martes, julio 26, 2005

Mi abuelo era sabio

Mi abuelo tenía la frente arrugada de tanto pensar, y surcos en las mejillas de tanto vivir. Caminaba encorvado, arrastrando los pies, y a veces, tenía que sentarse a descansar y me enviaba por agua.

Mientras la degustaba, miraba a lo alto. En ocasiones, me parecía ver una chispa en sus ojos, y, entonces, con su bastón señalaba amenazante al cielo, mientras mascullaba bajito unas palabras ininteligibles.

-¿Qué le pasa?, abuelo, - le preguntaba.

El, con su voz cascada, siempre me contestaba, -nada, pequeña, es que las penas nunca vienen solas.

Era sabio mi abuelo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

rosa margarita, me alegra mucho poder leer tu trabajo en este blog, maravilloso como siempre, muchos saludos a las chicas en el taller, desde florida, un abrazo.