Al son de salsa

─ Te sigo esperando –grita la radio al ritmo de salsa.

Es la canción del momento y su mantra desde que alguien le dijo que lo imaginara tomando el teléfono en las manos y llamándola.

Hoy, te sigo esperando retumba diferente porque luego de tantos años de soñar el reencuentro, van a verse. No sabe qué esperar, pero quiere que él la encuentre bonita. El espejo le confirma que no ha cambiado tanto, que aún es atractiva. De su cuerpo puede dar fe: arde por él como antes.

Le recuerda elegante, delgado y fuerte, su cuerpo firme. El cabello blanco prematuro, brillante en contraste con la piel india. Su voz es un murmullo en el oído que la estremece. La experiencia como amante logró despertar a la inexperta mujer - niña a los placeres del amor dejándola amarrada a él.

Escucha una camioneta detenerse. Le tiemblan las piernas y el corazón rebota contra el pecho al asomarse desde la terraza para verle bajar. Apenas si le reconoce en ese hombre derrotado por el tiempo. En su cabeza el son de salsa zumba.

domingo, septiembre 10, 2006

Ahora

Camina silenciosa por el viejo sendero, el mismo que ha recorrido tantas veces. Conoce cada curva, cada piedra, cada árbol, y reconoce las paradas. Hoy recorrerá el camino nuevamente, pero tan sólo para tomar aquello que de alguna forma le interesa, para, de una vez por todas, dejar el resto en el olvido, y comenzar libre el nuevo año.

¿Por dónde se empieza a olvidar una vida? ¿Se comienza al final y se va atrás, desandando lo andado? O, ¿es preferible, acaso, buscar en la memoria, aquella imagen, la primera, y poco a poco reconstruir, para ir destruyendo aquello que nos trae recuerdos tristes, amargos o violentos?

Imposible decidir cómo comenzar, y sin embargo, apenas lo intenta, se da cuenta de que, cada vez que hace el recorrido no importa el orden del comienzo siempre termina en el presente, el hoy y ahora. Es ella, y es una y el pasado forma parte de quien es. Inútil pretender que lo vivido nunca fue, pero eso sí, ella es mas que la suma total de lo pasado. Es tiempo de que sin iras, odios o rencores, disfrute su presente.

sábado, septiembre 09, 2006

Mañana


Abrirá los ojos antes de que la luz del día entre por la ventana. Se desperezará mientras piensa que es otro día igual al anterior, y al otro y al otro, y a cualquiera porque hace años que no espera nada de la vida.

Se preparará café, ojeará el periódico y leerá los mensajes en el correo electrónico. Luego de vestirse tomará el ascensor hasta el primer piso, y bajará las escaleras hasta el sótano, donde la espera el auto, tan viejo y cansado como ella. Llegará tarde a la oficina por más esfuerzo que haga porque inicia el semestre escolar y el tráfico estará congestionado.

Entrará dando los buenos días sin mirar las caras de sus compañeros que son las mismas de siempre. Irá directo hasta la cafetera donde humeante la espera el café que alguien previsor y más madrugador preparó hace apenas unos minutos. Se servirá una taza la que sorberá camino a su escritorio donde la espera el trabajo de todos los días.

Suspira, apaga la lámpara y se da vuelta sonriendo. Mañana será diferente, no tendrá que abrir los ojos.

viernes, agosto 18, 2006

La ropa que llevo


Me pregunta qué ropa llevo puesta ahora. ¿En el momento en que recibí el mensaje? ¿O lo que le interesa saber es cómo estoy vistiendo después de varios años de no vernos? ¿Quiere saber cómo me veo? Me siento tentada a preguntarle, pero temerosa de que piense que soy tonta de capirote, decido enviarle una foto reciente.

No sé por qué la pregunta se ha quedado dando vueltas en mi cabeza. De niña mis mejores amigos eran las hadas y duendes que me acompañaban en las excursiones nocturnas que emprendía. A esos hermosos años, siguieron otros, muchos, tristes, de no ser, y solo la gitana que había en mí logró rescatarme. Ella tuvo el valor de abandonarlo todo, liberando a la libélula que había quedado presa. Para mi desgracia, su sino era caminar en soledad, mientras repetía una vieja copla: “soy como la falsa moneda, que de mano en mano va y ninguna se la queda”.

Ahora busco a través de lo que escribo hacer que ambas, la gitana y el hada consigan encontrarse para unir la alegría del hada-niña a la sabiduría que la vida le ha dado a la gitana. Quiero imaginar que lograré que un día anden tomadas de la mano, oyendo la música del viento y saltando sobre las piedras del camino, libres al fin, cantando en armonía: “en libertad, como los pajarillos…”

¿Me preguntas qué ropa llevo? Llevo la de la vida, la de los sueños, la de la mujer, la de la niña…

sábado, julio 15, 2006

Su recuerdo

No quiero que mis labios pronuncien su nombre, ni que su imagen aflore a mi mente, pero anoche dormí en la misma habitación que compartimos la última vez que estuvimos juntos. No pude evitar pensarle, así que esta mañana, apenas desperté, para asegurarme que nunca resucita, eché un puñado más de tierra sobre la tumba de su recuerdo.

domingo, julio 09, 2006

Besos



Lo mira embelesada. Pensó que ya nunca podría amar y ahora sabe que a él lo quiere, y que es correspondida. Él la mira con coquetería, y cuando ladea la cabeza para besarla en los labios, ella siente que se le desborda el corazón de ternura.

-Te quiero mucho, pajarito -le dice. Y como si entendiera, él le lanza besitos.

lunes, julio 03, 2006

Alguien

En estos días había sentido que alguien dentro de mí gritaba que quería ser libre y vivir. Al principio, no le di importancia. Todos en algún momento hemos sentido que la vida nos pasa de largo, y en la frustración pensamos que un cambio más o menos drástico hará la diferencia, pero el miedo nos paraliza.

Hoy ese alguien se ha levantado antes que yo, y me ha llevado de la mano hasta el espejo. Sabe que no soporto mirarme, pero me ha obligado, mientras me pide, suplicante, que mire más allá de mi reflejo para que pueda verla. Desde detrás del mismo me sonrió simpática, y yo, aunque recelosa, le devolví la sonrisa. Entonces el reflejo también se sonrió, y hemos acabado riendo a carcajadas las tres.

sábado, julio 01, 2006

Bonita

─ Bonita –le dice.

Y ella se lo cree porque hace tiempo aprendió que la belleza está en los ojos del que mira y que él la piense bonita la llena de orgullo y alegría. Ella nunca ha pensado que lo es.

Su padre solía decirle que el mejor rasgo en su rostro era la nariz. Acostumbraba estudiar sosteniendo la cabeza con un dedo en su punta y un día él le dijo que se la había dañado.

Años más tarde, un amante le comentó que su sonrisa era especialmente bella. Desde entonces sonreía orgullosa en todas las fotos. Una parálisis facial le robó la sonrisa hace cinco años. Dejó de retratarse y de mirarse al espejo.

─ Bonita –le dice. Y lo abraza, porque en su amor, él la ve hermosa.

jueves, junio 29, 2006

Del pedir

Escuché tu voz cuando decía “te quiero”, y yo le respondí, “te quiero”. Tu voz me dijo “te deseo”, y la mía te hizo eco, “te deseo”. Entonces, confiada, me atreví a pedirte un beso, y solo me respondió el silencio.

lunes, junio 05, 2006

La niña: hada y gitana

Te veo caminar tan absorta en ti misma y me pregunto qué piensa esa cabecita de niña. A dónde te lleva esa imaginación que te permite durante horas acariciar una margarita sin dañarla, y correr tras mariposas sin pretender aprisionarlas. Qué te dicen los seres mágicos que habitan en el bosque que has creado en tu espacio, allí donde no quieres que nadie te interrumpa, porque no te dejarían escuchar sus voces melodiosas. Quizás por eso aunque estés sola, no conoces la soledad angustiosa del adulto.

Me das envidia niña, porque sé que en las noches vuelas a visitar otros mundos. Mundos que solo están a tu alcance, porque de adulta, ante los embates de la vida, perdí la fantasía. Son mundos de colores, donde la música es de cascabeles, y siempre es día y en algún rinconcito alguien sirve el té en diminutas tacitas de porcelana, mientras charlan sentados en cojines de nube.

A veces me parece vislumbrar en tus ojos la sabiduría de otras vidas, y entonces te veo, gitana, que libre y descalza camina sus caminos, lo que me impele a quitarme los zapatos, coger tu mano, y pedirte que exploremos juntas tus senderos, para admirar las margaritas, y correr, sin dañarlas, tras esas mariposas.

domingo, junio 04, 2006

Los demás


Estoy llorando nuevamente. No son lágrimas que se ven, son un llanto interno. Es el gemido de mi yo que pide un abrazo, una caricia, un acto de ternura, y sabe que tiene que conformarse con escribir lo que siente.

Estos últimos años han sido tan difíciles. Ha sido una lucha continua con el espejo, lucha en la que siempre pierdo y salgo herida, convencida que nadie podrá quererme. Ese triste convencimiento se hace decreto, me digo, y quisiera no pensar así. Pero no puedo cambiar la realidad, y la realidad es que nadie nunca me quiso, ni siquiera yo misma, que al final, si lo hubiera hecho, no me importaría lo que sintieran los demás.

miércoles, mayo 24, 2006

Las uvas están verdes

Te escribo sabiendo que nunca me leerás y no me duele. El rechazo sí, ese me lastimó porque convertiste tu debilidad en mía. Orgulloso, preferiste echar la culpa sobre mis hombros nuevamente. En ese momento quise decirte tantas cosas, decirte que te amé, que eras para mí tan necesario que cuando me abandonaste pensé que el dolor me mataría, pero yo también tengo orgullo y callé. Y seguí caminando como el zorro que decide que las uvas están verdes, y jamás sabré si alguna vez me amaste.

domingo, mayo 14, 2006

Feliz día de las Madres

Una simple amistad

Después de tantos años te reencuentro, y me doy cuenta que aquel que amé ya no existe. No eres el hombre elegante y seguro de sí mismo que conocí. Ni siquiera eres el amante que eras. Pero al igual que entonces, me echas en cara mi sensibilidad la que, según me dices, hace imposible cualquier relación que no sea de la de una simple amistad entre nosotros. Y aunque ya no te quiero como antes, igual duele.

domingo, abril 16, 2006

Resurrección

Domingo de Pascua de Resurrección. Intento revisar el cuento que he estado escribiendo en los últimos días, pero mi cabeza se empecina en traer recuerdos de esos que uno quisiera borrar pero que han quedado grabados por hierro candente en las neuronas.

El cuento no ayuda, refleja la parte oscura de mí que no entiendo y que parece estar ahí siempre, impidiéndome disfrutar los momentos de felicidad que la vida me da, pero que nunca sé apreciar en su momento.

Cierro la pantalla del cuento como quisiera cerrar mi cerebro para que no piense y me concentro en mirar la luz del cirio que le tengo encendido a la Virgen. Apenas si hay brisa en la habitación y la llama arde corta, pero esbelta. Entonces pienso en el significado de la fiesta de hoy. Aún me queda tiempo, solo tengo que buscar encontrar, donde dejé olvidada, como se olvida a los muertos, a la niña alegre y soñadora que una vez fui.

jueves, abril 06, 2006

Llanto

Me agobia el sonido ensordecedor en mi cabeza, a pesar de la bruma del silencio. Algo dentro de mí llora sin razón aparente. No quiero hablar con nadie, ni estar con nadie, se abarrotaría aún más mi cerebro de ruidos. No quiero consuelo para el llanto, porque es un llanto interno, que necesito en este instante dejar aflorar. Quisiera pensar que es un llanto colectivo, pero no soy tan especial que pueda ser receptáculo del dolor de la tierra y de la humanidad confusa, que viven en el barullo de la vida, ajenos a su propio llanto.

Al menos, aún en la niebla silenciosa yo puedo oír la voz del canto de mi dolor, canto de llanto guardado por años, porque las lágrimas no resuelven nada, pero que hoy se desbordan en mi cabeza y me delatan, corriendo cual salados caminos sin destino, por mi rostro. Los que pasan a mí alrededor me ofrecen ayuda, pero no puedo estrechar la mano que me extienden, porque desde hace años vivo en mi espacio, enajenada. En él encuentro una paz relativa, entre sus paredes que son testigo de mi soledad, no siento la necesidad de llorar mi llanto, porque puedo escribirlo.

Y llorando llego a mi casa, y oigo el ruido de la llave en la cerradura, y entro. Voy directo a la computadora, y mi cerebro a través de mis dedos plasma en la pantalla lo que siento, que una vez escrito se hace surreal. Y puedo de nuevo enterrar mi dolor bajo capas de sensatez aparente, allí dónde reposan las memorias que hacen daño, y donde quedará agazapado, hasta la próxima vez, en que un estímulo inesperado en el exterior, haga que tenga que dejar que el dique de mis ojos se abra, y fluyan las lágrimas y el llanto disipe parte del dolor.

domingo, marzo 26, 2006

Marioneta

Mi tristeza de hoy es tan grande, que siento que me apabulla, y me ata como una camisa de fuerza. Esta mañana me levanté con la conciencia de que llevo cinco años existiendo pero no viviendo, dejándome arrastrar por el viento, pero sin ánimo de recoger los hilos. Dejaré que la brisa me siga arrastrando, con la esperanza de que en algún momento su misma fuerza los rompa, y pueda volar, marioneta que fue, libre.

viernes, marzo 17, 2006

Veinticuatro

Veinticuatro horas. Son sólo veinticuatro horas. Sólo eso, veinticuatro. El grupo de alcohólicos anónimos lo tiene como máxima. Los programas de apoyo a adictos utilizan los mismos axiomas. Es cuestión de veinticuatro horas.

En una ocasión tuvo la oportunidad de ir a una de las reuniones de alcohólicos anónimos. Su compañero lo era y le acompañó. No volvieron, porque, según le dijo, realmente no le interesaba dejar de beber. Ya una vez lo había hecho, le explicó, sin levantar la vista del arma que limpiaba. Había dejado de beber en la época en que era miembro del equipo nacional de tiro al blanco, y aunque continuaba practicándolo, ya hacía tiempo no competía. Como ya no era necesario mantener firme el pulso, no tenía un motivo para desear estar limpio. Él no podía vivir sin el ron; ella no podía vivir con el olor a alcohol que rezumaba su cuerpo y que impregnaba las sábanas, cuando inconciente, se dejaba caer en la cama. La relación terminó poco después, de puro ahogo. Hasta las paredes respiraron mejor con su marcha.

Tardó varios años en limpiarse. Cuando reincidió en el amor, lo hizo con otro alcohólico, esta vez uno maltratante. A los siete meses le ordenó que se marchara. Desde entonces está sola porque no ha podido limpiarse del olor a alcohol que todavía impregna su piel, ni quitar de las paredes el sudor maloliente.

Veinticuatro horas. Calcula que eso les tomará echarla de menos.

martes, marzo 14, 2006

Sólo a veces

A veces pareciera que me pierdo, que te abandono, y sin embargo, siempre regreso. Eres parte de mí, continuación mía. En ti deposito y guardo las cosas más tristes, y también las más hermosas. Quien te lee me conoce un poco mejor… En ocasiones, me arrepiento de haberte creado.

domingo, febrero 26, 2006

Si pudiera pintarme


Si pudiera pintarme lo haría muy despacio. Primero quitaría los trazos de mi rostro, y luego los del torso, hasta llegar a las manos bajando por los brazos. Me deslizaría despacio por los pechos, alcanzando la cintura, borrando las caderas, y mi sexo. Luego las piernas, comenzando por los muslos, hasta que toda yo desaparezca. Entonces, en el lienzo en blanco, me pintaría mariposa.

martes, febrero 21, 2006

Sudor y lágrimas

Justo antes de salir al escenario me pasa. Siento que se alteran las mariposas que ya hace tiempo decidieron vivir en mi estómago, y cuando baten sus alas, las de mi corazón se estremecen. Entonces quisiera no ser.

Igual, me miro al espejo un instante, respiro profundo, para que a las mariposas les llegue mi aliento, y frotándome el corazón salgo a escena. A veces, tal parece que la luz de los focos es mas fuerte y brillante, o me paro allí donde están dirigidas, y entonces siento el calor, que hace que inmediatamente empiece a sudar a mares, pero mas que nada, me arden los ojos, y me lagrimean.

Sudor y lágrimas, me digo. Esa es la vida.

miércoles, febrero 08, 2006

Amando

Cierra los ojos y deja que el sonido del viento la invada. Se siente mar en ese momento, con olas que van y vienen, recorriendo su cuerpo. El viento le susurra al oído bajito un te quiero, que ella le devuelve con un suspiro. Y al exhalar, siente como su cuerpo se arquea, y fundido con la ola, sube y sube, hasta besar el cielo.

lunes, enero 23, 2006

El teléfono

Quisiera decirle que no llame, que cada vez que timbra el teléfono se me paraliza el corazón. Escucho el mensaje que deja, y sé que no voy a contestarlo, como sé que no quiero que llame. Pero insiste. Cuántas veces yo, como él ahora, he estado al otro lado de un teléfono que timbra, y me ha dolido y me he sentido rechazada. Por eso puedo suponer cómo se siente, por eso su dolor es en parte mío, pero mi decisión no cambia, y sólo pido que se dé cuenta que no quiero que llame. Por Dios, que no me obligue a decírselo…

domingo, enero 08, 2006

La luz

Y dijo Dios, hágase la luz, e hizo al mundo, y lo pobló de criaturas y de vegetación, y creó al hombre. Y el hombre, desde entonces, vive empeñado en apagar la luz.

miércoles, enero 04, 2006

Feliz día de Reyes



Felicidades, te deseamos Cuquito y yo...