martes, septiembre 30, 2008

No me importa

Me sorprende que después de tanto tiempo haya regresado. Ha entrado y salido de mi vida tantas veces que ya no llevo la cuenta. Una parte de mi se siente alagada, otra lo mira suspicaz esperando que en un acto de magia vuelva a desaparecer. Nunca pregunto si vuelve, ni cuándo. No pregunto porque no quiero saber la respuesta y mientras no quiera saberla, sé que no me importa.

domingo, septiembre 28, 2008

Volver a vivir

Si volviera a vivir, me dice, no cambiaría nada. Repetiría cada una de las experiencias, lo malo y lo bueno. Y yo pienso que yo no. Que si pudiera volver a empezar no querría repetir ni una sola de mis experiencias.

Entonces la mujer supersticiosa que hay en mí reacciona. ¿Y si pedir otra vida significa pasar hambre, enfermedades? Hay cosas peores que el no haber encontrado ni la felicidad ni la paz interna. ¿O crees que el no repetir los múltiples errores te asegurarán el encontrar el bienestar con que siempre soñaste?

No, bien lo sé. Podría haber sido peor, mucho peor. Entonces le respondo a él lo que siento: yo no, me bastaría, para no tentar el destino, con no tener que volver a vivir...

miércoles, septiembre 24, 2008

Águeda

Águeda no tenía claro el porqué despertó sin ilusiones y sin propósito en la vida. Se acostó sintiéndose bien y abrió los ojos al amanecer con una inmensa congoja que paulatinamente fue coloreando de gris todo lo que la rodeaba.

Primero fue su marido el que adquirió un gris cenizo que le recordaba el color del cadáver de su padre a quien la muerte sorprendió siendo ella pequeña. Iba a decirle que la ropa gris que llevaba puesta no le favorecía en lo absoluto cuando cayó en cuenta que también las paredes de la casa habían adquirido una tonalidad gris. Al paso de los días, los muebles se fueron destiñendo y adquirieron el color grisáceo que comenzaba a aborrecer, y que se extendía al interior de los gabinetes y armarios.

Su mayor pesar fue el día que se miró al espejo y vio que sus cabellos y ella misma habían empezado a tornarse gris. Entonces recordó que muerto su padre, su madre la sorprendió con el creyón gris en la mano coloreando su libro de pintar. “No pintes de gris, el gris es color de tristeza, es color de cansancio, de hastío, de muerte”, le dijo, sustituyendo el creyón en su mano por uno rosado.

Águeda miró por la ventana el cielo que llevaba varios días encapotado y alcanzó a ver a lo lejos la banda multicolor de un arco iris que tímido comenzaba a dibujarse. Abrió la puerta y salió a la calle.

viernes, septiembre 19, 2008

El tiempo y los sueños

Siente una inmensa nostalgia por lo que nunca conoció y solo disfrutó en forma vicaria: la pasión de un amante enamorado, el abrazo de un hijo. Cuando tuvo que aceptar que ya era demasiado tarde, se sumió en una tristeza tan profunda que llegó a pensar que se moría.

El tiempo que marcha inexorable la obligó a conformarse y la enseñó a disfrutar de las pequeñas alegrías que cada día le trae. Ahora se conforma con escuchar la risa de algún niño, leer un buen libro, degustar una cena acompañada de una copa de vino, o simplemente sentarse a contemplar la noche y a contar las estrellas. A veces le parece que alguna de ellas le hace un guiño cómplice como si quisiera decirle que el amor no sabe de reloj ni calendarios, y entonces, aunque está despierta, se permite soñar.

Un diccionario y una pluma


Era un diccionario y una pluma. Antónimos, sinónimos, metáforas sofisticadas. No bastaba leerle una vez, hacían faltas cientos para poder descifrar la riqueza inigualable del lenguaje. Mezcla de notas graves, altas y sopranos, música a los oídos. Arte puro, estilo incomparable que transcendía fronteras, tiempo, espacio... Artistas también ellos, los discípulos adoraban a la pluma. Ávidos aprendices del diccionario que blandían como espada filosa en un juego de formas y figuras, remedando la pluma que un día, aburrido del dominio del arte, miro a su alrededor y tomo un diario. Leyó del sufrimiento humano, las muertes, la pobreza, el hambre, y se dio cuenta que sin contexto social era solo un cerebro deshumanizado carente de conciencia.

jueves, septiembre 18, 2008

Sueños



En los últimos meses se me ha hecho difícil lograr concentrarme para escribir. Me preocupa demasiado el tiempo que pasa, los estragos de la edad, mi soledad. Lo que más me agobia es que he descubierto que no tengo sueños ni ilusiones, ni siquiera me quedan deseos de vivir. Quisiera acostarme a dormir, y despertar al otro lado del puente, sin recordar cómo lo crucé. Y es que no tengo miedo a la muerte pero sí a la parte final del camino, y la posibilidad de apresurar mi paso por este planeta no es una alternativa.

A veces, mientras me muevo entre la gente, se me ocurre que muchas de ellas se sienten igual que yo, que es pesada la carga que llevan, que existen pero que no viven. Entonces me tropiezo con un rostro amigo que sonríe porque a pesar de sus circunstancias, por penosas que sean, aún siente la alegría de estar vivo y espera con fe a que sus sueños se cumplan, y me obliga a buscar la diferencia.

Sé que la respuesta está dentro de mí. Tengo que recoger los trastos inútiles del pasado y echarlos finalmente a la basura que es donde pertenecen, dejar ir los fantasmas, aprender de nuevo a sonreír y reencontrar el cofre de mis sueños.

lunes, septiembre 15, 2008

Días vacíos

Me levanto al escuchar a Cuquito que ya está despierto, y mi primer pensamiento es que me espera otro día más, un día vacío, una página en blanco que tengo que llenar. Lo peor es que, sin sueños ni ilusiones, lo llenaré de pequeños mandados y múltiples diligencias sin importancia alguna, para al final del día dar gracias porque se terminó. Y me regodeo en mi pena y se enciende el botón de alerta y me digo que si no cambio mi forma de pensar y actuar seguiré existiendo en días vacíos. Hago firme propósito de enmienda y voy a atender al clamado de Cuquito. Para cuando termino de desayunar, la depresión me ahoga, y sé que hoy también será un día vacío.