La memoria de los hombres es corta cuando prometen algo. No estoy hablando de amor, porque de sobra sabemos que el amor no es para siempre y usualmente ni siquiera es sincero. Olvidan las palabras tiernas apenas nos llevan a la cama. Nos duele, pero ese sufrimiento lo conocemos.
Hablo de las pequeñas cosas del diario vivir, de esos pequeños detalles, acciones cotidianas que nosotras hacemos aún sin prometerlas pero que ellos no cumplen aunque hayan empeñado su palabra. A veces son cosas tan insignificantes que imagino que piensan que no importa. Tienen razón, aquello que prometieron usualmente no es importante, pero su olvido es lo que nos va volviendo duras y nos lleva a la desilusión y finalmente a la desconfianza y al desamor.
Hablo de las pequeñas cosas del diario vivir, de esos pequeños detalles, acciones cotidianas que nosotras hacemos aún sin prometerlas pero que ellos no cumplen aunque hayan empeñado su palabra. A veces son cosas tan insignificantes que imagino que piensan que no importa. Tienen razón, aquello que prometieron usualmente no es importante, pero su olvido es lo que nos va volviendo duras y nos lleva a la desilusión y finalmente a la desconfianza y al desamor.