martes, octubre 31, 2006

Lo que aquí se hace aquí se paga

De sus hijos, mi madre era la única que visitaba al abuelo y cuando podía me llevaba porque me gustaba salir a pescar con él. Me enseñó con su habitual paciencia a preparar la carnada y a esperar quietamente a que algún pescado cayera. Mi padre no tenía tiempo para hacerlo. En ocasiones, era mi abuelo quien rompía el silencio para decir con inmensa tristeza que lo que aquí se hace, aquí se paga.

Mi madre hizo los arreglos el día que fuimos a verlo y le encontramos sin vida. En aquella época no se incineraba a nuestros muertos. Aún recuerdo su entierro; fuimos a despedirle solo mi madre y yo, y un puñado de vecinos.

Al paso del tiempo, la ausencia de mi padre en nuestras vidas se hizo más marcada. Un día cualquiera desapareció del todo y no supe más de él hasta años mas tarde cuando recibí una llamada informándome que había muerto. Dentro de mi ya cargada agenda, hube de sacar tiempo para hacer los arreglos para la incineración y el disponer de las cenizas. Las llevé al lago en que de niña solía pescar con mi abuelo. Mientras las esparcía, me pareció escuchar la voz de mi abuelo romper el silencio para decir con tristeza que lo que aquí se hace, aquí se paga.

sábado, octubre 21, 2006

Los cambios

Tods los cambios me son dificiles, pero aqui estoy.

No vale la pena


Es tiempo, se dice, que comience a escribir como hacía. Y lo intenta. Se sienta ante la máquina y luego de varios minutos sin inspiración alguna, frustrada, busca algún juego para entretenerse. No sabe a ciencia cierta qué le pasa. Un día podía escribir un cuento en algunas horas, y al otro no puede enhebrar un párrafo que haga sentido.

Ha recurrido a usar personajes de otros cuentos suyos tratando de inspirarse a través de ellos; no puede. Ha comenzado a escribir de su propia vida, cosa que siempre evitó. Pero igual, no puede completar nada, porque nada le gusta.

Busca en su memoria el momento en que perdió el hilo de su ilusión de escribir para publicar un libro de cuentos. Entonces lo piensa y piensa en el rechazo de que él la hizo objeto. Y va más atrás, al otro, a aquél de que nunca habla porque dice que después de tantos años ni importa ni vale la pena.

Y se mira al espejo, siempre presente, y lo que ve no le gusta, no importa, no vale la pena...

sábado, octubre 07, 2006

Al doblar la esquina


El amor se encuentra al doblar la esquina, y lo veo venir y trato de esquivarlo. Tropieza conmigo tentándome, pero esta vez lo rechazo.

─ ¿Es que no me recuerdas? –me pregunta.

─ Te recuerdo muy bien. Es por eso que no te quiero en mi vida.

Juraría que me mira dolido. ¿Ha olvidado lo mucho que he sufrido por su culpa?

Como si adivinara el pensamiento, con una sonrisa un tanto burlona me dice:

─ El amor como la vida es un juego. A veces se gana, a veces se pierde…

Esta vez tengo la respuesta precisa, ─ no me es dado quitarme la vida, pero en el amor no tengo la obligación de jugar. Paso.

Y lentamente y encorvado se aleja, hasta que divisa una jovencita que va cruzando la calle. Se endereza y apresura la marcha, y sé con dolor que al doblar la esquina la habrá alcanzado.

martes, octubre 03, 2006

La cara en el espejo

Se contempla en el espejo con detenimiento. Casi nunca lo hace, pero cada cierto tiempo siente la curiosidad. Y es que desde hace varios años, el rostro que la mira no es el suyo. Ha tratado que los demás entiendan su sentir, pero ha resultado imposible. Mira la cara que no reconoce, y decide de una vez por todas que es necesario conocerla. Y tímidamente le sonríe y con callada resignación la acepta.