Me has traicionado, me reprocha. Por quince segundos de gloria, me vendiste. Orgulloso y dolido, me mira, y sé que es cierto, porque en cierta medida yo también lo pienso. Quiero explicarle que tuve y tengo mis razones, que al igual que él, yo tengo miedo. Pero no me escucha, y me pregunto si habrán quedado mudos para siempre y ya ni siquiera podré escuchar el eco de los cascabeles.
1 comentario:
¿Quién o qué lleva puestos los cascabeles?
Un beso.
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