lunes, junio 29, 2015

Las partes del cuerpo


Para alguien que quiere borrarse o trasmutarse tal parecería que el cuerpo no es importante.  No voy a jugar el juego de cuál partes es más o menos importante; si tengo que estar aquí, quiero todas mis piezas.  Las originales, por favor.

Debido al tipo de trabajo que hacía, regularmente entrevistaba empleados incapacitados.  El caso más doloroso que recuerdo es de un antiguo compañero, amigo personal, a quién dejé de ver por varios años.  Cuando vino a visitarme, acompañado de su esposa para que le orientara en cuanto a los beneficios de Seguro Social, venía en un sillón de ruedas.  Víctima de una cruel y galopante diabetes, había perdido ambas piernas y dedos en las manos.  Ahora me pregunto si le preocupaban las partes de su cuerpo que había perdido o aquellas más que podía perder.  ¿Cómo elegir qué parte del cuerpo resulta más importante si cada una de ellas tiene una función?
 
En el 1995 perdí el útero y los ovarios poniendo punto final a la pregunta de si tendría o no  hijos, la que se había hecho prácticamente académica al divorciarme en el 1992.  No me dolió perder mis órganos internos, me dolió perder la capacidad de elección que hasta entonces pensé que tenía.

En el 2001 perdí mi imagen, y esa que es un concepto y no una parte que aún me duele haber perdido.  Tengo que reconocer sin embargo, que me dolería más perder, como mi amigo, alguna extremidad.  Me pregunto si en las vueltas que da el mundo tendré que enfrentarme a esa posibilidad y para entonces trataré de negociar con Dios: “si me quitaste la imagen, por qué quitarme algo más… ¿No te parece que ya me quitaste lo suficiente?”

domingo, junio 28, 2015

Daniela y lo imposible


Hace muchos años parí a Patricia.  Ella era todo lo que yo quería ser.  Desinhibida, libre, hermosa. Su personalidad era tan fuerte que poco a poco se fue apoderando de mí. Asustada ante mis desacostumbradas reacciones, tuve miedo.  No pensé las consecuencias y la maté.  Era mi creación, mi alter ego, y yo tenía el derecho a destruirla.  Cómo hubiese sido mi vida si no la hubiera enterrado junto a tantos otros sueños, lo desconozco.

Lo único que de cierto sé, es que de ella ya no queda nada.  Los golpes de la vida recibidos desde entonces acabaron por destruir toda posibilidad de que pudiera levantar la cabeza de donde la enterré. De mis muertos, es una que quedó bien enterrada, incluso olvidada.

Hace unos días, hablando sobre mi nombre y lo mucho que me disgusta, mencioné a algunos amigos del difícil parto y luego del enterramiento de Patricia. Me sugirieron que creara una nueva Patricia, una igual pero diferente.  Daniela.  Que Daniela pudiera llevar acabo aquello que quedó incompleto al matar a Patricia.

Acaricié la idea por varios días. Puedo intentarlo, me decía. Daniela es un bonito nombre. Una mirada al espejo me hizo aceptar la realidad.  Ya es demasiado tarde.  Lo siento mucho Daniela, moriste antes de nacer.


miércoles, junio 24, 2015

Reviviendo el pasado


Sueño mucho en los últimos tiempos. En la mayor parte de las ocasiones, al despertar, solo recuerdo retazos, los que pierdo tan pronto tomo conciencia del día.  Siempre queda un leve detalle, el recuerdo de un objeto en mis manos, el sentimiento de opresión en el pecho, la angustia, la ansiedad.  Lo suficiente para saber que aunque lo haya olvidado, es el tema de siempre. Es curioso que es ahora, después de tantos años, que de esta forma traiga las memorias que pensé olvidadas. No estoy segura que lo hiciera de forma consciente, más bien pienso que intentaba protegerme de un pasado que aún me resulta doloroso. Lo llaman trastorno de estrés postraumático, y usualmente los síntomas comienzan inmediatamente, pero, en algunos casos, pueden tomar años en hacerse patentes.

Le tengo miedo a estos sueños.  A pesar de la psicoterapia, no creo estar preparada para enfrentar la realidad pasada.  Yo misma pienso que es tonto que después de tantos años tenga que estar coqueteando con aquello que creí enterrado. Tener que pasar por el proceso nuevamente, reconocer que no he podido lidiar con ello, el temor de caer en una depresión, me asusta. Por el momento, se me ocurre que mientras los sueños se evanescan  estoy fuera de peligro.

martes, junio 16, 2015

Disturbios


Me sorprende la facilidad con que antes escribía de mis sentimientos y experiencias, sin pudor alguno.  Ahora me es prácticamente imposible y prefiero utilizar mi tiempo leyendo a caminando en algún centro comercial.  Es tiempo desperdiciado, al menos aquél en que camino por las tiendas sin comprar pero me pregunto si me estoy protegiendo.  Dejar mis inquietudes y ansiedades plasmadas en algún lugar, tomar el tiempo para escribirlas, ponerme en contacto con la forma en que realmente me siento, me acobarda.  No quiero caer nuevamente en el profundo hueco en que estuve.  Me ha tomado tanto tiempo salir de él.  Volver a sentirme tranquila, incluso, en ocasiones, feliz.  Perderme nuevamente en el bosque oscuro en que deambulé por más de un año es mi pesadilla.  Si me aturdo en cosas que no me hagan enfrentarme al espejo, mirarme por dentro y por fuera (mi espejo hace la radiografía de sentimientos), estoy salva.  Desconozco cuánto es el tiempo en que, como si fuera un avestruz, puedo enterrar mi cabeza en tierra, pero mientras pueda, aunque tenga que dejar de escribir, trataré de no enfrentarme a mi imagen.