sábado, marzo 15, 2008

Huesos de oro

Maldita la vida de un pobre. Le dolía cuanto hueso tenía en el cuerpo, pero tenía que ir a trabajar. Si no, el patrón le descontaba el día, y los muchachos tenían que comer. Afeitándose mientras la mujer hacía el desayuno, recordó el sueño de la noche anterior. Por tercera noche consecutiva, había soñado con oro. Sonrió, quizás eso significaba que iba a hacerse rico, y se cortó con la navaja.

- Despistado, estás muy despistado... - se dijo a sí mismo. Oyó a su mujer llamarlo para el desayuno, y se secó la cara. Su mujer....... buena... Merecía una vida mejor, nunca se quejaba. Le contaría del sueño, quizás eso la alegraría. Sabía que como a él, le preocupaba qué iban a hacer cuando terminara la construcción del proyecto. Con la economía tan floja era difícil encontrar trabajo, aunque él estaba dispuesto a meterle mano a lo que apareciera.

Salió contento porque había conseguido hacerla reír. Soñando despiertos ambos se habían puesto de acuerdo en lo que iban a hacer con el dinero. Un buen arreglo a la casa, ropa nueva y un paseo a Disney.

Vio un centavo en el suelo, se agachó y se lo echó al bolsillo. Los huesos, estropeados por el trabajo que hacía, protestaron. La suerte, se dijo sonriendo, y silbando llegó hasta el proyecto. Hoy vienes contento, parece que la mujer te trató bien, le embromó Manuel. Manuel era como su hermano así que no le molestó la broma, pero sólo contestó umju, sin abrir los labios. Temía que si lo hacía se le salara la buena suerte. Ya había decidido que solo su mujer y él sabrían del sueño.

Iba caminando tan distraído que no vio la máquina. Venía cargada de tal forma que le obstaculizaba la vista al chofer. Con el golpe, sintió cómo se le trituraban los huesos. A lo lejos sintió los gritos de los que intentaban sacarle de debajo de los bloques que le habían caído encima. Coño, gritó uno, como pesa el condenado, ni que tuviera los huesos de oro. Antes de cerrar los ojos, recordó que en el trabajo tenía un seguro de vida...

lunes, marzo 10, 2008

Uvas verdes

Cuando menos lo espero me viene tu recuerdo, y entonces me hacen falta tus besos y caricias. Los besos y caricias de entonces, no de ahora, porque en el presente, de ti, no quiero nada. Y tú eres tú y eres la suma de todos los que fueron. Como buenos maestros me enseñaron a apreciar que el nada de ahora es mucho mejor que el nada de entonces, y que puedo estar sola y disfrutarlo. Soy una y soy completa, y ayudaron a fraguarme en acero, insensible.

Me miro en el espejo y con cierta nostalgia le sonrío a mi imagen y como el zorro pienso que para mí las uvas siempre estuvieron verdes.