domingo, diciembre 18, 2005

La sonrisa de la luna


Despierta, me dice, y lo hago porque imagino que es algo importante lo que hace que me obligue a abrir los ojos. Por la ventana abierta se cuela la luna, y va a mirarse directo al espejo. Desde allí, tal parece que nos sonríe. La sorpresa nos llena de gozo, y ambos al unísono la saludamos, buenas noches, señorita luna.

Mi hermana tenía el sueño liviano, y durante la noche la aporreaba el dolor de la artritis que padecía desde muy niña, así que se pasaba contando las estrellas. Una vez descubrió que la luna se venía a mirar a nuestro espejo, se dedicó a dibujarla. La dibujada vestida de diferentes formas, en etiqueta de hombre; en vestido de gala, regia como una reina; de pordiosera, e incluso de colegiala, con un uniforme como el nuestro. No importa la ropa, siempre le pintaba una sonrisa. La luna es feliz, me decía. Mira lo hermosa que es, no puede ser desgraciada.

Yo sé que mi hermana se comparaba con la luna, y entonces se miraba los dedos que habían comenzado a deformársele, y cuando se pintaba, siempre se pintaba una sonrisa invertida. Ella le dio ese nombre cuando le pregunté por qué siempre se pintaba triste. No es eso, tonta, es que mi sonrisa es invertida. Mira, si viras el dibujo te das cuenta.

La noche que mi hermana se fue con la luna, no me desperté hasta que ya era demasiado tarde. La encontré en el baño, empapada de su propia sangre. Había puesto a salvo el último dibujo que hizo de la luna y ella. Estaba dedicado a mí, y no tuve que virarlo para apreciar las sonrisas de ambas.

Desde entonces cuando la luna viene a mirarse en el espejo, y por casualidad me despierta, me parece que detrás de ella, siempre veo reflejado el rostro sonriente de mi hermana.

miércoles, diciembre 14, 2005

miércoles, diciembre 07, 2005

El sonido de la lluvia

Estoy tratando de recordar el sonido de la lluvia al chocar con el cristal de la ventana. Veo a mi madre llorar y me parte el alma. Se ve tan viejecita. Lo ultimo que recuerdo es un grito que me erizó la piel, luego el silencio total, y su llanto callado.

Todo está tan quieto. Ni una hoja se mueve. Ni siquiera se siente la brisa de los vientos alisios. Quisiera huir, pero no puedo. Mi cuerpo se niega a responder a mi cerebro. Envío la orden pero es como si tuviera voluntad propia. Tantas veces lo obligué a echar a andar a pesar del dolor que me hacía arder el alma, que hoy se rebela.

No puedo sentir la lluvia, ni el viento, todo está tan callado, tan sólo puedo ver a mi madre sollozando muy quedo, tan quedo que más que oírla la imagino…

domingo, noviembre 27, 2005

Cuquito y yo en un domingo

Como tantos otros días, hoy amanecí triste. Debería acostumbrarme, han sido tantos los domingos tristes. La ilusión de ver a Cuquito me levanta, y, despierta, estoy pendiente hasta que comienza su canto mañanero para levantarlo. Me pregunto si sabe que en muchas ocasiones, la única razón para que me mueva de la cama es su presencia, y la necesidad que tiene de que le de alimento, le cambie el agua, y le saque de la jaula a jugar un rato.

Es apenas un pajarito, mi hijito alado, regalo de los cielos, para que la pena no me mate. Llegó a mi, cuando, habiendo perdido a dos hermanos de su clase, pensaba que no tendría el valor de tener un tercero. Venía con el cuello sin plumas, víctima de una depresión que hacía que se las arrancara. Sin embargo, está ahora tan lleno de alegría, que basta que le cante para que baile moviendo la cabeza y dando vueltas sobre sus patitas, en una afirmación de vida. Silba, y dice su nombre, y balbucea en un idioma extraño, palabras que no entiendo. Pero juro que, a veces, sonríe, y que sus ojos se hacen redondos y brillantes, para saludar la maravilla del día que amanece.

No le importa ser, entre aquellos de su clase, un pequeño patito feo sin plumas en el cuello, no le importa, porque se siente feliz, atendido y querido. Cuando jugamos y le lleno de mimos, y le escucho intentando gorjear, sé que si yo hubiera recibido amor, también, como el patito feo hubiera florecido, y bailaría y cantaría, y celebraría el sol de cada día.

Hoy será otro domingo triste, menos triste quizás, porque Cuquito me acompaña.

sábado, noviembre 19, 2005

Las estaciones

Las hojas de los árboles se han engalanado en una gama de amarillo a caramelo, que anuncia que el invierno, inmisericorde, se nos viene encima. Para cuando lleguen la nieve y el hielo, las ramas estarán completamente secas. Se siente en la brisa la punzada helada que entra por las costillas y me llega adentro, hasta el alma, allí dónde guardo los dolores que dejaron secos mis ojos, y mi cuerpo en frigidez perenne. De pronto, entre ellos, be visto un pequeño pino completamente verde, erguido en desafío. Siento una lágrima inesperada y con sollozos que convulsionan y deshielan mi cuerpo, grabo en su tronco mi nombre, para no olvidar que en él encontré la esperanza, frágil semilla que germinará en primavera y ofrecerá su cosecha al llegar el estío.

viernes, noviembre 18, 2005

Sus alas, mis alas

Apenas si estoy durmiendo en las noches y tengo sueños que son casi pesadillas. Me levanto cansada, exhausta y con sólo recuerdos fragmentados de lo soñado.

Anoche, por ejemplo, soñé que, algo o alguien, asustó a mi pajarito y lo hizo escapar hacia la calle. Desesperada, lo llamé, intentando que volviera, y justo en ese momento vi como saltaba en pedazos un ala, al chocar el pobrecito con unos cables. En el mejor de los casos, aunque se salvara, jamás volvería a poder emprender el vuelo.

Tantas veces tuve que remendar mis alas en mi vida, que un día, demasiado fatigada, las dejé atrás. Al despertar, me di cuenta que, una parte de mi, quiere sus alas. Hoy las retomo, sin importarme cuántas veces tenga que componerlas. Al recuperarlas, sé, que cuando quiera, soy enteramente libre para volar. A mi lado, Cuquito, quien con sus alas hizo crecer las mías, come tranquilo.

miércoles, noviembre 09, 2005

Identidad

Cuando me di cuenta de que era, me pensé mariposa en su crisálida. Tendría hermosas alas de brillantes colores e iría volando entre flores silvestres, impulsada por la brisa de la primavera. Quise ser libre y traté de escaparme, pero la piel que me cubría no cedía, y pensé, aún no es tiempo, y me quedé tranquila.

Con las brisas llegaron hermosas aves que anidaron en las ramas del árbol gigantesco en que habitaba, y les oí cantar hermosas melodías, que inundaban el alba y el atardecer con su acordes. Les vi amarse y procrear, y pensé, quiero ser ave. Traté de volar, pero no pude, y me dije, aún no es mi tiempo, y me quedé tranquila.

Caí al suelo, e intenté incorporarme, y no pude, y me di cuenta que nunca surcaría los aires, porque era mi tiempo y estaba atada a la tierra. Jamás sería mariposa libre en vuelo, ni ave cantarina migratoria. Y miré al cielo para maldecir mi suerte, y un rayo de luz se coló entre las ramas del árbol que fue para mi, madre y padre, dibujando sobre el suelo, inmensas sombras, que sentí como un abrazo. Entonces soñé que entre mis raíces crecían flores silvestres y que hermosas mariposas desplegaban sus alas de colores entre ellas. Imaginé aves anidando en mis ramas, saludando y despidiendo con sus cantos al sol, que con sus rayos se colaba entre las sombras de mis brazos. Y ante esa grandeza, bendije ser fecunda semilla.

domingo, noviembre 06, 2005

Demasiado tarde

Oí el llanto de los pájaros, cuando cayó la noche y no hice caso. Los pájaros no lloran, me dije en mis adentros. Sentí gemir al viento, y no hice caso, porque estaba acostumbrada a sentirlo en las noches entrar por mi ventana. Y entonces comenzó la lluvia. Una lluvia espantosa y sostenida. Siento a lo lejos el espantoso ruido de derrumbes, y el llanto de los niños, y los gritos de hombres y mujeres, y sé que es demasiado tarde, pero ya no hace ningún caso.

miércoles, octubre 26, 2005

Imagen

Hace tiempo que no tiene imagen. Un día cualquiera, la borró por completo. De tanto mirarse, yo pienso, de tanto mirarse y no verse. Ya no le importa. Cuando quiere, sólo cuando quiere, se asoma a fisgonear a los otros. De allí, donde ahora habita, detrás del espejo.

viernes, octubre 21, 2005

Cuerpo y sentimientos


Nadie oye mis gritos pidiendo ayuda porque hace tiempo que enmudecí. Sólo yo sé que, dentro de mí, las voces claman por una mano amiga, una palabra de cariño, un abrazo. Hace tiempo que pienso que no le importo a nadie. Me he ido secando por dentro; afuera el cuerpo camina, pero estoy muerta. Camino por la vida, cadáver andante. En ocasiones, alguien reconoce mi estado pero por la mirada sé, que, como yo, va andando muerto.

¿Qué puede hacer por un muerto, otro muerto? Nos saludamos con la mirada, con un encogimiento de hombros que dice te conozco, sé cómo te sientes, lo lamento, me gustaría ayudarte, pero no puedo.

Por mi parte, seguiré caminando hasta que mi cuerpo alcance a mis sentimientos.

miércoles, octubre 19, 2005

Río de recuerdos

Escribe sufriendo, arrancando retazos de memorias a la vida, vida que durante años intentó olvidar, y que ahora es río rebelde y rabioso de recuerdos, que rompiendo el dique, va cobrando fuerzas, ahogándole. Se sumerge, resurge, se asfixia, y luego revive en el acto de escribir.

miércoles, octubre 12, 2005

Los pájaros sueñan

Los pájaros en cautiverio sueñan, me decía mi abuelo. Sueñan con tierras remotas desde dónde vinieron sus antepasados. Colorean con sus plumas los sueños, tiñendo de azul el horizonte, de verdes los árboles. Trazan notas musicales que son un arpegio celestial, dulces gorjeos que llevan besos desde un punto al otro de los bosques que habitan cuando sueñan sueños de ser pájaros libres. Los pájaros en cautiverio, contaba mi abuelo, nunca pierden el instinto de volar.

Yo también sueño con un día volar, le dije a mi abuelo. El no me creyó porque de aquel pueblo nunca nadie se marchaba. Han pasado los años, y sueño con mi abuelo, y con pájaros, que pintan el horizonte de azul, y los árboles de verdes, y que trazan notas musicales en el pentagrama del cielo. Pero ahora sé que los pájaros libres también sueñan.

jueves, octubre 06, 2005

Mi niña y yo


Dame la mano, me pidió la niña. Y se la di para que se apoyara, y no perdiera el paso. Adelantó la niña en el camino, y yo me quede atrás.

La encontré mas tarde en el sendero, cuando ya la tenía olvidada. Me dijo, si prestas atención, escucharás la música. Traté de escuchar la melodía, pero me di cuenta que mi llanto constante lo impedía.

Toma mi mano, me pidió la niña. Escuché entonces a la brisa jugar con el follaje de los árboles, el batir de las alas de los pájaros, el agua que corría cantando sobre rocas, y más allá, muy lejos, las olas del mar acariciar con su vaivén la arena. Y desde entonces, cogidas de la mano y al compás de la música, mi niña y yo, caminamos juntas.

viernes, septiembre 30, 2005

El fantasma del silencio

Entró sigiloso y se acomodó en el lecho, porque era mullido. Tan pequeño era que no nos dimos cuenta. Se fue alimentando de nuestras discusiones, desacuerdos y malentendidos. Hambriento comió los portazos; tragó exabruptos; devoró el cinismo de palabras crueles, dichas para herirnos. Habiendo crecido y llegado a adulto, se fue multiplicando. Y se quedó conmigo, y se fue contigo y ambos llevamos, junto al fracaso, el fantasma de nuestros silencios.

jueves, septiembre 29, 2005

Cambiando

Si tú cambias, todo cambiaría, me dijo. Y yo, sumisa, y llena de esperanzas, comencé a cambiar. Y cambié, tanto cambié que me di cuenta que la obediencia ya no me entallaba y se lo dije, para que todo cambie, eres tú quien tiene que cambiar.

lunes, septiembre 26, 2005

Cuquito



No hay nada mas hermoso que un hijo alado.

Bondades

Te leo y entre cada palabra, puedo sentir tu pena. ¿No te cansa? A veces me parece, que si la dejaras atrás, como carga que ya no necesitas, sería más fácil tu marcha por la vida.

Alimentas tu pena y soledad, permitiendo que crezcan como un cáncer, y hasta cierto punto te recreas en ellas. Estás tan acostumbrada a usarlas de escudo, que si no estuvieran te sentirías desprovista de protección. Desnuda frente al mundo.

Se te olvida, creo, que si bien hay quien te atacaría con armas que hacen daño, algunos vendrían a cubrirte, y lo harían con amor y compasión. Bondades que sabes que existen, porque tú misma, alguna vez, las has practicado.

No todo es negro en este mundo incierto. Eres tú quién pinta las flores de colores.

martes, septiembre 20, 2005

La mirada triste


¿Lo recuerdas?, me dice. Y tengo que confesarle que no lo recuerdo. De hecho, de esa época no recuerdo nada. Es como una de esas pesadilla, en las que al despertarte, sabes que soñaste, que lloraste y sufriste, pero no recuerdas el contenido.

¿Cómo es posible que lo hayas olvidado? A veces, le explico, cuando algo duele mucho, lo echamos al trasto de nuestro inconciente, y allí queda. Eso hice con los recuerdos de esos años. Para mi suerte o desdicha, ni siquiera conservo las fotos. Se las quedó él, y yo, en un arranque de orgullo, no insistí en que me las devolviera.

Noto su sorpresa, y entonces soy yo quién le pregunta, ¿querrías recordarlo? Y me mira a los ojos con el reflejo de mi pena en ellos, y me dice, tienes razón, si a pesar de los años transcurridos aún conservamos esta mirada triste, creo que prefiero no tener idea de cómo llegó ahí.

viernes, septiembre 16, 2005

El robo

Cada instante que estás a mi lado, son minutos de vida que me robas. Risas apagadas, sonrisas desleídas, rubor perdido, ganas de vivir ahogadas. Te miro, y sé que has de llevarme a una tumba temprana, si no me estrujo el corazón, y te echo de mi lado, antes de que me destruyas por completo.

jueves, septiembre 15, 2005

No escribe

Se sienta frente al ordenador todos los días, en el mismo horario de siempre. La única diferencia es, que ahora, no escribe. Se secó la fuente, dice. Ya no hay mas historias, ni cuentos. Pero sabe mejor que eso, sabe que no puede escribir desde el día que se encontró haciendolo de su vida, demasiado cerca los cuentos de su realidad.

Siempre dijo que no escribía recuerdos, y mientras pudo lo hizo, pero ahora, cuando estos amenazan con saltar a la pantalla, siente miedo. Se niega a escribir porque sabe que, poco a poco, iría revelando demasiado de ella, de aquellas cosas que ha ido guardando a través del tiempo.

Cada mañana se sienta ante el ordenador pero sus dedos se niegan a apretar las teclas. Sólo cuando esté lista para hacerle frente a sus fantasmas, volaran sobre el teclado, en forma de palabras, las pesadillas, que ahora, en sueños, la acosan.

lunes, septiembre 12, 2005

jueves, septiembre 08, 2005

Solamente yo

Como una sombra me persigue, allí donde yo voy, el va conmigo. Te lo ruego, déjame sola, es hora de marcharte, llegó tu tiempo. Hace oídos sordos a mis súplicas, y más se acerca a mí. Me asusta, porque solamente yo veo su espectro…

jueves, septiembre 01, 2005

Historia de amor


- Me alcanza esa revista, por favor, - le dice coqueta, mientras extiende la mano.

La coquetería es innata, no puede evitarla, y por su voz dulce y cantarina, él no podría adivinar que tiene los ojos levemente rojos e hinchados, porque las gafas oscuras no le dejan verlos, aunque desde que se sentó, la observa de reojo.

Le extiende la revista, y sonriendo le comenta: - me muero por ver esos ojos, hermosos han de ser si se esconden para que su reflejo no queme.

Y ella se los mostraría, porque es cierto, son lindos sus ojos, pero ahora no, ahora ha llorado. Lloró mientras hacía la maleta la noche anterior, y lloró nuevamente mientras le escribía la nota a Jorge diciéndole que lo sabía todo, y que se iba. Que hiciera su vida, que fuera feliz con la otra.

Mira por la ventanilla del avión. Munich va quedando atrás, afuera llueve, y con una sonrisa que comienza a jugarle en los labios, piensa que todo empezó en un viaje similar…

martes, agosto 30, 2005

El mar


Los últimos rayos del sol ponen reflejos plateados en el agua. El murmullo de las olas al romper en las rocas, es canto de sirena. Mis sueños son niños que me cogen las manos. Niños que nunca nacieron.

Camino hacia el agua, con coro de risas de niños de sueños, niños que se adentran en el mar buscando tesoros de algas, corales y peces. "Vamos a hacerles compañía ", me gritan riendo. "Si vamos", contesto.

sábado, agosto 27, 2005

Coqueta

Zalamera, se le acerca melosa. ¿Me quieres?, le pregunta bajito. Y él contesta, te adoro, eres mi niña linda, mi vida. ¿Por siempre, me querrás por siempre? Claro, muñeca, aún mas que siempre. Se ríe coqueta, y corriendo se aleja. Desde lejos le grita, abuelo, cuando crezca, tendrás que casarte conmigo.

viernes, agosto 26, 2005

Se llama Cuquito

Llegó a casa con el cuello sin plumas, silencioso y huraño hace apenas seis días. Cuando entramos ya me había arrepentido de haberlo comprado. Y entonces no sabía cuánta atención iba a requerir. Debe haber pasado grandes tristezas porque, si es cierto lo que me dijeron cuando lo adquirí, no tenía atención, y a él no le gusta estar solo. El tiempo que está fuera de la jaula, se la pasa a mi lado. Cuando está en la jaula, me llama constantemente: me chifla, me tira besos con tal de que vaya a verlo. No me permite tocarlo, y devolverlo a la jaula es una odisea y, sin embargo, esta tarde, pasaba el pico por mi muslo, en una especie de juego. Nos parecemos mucho. No permito que nadie se me acerque demasiado, pero necesito compañía. Se llama Cuquito, y es mi nuevo hijo alado.

lunes, agosto 15, 2005

Me has traicionado

Me has traicionado, me reprocha. Por quince segundos de gloria, me vendiste. Orgulloso y dolido, me mira, y sé que es cierto, porque en cierta medida yo también lo pienso. Quiero explicarle que tuve y tengo mis razones, que al igual que él, yo tengo miedo. Pero no me escucha, y me pregunto si habrán quedado mudos para siempre y ya ni siquiera podré escuchar el eco de los cascabeles.

sábado, agosto 13, 2005

Eco en el silencio

Decía el contestador: al sonido del silencio deja el mensaje… Y yo, tonta, le dejaba el mensaje que él nunca devolvía. Un día descubrí que en el silencio, mi voz no hacía eco.

viernes, agosto 12, 2005

Se le escapan


Marca el número, pero cuelga antes de que el teléfono timbre al otro lado. Le extraña y aunque se ha jurado no llamarlo, al menor descuido, sus dedos se le escapan y presionan los números. Una parte de su cerebro reacciona, y envía la orden a la mano, que remolona, cuelga.

Se conformaría con escuchar su voz en el contestador, porque a esta hora no debe de estar en el departamento. La última vez que estuvieron juntos, la discusión terminó con la salida de él, tirando la puerta. Atrás quedaron las recriminaciones y el no quiero saber nunca mas de ti, no me llames, y el no te preocupes que no pienso hacerlo. Ya no importa quién dijo qué, sólo sabe que necesita oírlo. Sus dedos presionan los números y en el último instante, justo antes de colgar, oye su voz que contesta. ¿Qué hace a esta hora en el apartamento? ¿Está allí con la otra?

Una amiga bien intencionada se lo dijo. No me gustaría que me pasara a mí, y nadie me enterara. Tienes que darte a respetar.

Sabe que colgará nuevamente, pero igual, sus dedos se le escapan.

viernes, agosto 05, 2005

Fur Elise


El estallido me despertó de un sueño sombrío. La explosión de un arma de fuego no me hubiera conmocionado tanto.

Estaba practicando puntas en mis zapatillas plateadas de ballet. Hoy doy giros y giros en mis puntas plateadas, quiero hacerlos hasta perfeccionarlos, porque esta noche tenemos invitados. Me envuelvo en la música como en gasas de colores, colores que me hacen evocar sueños, recuerdos, amores. Entre gasas, y giros y giros, pienso en mis padres, mis hermanos, y mi esposo...

En el suelo entre los fragmentos de cristal, la figura de la muñeca plateada, de puntas plateadas, y vestido plateado que daba vueltas y vueltas en puntas, al sonido de la música que amo. Fue su regalo para mí al casarnos. Me dijo que la figura de la caja de música se parecía a mí. En su gracia, mi gracia. En sus movimientos los míos. En las zapatillas plateadas, enlazando tobillos, los míos enlazados. La pequeña cúpula de cristal, nuestro hogar. Pero el cristal está roto, bastó lanzarlo contra la pared. Con mucho cuidado para no herir mis pies descalzos, abro la puerta y salgo a la calle.

sábado, julio 30, 2005

Aroma a candado

No me he sentido bien en estos días, una inmensa tristeza se apodera de mí a ratos. Así que me he sentado sola y en silencio, y me he adentrado a examinar mis sentimientos. Al hacerlo me acometió este olor asfixiante a limo, ese olor que produce algo que ha estado guardado durante mucho tiempo. Busqué qué puede estarlo causando, y encontré al amor abandonado, lagrimoso, y calenturiento. Por favor, me ha dicho, déjame estar tranquilo, y he puesto de nuevo el candado que cierra su aposento para que nadie le moleste.

martes, julio 26, 2005

Mi abuelo era sabio

Mi abuelo tenía la frente arrugada de tanto pensar, y surcos en las mejillas de tanto vivir. Caminaba encorvado, arrastrando los pies, y a veces, tenía que sentarse a descansar y me enviaba por agua.

Mientras la degustaba, miraba a lo alto. En ocasiones, me parecía ver una chispa en sus ojos, y, entonces, con su bastón señalaba amenazante al cielo, mientras mascullaba bajito unas palabras ininteligibles.

-¿Qué le pasa?, abuelo, - le preguntaba.

El, con su voz cascada, siempre me contestaba, -nada, pequeña, es que las penas nunca vienen solas.

Era sabio mi abuelo.

Un beso, Chico

Hoy, mientras te veía agonizar, y trataba en vano de calentar tu cuerpecito, he pensado que la vida es injusta. No tenía que verte morir para comprender lo mucho que significabas para mí.

Espero que si hay un cielo para pajaritos, hasta allí te haya llegado el rumor de mi llanto. He llorado tu pérdida tanto como lloré la de More, con el mismo dolor y pena, y aún más, quizás. En la muerte, no hay la esperanza de vida y libertad que puedo soñar para More.

Guardo tus fotos, pero no serán necesarias, porque quedas grabado en mi corazón, allí, en el mismo lugar en que reside el recuerdo de More. Que en vida y en muerte ambos sepan que los amé y los amo. Un beso, Chico…

lunes, julio 11, 2005

Cobardía

Con el tiempo, me he ido llenando de una inmensa tristeza. Sale del convencimiento de que es inevitable que la vida deje huellas en el cuerpo, en el rostro, y también en el alma. Pero lo que más me acongoja, es que no tengo ganas de seguir viviendo, y que desde mucho hace tiempo me siento así. Es un vivir sin motivo ni dirección, en que he soltado el guía, y la embarcación va dando tumbos. Hace años que abandoné el navío a su propia suerte, es una nave fantasma en la que habito.

Y si con un inmenso esfuerzo fuese posible recuperar el mando, no lo quiero, que es más fácil hundirme en la amargura, bañarme en el dolor, que intentar hacer algo con mi vida. He cerrado la puerta, me he alejado de todos, y dejo que la mar fije el rumbo, que me lleva, inevitablemente, a zozobrar.

domingo, julio 10, 2005

Mi niña bonita

-Mi niña bonita- me dice, y toma mi cara en sus manos.

Yo sé que me quiere, siempre me ha querido. Me mira como se mira a una diosa, para él soy lo más puro y hermoso que ha habido en su vida.

Quisiera gritarle que no le amo, que nunca le amé, que es un viejo, que siento la necesidad imperiosa de unas manos jóvenes y cálidas recorrer mi cuerpo, una lengua ardiente hurgar cada hueco, unos labios húmedos besarme hasta que sangre mi boca.

Pero cuando me dice mi niña bonita, y me mira a los ojos, como si leyera mis pensamientos, me desarma. Entonces me repito que es bueno, que me tiene como a una reina, que mil mujeres darían cualquier cosa por tenerlo a su lado.

Y me muerdo los labios, y callo.

sábado, julio 09, 2005

Quince minutos de gloria

Últimamente mi cuerpo y yo estamos desincronizados. Mi cerebro da la orden de levantarse, mi cuerpo se niega. Se siente como una maleta vieja y pesada que sobra. Ese es el problema no solamente de los años que pasan, es problema de la inercia con que nos arropa la depresión al ver las vidas de otros pasar por el lado, sin que llegue la nuestra.

Siempre que me reúno con amistades para unas horas de música, tragos y una picadera, se me hace más patente el hecho de que ellos parecen cambiar y yo no. No cambiar físicamente, de hecho, anoche las noté más gorditas, y lentas. Pero sí tienen adelantos. Una está escribiendo, otra cuida sus nietos y trabaja con su hijo (esa es la más que ha aumentado de peso), una está preparando su próxima boda y comenzó un nuevo empleo que significa un ascenso, mientras yo me mantengo atrapada en tierra de nadie. Y es que se supone que todos tenemos derecho a quince minutos de gloria. Pero los míos no llegan.

La cuestión es que por fin logro levantar mi cuerpo utilizando la inercia para arrancar. Voy al baño, me miro al espejo, me pregunto qué voy a hacer en el día que mejore mi vida, y me saco la lengua. Eso es algo, pienso. Mientras no me coja demasiado en serio tengo un pie adelante a la depresión. Abro la ducha y en lo que el agua alcanza la temperatura óptima me desvisto y me examino de cuerpo entero. El cuerpo humano es una maravilla. Piezas y piezas, cada una con su función. Mi cuerpo es labios, ojos, manos, vulva, pies. Con horror, recuerdo que anoche, con unas copas de más, unas se fueron a meter con otras. Desquiciados quince minutos de gloria.

Página en blanco

Mientras mas leo, menos escribo. No escribo porque he descubierto, que contrario a otros, no tengo absolutamente nada importante que decir.

Sólo sé que no sé nada, y que en boca cerrada no entran moscas. Eso sí, una página en blanco, nunca es ignorada.

domingo, julio 03, 2005

De la vida y la muerte

Me sorprende el sueño, que mas que sueño es la visión momentánea de More. Está quieto. Me toma unos segundos darme cuenta que es él, y que está muerto. Por unos breves instantes me horroriza el pensarlo. Tengo entonces que aceptar que no existe, aunque viva, porque no volverá. Es cruel la visión, me obliga a enfrentar la realidad de la vida y la muerte, de haber perdido un ser viviente que amaba, pero dentro del dolor, me fuerza a aceptar que la vida para mí, por ahora, continúa, y que Chico está aquí, y que le quiero, no igual, nunca queremos igual, diferente.

Es absurdo cómo nos apegamos a las cosas, y a las gentes cuando sabemos que todo es perecedero, aún nosotros. Que la vida nos da y la muerte nos quita, siendo la vida y la muerte una línea continua.

viernes, julio 01, 2005

Estrellas

Tenía estrellas en los ojos, tan joven e ingenua era. Estrellas que brillaban aún de día, porque los sueños nunca tienen hora. No se sentía ni especialmente hermosa ni atractiva, pero creía en el amor y la felicidad, y el cuento de que hay un príncipe para cada mujer-princesa.

Pasaron tantos días, tantas noches, transcurrió tanta vida y lloró tanto, que las estrellas se fueron escapando. La última se deslizó en forma de lágrima por una mejilla ajada por los años.

La lágrima cayó en su mano y por un instante el fulgor de la estrella captó su atención. La observó cuidadosamente, porque había visto otras caer antes, y sabía que sólo esa le quedaba. La besó antes de dejarla libre con un soplo, y la vió alejarse, haciendo volteretas en el viento. Con ojos apagados, pero sabios, retornó a sus tareas.

miércoles, junio 22, 2005

Un día caluroso


La tarde feroz se nos ha caído encima, el calor arrecia. La mañana no fue tan desgastante, aunque ya anunciaba un día pesado. Cuando hace mucho calor no puedo pensar o pienso mucho, y, en ocasiones, el dolor me inunda. Hoy no tengo consuelo, porque mi hijo alado se fue y no ha vuelto, y he tenido que aceptar que no volverá nunca.

Un descuido mío ha sido la causa de tanto sufrimiento; un pajarito perdido y sin hogar, otro desarraigado, y yo, llena de pena. Sabía que el recién llegado no llenaría el vacío, eso lo supe tan pronto llegó a casa, pero es un bebé alado también y tiene derecho a ser amado. Impotente me mira, y yo le pido que tome algún alimento. Está demasiado asustado, se siente perdido sin sus compañeros, y quizás, a cierto nivel, comprende que esa no es su casa, que sigue siendo la jaula de mi hijo perdido.

Le he prometido que poco a poco la iremos rearreglando para hacerla suya. Le toqué el penacho y la cabeza, tratando de no asustarlo demasiado, ni de apresurarlo a aceptarme cuando apenas me conoce. Y miro su cuerpecito tratando de recordar si More, de pequeño, era igual o parecido y por un momento me ha embargado una gran ternura viéndole temblar de miedo; en mis adentros he sentido que puedo quererlo. Seco mis lágrimas; son sólo sudor, me digo, es que es un día demasiado caluroso.

lunes, junio 13, 2005

More

Adios, More. Me vas a hacer mucha falta. Que en tu libertad, encuentres la felicidad que yo no encontré en la mía. Te quiero mucho...

sábado, junio 11, 2005

La luz

La luz rompió las tinieblas. Descubierto, desgarró el silencio con un alarido gutural. En la oscuridad no hay diferencias, no hay barreras, es la luz la que desnuda las conciencias, y nos hace enfrentarnos al espejo, en que vemos el rostro deformado por los hechos.

domingo, mayo 29, 2005

Ya no

La cansina lluvia, otrora intermitente, ahora nunca cesa. Las gotas tropiezan contra la ventana, creando un efecto extraño, cuerpos amorfos, que, sin poder remediarlo, van resbalando por sobre la superficie plana, formando intrincados y grotescos diseños, hasta caer y ser tragados por la tierra. El efecto es uno sombrío y triste, porque semejan lágrimas a veces, lágrimas que se pierden en la nada. El destino ha sido tallado en la roca; nada puede detenerlo. Y afuera sigue lloviendo sin tregua.

El cielo siempre gris, hace tiempo no se ven los colores con que el sol alumbraba. Se han perdido los rojos, los naranjas, los amarillos, el blanco, el azul. Todo es una bruma gris, neblina oscilante que nos circunda. La monotonía unicolor ha sacado la parte oscura del alma donde habitan aquellas pasiones que destruyen, el odio, la codicia y la envidia. Y sigue lloviendo sin tregua.

Te asomas a la calle y ves una espesa cortina que semeja vidrio que te separa del exterior. Afuera, dentro de una burbuja gigante, los otros. Te mudas a ella con sólo salir a la calle, pero no ofrece protección. Dentro de la burbuja, el calor que emiten las pasiones se hace insoportable. Quema la piel, mientras la lluvia, que no cesa, va calando los huesos, como paliativo a la fiebre, medicina falsa, porque igualmente mata.

El tiempo pasa inexorable, se adivina el futuro. Cada vez más cercanos al final, ya no hay Paraíso.

viernes, mayo 20, 2005

More

Oigo a More cantar y es la mejor medicina. Cantar exactamente cantar, no, que de gorjear dejó hace mucho, pero grita, o chilla y salta de una rama a otra. Al menos hay vida en esta casa.

No será tan malo, me digo, de ahora en adelante es cuestión de mirar pasar el tiempo, y hacer… hacer… lo que se me ocurra. Que no tengo que hacer nada que no quiera hacer, y eso incluye complacer a alguien, a cualquiera. Ya no. Ya se perdió el encanto, si hubo alguno y no hay ilusiones ni sueños en las alforjas.

Sin equipaje que me pese, será más fácil caminar por los caminos por los que transito, y, a lo mejor, me aventure y tome uno nuevo, un nuevo camino nunca recorrido, que me lleve a un lugar distinto, donde el sol aunque radiante nunca queme, y la noche, oscura, no sea escalofriante. Donde sin miedo, ni angustias, encuentre el sendero libre de escollos y me salgan al paso mil sonrisas: las que nunca sonreí, las que perdí, las que alguna vez me negaron. Y entonces, podré, quizás, ser feliz. Y si tengo suerte, More irá cantando conmigo…

jueves, mayo 05, 2005

Por qué

En ocasiones, y sin desearlo, me llegan los recuerdos de cuando éramos nosotros. Pequeños incidentes, comentarios, situaciones, recuerdos que me asaltan y me abaten. Me entristecen, no porque quiera retornar a ese pasado compartido, sino por la claridad con que veo por qué nuestros caminos debieron separarse. Y es tanta la luz que traen con ellos, que lo único que me sorprende es que estuvimos juntos.

domingo, abril 24, 2005

Perdida

A veces me parece que me pierdo, que no soy. Me busco entre los recuerdos tangibles, y el rostro que me mira desde las viejas fotos que guardo, muy pocas, es un rostro que desconozco. Me sonríe desde un pergamino que va perdiendo el brillo y los colores. El tiempo, inexorable, ha ido cambiando no sólo las facciones, sino la vida misma.

Y entonces busco recuerdos intangibles que me aseguren que soy, y que me vuelvan a la realidad de mi vida, y me siento aún más perdida, porque sólo siento el dolor de lo que se escapó, o de lo que no tuve, excepto en sueños. Me tiemblan las manos, palidezco, y vuelvo allí, a donde pertenezco, al viejo rincón de lo olvidado.

sábado, abril 16, 2005

De vuelta

Estoy de vuelta de no ir a ningún sitio. Afuera hay sol, More canta, y casi puedo oir el sonido de los cascabeles.

lunes, abril 04, 2005

El pie de Cenicienta

En más de una ocasión pensé que podríamos superar las diferencias que cada vez hacían más honda la brecha que se abría entre nosotros. Una oportunidad más, pensaba, y eso sería suficiente para que comprendieras que tu comportamiento me irritaba, y me alejaba. Quise pensar por ti, y ese fue mi error. Ahora, después de varios meses transcurridos luego del rompimiento final, mirando fríamente la trayectoria de nuestro corto viaje juntos, me doy cuenta de que nunca consideraste cambiar. Posiblemente pensabas que era demasiado exigente, que te quería perfecto, conforme al molde que yo había diseñado, y en el que vanamente intentaba acomodarte. Y es cierto, sí quería que cambiaras, que te amoldaras a lo que yo tanto deseaba. No fui justa, pedí de ti algo que nadie debe pedir nunca, que cambiaras tan sólo para complacerme. No he cambiado el molde, porque sé lo que quiero, pero sí he cambiado mi forma de pensar. No intento ya buscar a alguien a quien recortar para que se acomode, ahora sé que quien yo quiera, ha de tener la forma precisa para el molde, como el pie de Cenicienta en su zapato.

jueves, marzo 24, 2005

Remedios para la depresión

Siento el deseo de vivir abandonar mi cuerpo. Hace tiempo sabía que lo estaba reteniendo prisionero contra su voluntad. Al despertar esta mañana, me vi sola en la cama, sin planes para el día, y dejé que se fuera lentamente, nadando en la sangre que va pintando de rojo tinto las sábanas. Mi color favorito.
-------------------------------
Tanto he llorado en mi vida, que tengo dos surcos marcados en mi rostro que corren de los ojos hasta la comisura de los labios. Son dos franjas hundidas, canales que marcan el camino recorrido por mis lágrimas, sendero aún en construcción.
--------------------------------
He ido a la farmacia y he comprado los antidepresivos que me recetó el médico. Me ha dicho que tengo que poner de mi parte, hacer el esfuerzo. Y lo he hecho, me he tomado el contenido del frasco de un tirón.
---------------------------------
Dicen que el agua clara tiene poderes curativos. Así que vine al río, y subí por la ladera de la montaña hasta la poza que no tiene fondo, porque la caída del agua es allí más grande, y más fuerte, y necesito un despojo. Necesito que con su fuerza, el agua se lleve las pesadillas que me impiden el sueño, que se hundan en ella sin alcanzar jamás el suelo, devolviéndome la libertad. Es difícil llegar al centro de la caída, y utilicé una cuerda para poder hacerlo. Una vez he sentido el chorro frío de agua sobre mi sien, ha sido fácil, sólo he tenido que soltar la soga.

martes, marzo 22, 2005

El tiempo en clave

En mi vida, es la tristeza la que marca el compás del tiempo. Compás sin melodía, de sonidos monótonos, a veces casi imperceptibles, a veces atronadores. Cada día es lo mismo, igual que las manecillas del reloj que lentamente marchan, pero que nunca se detienen, escucho como mi tiempo pasa, siempre en clave de tristeza.

miércoles, marzo 09, 2005

Se busca una niña

Dame cuerpo, me dijo. Y la imaginé niña. Háblame, suplicó. Ahora no puedo, no tengo tiempo, le dije. Escúchame, pidió. No puedo atenderte, respondí, tengo cosas importantes que hacer. Y me marché, dejando atrás aquella niña adolorida. Desde entonces, incompleta, la busco, porque al abandonarla, dejé atrás la risa y la alegría.

lunes, febrero 14, 2005

Recuerdo su mirada

Recuerdo su mirada. Algo especial en ella, despertaba en mí deseos de abrazarla y de decirle que no tuviera miedo. El resto de ella, por alguna razón, elude mi memoria. Sólo puedo evocar aquellos ojos que miraban con una extraña tristeza, como si suplicara ayuda para liberarse de quién sabe qué monstruos que la acompañaban.

Supongo que en cierta forma me identifiqué con ella. También yo tenía fantasmas que se me aparecían a las horas más intempestivas, a susurrar recuerdos dolorosos en mis oídos. Continuamente me miraba al espejo, tratando de decidir si mi mirada era tan temerosa como la suya.

A los pocos meses, y luego de un gran esfuerzo de mi parte, logré recuperarme, y salir del sanatorio. Ella se quedó atrás con su mirada triste, y ahora, de vez en cuando, si me detengo ante algún espejo, veo sus ojos que me observan.

Un nuevo año

De frente a la vida, sola en el sendero, recibo un nuevo año. Mi parte de niña llora el silencio de la soledad. Mi parte gitana recoge a la niña, y caminan juntas, oyendo el sonido de los cascabeles que les trae el viento, como una caricia sonora...