viernes, septiembre 30, 2005

El fantasma del silencio

Entró sigiloso y se acomodó en el lecho, porque era mullido. Tan pequeño era que no nos dimos cuenta. Se fue alimentando de nuestras discusiones, desacuerdos y malentendidos. Hambriento comió los portazos; tragó exabruptos; devoró el cinismo de palabras crueles, dichas para herirnos. Habiendo crecido y llegado a adulto, se fue multiplicando. Y se quedó conmigo, y se fue contigo y ambos llevamos, junto al fracaso, el fantasma de nuestros silencios.

jueves, septiembre 29, 2005

Cambiando

Si tú cambias, todo cambiaría, me dijo. Y yo, sumisa, y llena de esperanzas, comencé a cambiar. Y cambié, tanto cambié que me di cuenta que la obediencia ya no me entallaba y se lo dije, para que todo cambie, eres tú quien tiene que cambiar.

lunes, septiembre 26, 2005

Cuquito



No hay nada mas hermoso que un hijo alado.

Bondades

Te leo y entre cada palabra, puedo sentir tu pena. ¿No te cansa? A veces me parece, que si la dejaras atrás, como carga que ya no necesitas, sería más fácil tu marcha por la vida.

Alimentas tu pena y soledad, permitiendo que crezcan como un cáncer, y hasta cierto punto te recreas en ellas. Estás tan acostumbrada a usarlas de escudo, que si no estuvieran te sentirías desprovista de protección. Desnuda frente al mundo.

Se te olvida, creo, que si bien hay quien te atacaría con armas que hacen daño, algunos vendrían a cubrirte, y lo harían con amor y compasión. Bondades que sabes que existen, porque tú misma, alguna vez, las has practicado.

No todo es negro en este mundo incierto. Eres tú quién pinta las flores de colores.

martes, septiembre 20, 2005

La mirada triste


¿Lo recuerdas?, me dice. Y tengo que confesarle que no lo recuerdo. De hecho, de esa época no recuerdo nada. Es como una de esas pesadilla, en las que al despertarte, sabes que soñaste, que lloraste y sufriste, pero no recuerdas el contenido.

¿Cómo es posible que lo hayas olvidado? A veces, le explico, cuando algo duele mucho, lo echamos al trasto de nuestro inconciente, y allí queda. Eso hice con los recuerdos de esos años. Para mi suerte o desdicha, ni siquiera conservo las fotos. Se las quedó él, y yo, en un arranque de orgullo, no insistí en que me las devolviera.

Noto su sorpresa, y entonces soy yo quién le pregunta, ¿querrías recordarlo? Y me mira a los ojos con el reflejo de mi pena en ellos, y me dice, tienes razón, si a pesar de los años transcurridos aún conservamos esta mirada triste, creo que prefiero no tener idea de cómo llegó ahí.

viernes, septiembre 16, 2005

El robo

Cada instante que estás a mi lado, son minutos de vida que me robas. Risas apagadas, sonrisas desleídas, rubor perdido, ganas de vivir ahogadas. Te miro, y sé que has de llevarme a una tumba temprana, si no me estrujo el corazón, y te echo de mi lado, antes de que me destruyas por completo.

jueves, septiembre 15, 2005

No escribe

Se sienta frente al ordenador todos los días, en el mismo horario de siempre. La única diferencia es, que ahora, no escribe. Se secó la fuente, dice. Ya no hay mas historias, ni cuentos. Pero sabe mejor que eso, sabe que no puede escribir desde el día que se encontró haciendolo de su vida, demasiado cerca los cuentos de su realidad.

Siempre dijo que no escribía recuerdos, y mientras pudo lo hizo, pero ahora, cuando estos amenazan con saltar a la pantalla, siente miedo. Se niega a escribir porque sabe que, poco a poco, iría revelando demasiado de ella, de aquellas cosas que ha ido guardando a través del tiempo.

Cada mañana se sienta ante el ordenador pero sus dedos se niegan a apretar las teclas. Sólo cuando esté lista para hacerle frente a sus fantasmas, volaran sobre el teclado, en forma de palabras, las pesadillas, que ahora, en sueños, la acosan.

lunes, septiembre 12, 2005

jueves, septiembre 08, 2005

Solamente yo

Como una sombra me persigue, allí donde yo voy, el va conmigo. Te lo ruego, déjame sola, es hora de marcharte, llegó tu tiempo. Hace oídos sordos a mis súplicas, y más se acerca a mí. Me asusta, porque solamente yo veo su espectro…

jueves, septiembre 01, 2005

Historia de amor


- Me alcanza esa revista, por favor, - le dice coqueta, mientras extiende la mano.

La coquetería es innata, no puede evitarla, y por su voz dulce y cantarina, él no podría adivinar que tiene los ojos levemente rojos e hinchados, porque las gafas oscuras no le dejan verlos, aunque desde que se sentó, la observa de reojo.

Le extiende la revista, y sonriendo le comenta: - me muero por ver esos ojos, hermosos han de ser si se esconden para que su reflejo no queme.

Y ella se los mostraría, porque es cierto, son lindos sus ojos, pero ahora no, ahora ha llorado. Lloró mientras hacía la maleta la noche anterior, y lloró nuevamente mientras le escribía la nota a Jorge diciéndole que lo sabía todo, y que se iba. Que hiciera su vida, que fuera feliz con la otra.

Mira por la ventanilla del avión. Munich va quedando atrás, afuera llueve, y con una sonrisa que comienza a jugarle en los labios, piensa que todo empezó en un viaje similar…