martes, agosto 30, 2005

El mar


Los últimos rayos del sol ponen reflejos plateados en el agua. El murmullo de las olas al romper en las rocas, es canto de sirena. Mis sueños son niños que me cogen las manos. Niños que nunca nacieron.

Camino hacia el agua, con coro de risas de niños de sueños, niños que se adentran en el mar buscando tesoros de algas, corales y peces. "Vamos a hacerles compañía ", me gritan riendo. "Si vamos", contesto.

sábado, agosto 27, 2005

Coqueta

Zalamera, se le acerca melosa. ¿Me quieres?, le pregunta bajito. Y él contesta, te adoro, eres mi niña linda, mi vida. ¿Por siempre, me querrás por siempre? Claro, muñeca, aún mas que siempre. Se ríe coqueta, y corriendo se aleja. Desde lejos le grita, abuelo, cuando crezca, tendrás que casarte conmigo.

viernes, agosto 26, 2005

Se llama Cuquito

Llegó a casa con el cuello sin plumas, silencioso y huraño hace apenas seis días. Cuando entramos ya me había arrepentido de haberlo comprado. Y entonces no sabía cuánta atención iba a requerir. Debe haber pasado grandes tristezas porque, si es cierto lo que me dijeron cuando lo adquirí, no tenía atención, y a él no le gusta estar solo. El tiempo que está fuera de la jaula, se la pasa a mi lado. Cuando está en la jaula, me llama constantemente: me chifla, me tira besos con tal de que vaya a verlo. No me permite tocarlo, y devolverlo a la jaula es una odisea y, sin embargo, esta tarde, pasaba el pico por mi muslo, en una especie de juego. Nos parecemos mucho. No permito que nadie se me acerque demasiado, pero necesito compañía. Se llama Cuquito, y es mi nuevo hijo alado.

lunes, agosto 15, 2005

Me has traicionado

Me has traicionado, me reprocha. Por quince segundos de gloria, me vendiste. Orgulloso y dolido, me mira, y sé que es cierto, porque en cierta medida yo también lo pienso. Quiero explicarle que tuve y tengo mis razones, que al igual que él, yo tengo miedo. Pero no me escucha, y me pregunto si habrán quedado mudos para siempre y ya ni siquiera podré escuchar el eco de los cascabeles.

sábado, agosto 13, 2005

Eco en el silencio

Decía el contestador: al sonido del silencio deja el mensaje… Y yo, tonta, le dejaba el mensaje que él nunca devolvía. Un día descubrí que en el silencio, mi voz no hacía eco.

viernes, agosto 12, 2005

Se le escapan


Marca el número, pero cuelga antes de que el teléfono timbre al otro lado. Le extraña y aunque se ha jurado no llamarlo, al menor descuido, sus dedos se le escapan y presionan los números. Una parte de su cerebro reacciona, y envía la orden a la mano, que remolona, cuelga.

Se conformaría con escuchar su voz en el contestador, porque a esta hora no debe de estar en el departamento. La última vez que estuvieron juntos, la discusión terminó con la salida de él, tirando la puerta. Atrás quedaron las recriminaciones y el no quiero saber nunca mas de ti, no me llames, y el no te preocupes que no pienso hacerlo. Ya no importa quién dijo qué, sólo sabe que necesita oírlo. Sus dedos presionan los números y en el último instante, justo antes de colgar, oye su voz que contesta. ¿Qué hace a esta hora en el apartamento? ¿Está allí con la otra?

Una amiga bien intencionada se lo dijo. No me gustaría que me pasara a mí, y nadie me enterara. Tienes que darte a respetar.

Sabe que colgará nuevamente, pero igual, sus dedos se le escapan.

viernes, agosto 05, 2005

Fur Elise


El estallido me despertó de un sueño sombrío. La explosión de un arma de fuego no me hubiera conmocionado tanto.

Estaba practicando puntas en mis zapatillas plateadas de ballet. Hoy doy giros y giros en mis puntas plateadas, quiero hacerlos hasta perfeccionarlos, porque esta noche tenemos invitados. Me envuelvo en la música como en gasas de colores, colores que me hacen evocar sueños, recuerdos, amores. Entre gasas, y giros y giros, pienso en mis padres, mis hermanos, y mi esposo...

En el suelo entre los fragmentos de cristal, la figura de la muñeca plateada, de puntas plateadas, y vestido plateado que daba vueltas y vueltas en puntas, al sonido de la música que amo. Fue su regalo para mí al casarnos. Me dijo que la figura de la caja de música se parecía a mí. En su gracia, mi gracia. En sus movimientos los míos. En las zapatillas plateadas, enlazando tobillos, los míos enlazados. La pequeña cúpula de cristal, nuestro hogar. Pero el cristal está roto, bastó lanzarlo contra la pared. Con mucho cuidado para no herir mis pies descalzos, abro la puerta y salgo a la calle.