viernes, octubre 29, 2004

Imagina

Imagina que puedes imaginar que imaginabas un mundo de papel, lleno de palabras armoniosas que es el mundo que imaginas que es.

Imagina que puedes imaginar que imaginabas un mundo mineral, un mundo donde las piedras son de oro y el agua brilla, y flotas sobre hierba húmeda, y entonces imagina que puedes imaginar que imaginabas un mundo vegetal. Y las flores son de miles de colores, y las mariposas vuelan a tu alrededor, y tu voz son notas armoniosas que cantan un canto de amor, de vida, de esperanza…

De pronto el mundo estalla, se oye un alarido espantoso, eco animal que reverbera en valles y rebota en las montañas, e imagina que puedes imaginar que imaginabas un mundo que no es, un mundo que tan sólo vive en tu voz, en el papel.

domingo, octubre 24, 2004

Atardecer

Siento sobre mi cuerpo la brisa que viene del mar, trayendo con ella gotas de agua salada. El sol me tuesta la cara, y veo cuando imponente, rojo y regordete, se va hundiendo en el agua, para salir, bañado de estrellas, transmutado en sensual luna llena.

lunes, octubre 18, 2004

Sueño

Te soñé en las cortas noches del estío, y te arropé en mis brazos en las largas horas nocturnales del invierno. Te arrullé con cantos primitivos. Te di de mis besos los más suaves y tiernos, y te di también los apasionados que tenía guardados para cuando el amor tocara a mi puerta. Te cuidé celosa, para que nadie supiera del amor que brotaba de mi pecho en flores, hermosas, fragantes gardenias y rosas. Te guardé en secreto para que nadie pudiera empañar con envidia aquel sol naciente que daba alegría a mi alma. Protectora, te cubrí con un manto, y bajo él, soñé tu cuerpo apasionado tan cerca del mío, extensión del mío, uno con el mío. Y me fui contigo en un largo viaje imaginario en la inocencia de pensar que igual tú me protegías, y sentí el silencio como daga fría clavarse en mis adentros, y supe que el sueño era sólo mío…

El hoy de ayer

En mi interior, allá dentro, dónde nadie ve, vive una rebelde con la vida. Es alguien sombrío e infeliz. Nada la satisface, porque no ha logrado aceptar que la vida es día a día, minuto a minuto. En su descontento, mira siempre hacia un futuro incierto, esperando el maná que caerá del cielo y la hará feliz. Cuánto tiempo ha desperdiciado ese yo interno, a quien ni siquiera su sombra le gusta, y que odiando el invierno frío, no ha disfrutado los copos de nieve, que son regalo de esa estación. Cuando llegue el verano, odiará el calor que tanto ansiaba y se le irá yendo la vida, mirando con desdén el presente, ansiando el futuro que es el hoy de ayer. Mala cosa esta de tener un yo interno siempre insatisfecho, que no entiende que la sonrisa que regala ahora, es la que le devolverán mañana. Y aunque así no fuera, no importa, porque esa sonrisa iluminó su rostro, embelleció sus facciones, y silenciosamente le gritó un hola de vida y alegría al hoy….

jueves, octubre 07, 2004

De laberintos

Se adentró por el espejo. Un mundo frío, de cristal de tonos verdosos. En él, construido como pasadizos de hormigas, se abrían pequeñas carreteras que eran laberínticas. De una y otra entrada la llamaban voces, unas tentadoras, otras escalofriantes. Intentaba tomar uno, sólo para oír detrás una voz, por un momento conocida, llamarla por su nombre. Volvía atrás, y un enorme dragón de lengua bifurcada, encendida en llamas le cerraba el paso y al intentar reiniciar el camino antes tomado, la puerta de entrada, sólo era de salida. Miraba a su alrededor, buscando otra puerta, el inicio de otro laberinto, y así, uno, y otro, y otro, hasta que lograba alcanzar el túnel del tiempo y salir del espejo, a dónde debería adentrarse nuevamente, una vez despertara.

martes, octubre 05, 2004

Ramos de rosas

El amor le llegó tarde y lo único que sabían de él era que había puesto una sonrisa en su rostro, y brillo en sus ojos, devolviendo el color a sus pálidas mejillas. Sólo una vez le vieron entrar a la casa, pero eso bastó para que los comentarios corrieran de una esquina a la otra del pueblo.

Comenzó a plantar rosales en el jardín. Bajo el sol resplandeciente del día, los cuidaba, alimentaba, y podaba y ellos, agradecidos de su trato, se desbordaban en rosas. Rosas blancas, como mantilla de novia. Rosas de terciopelo rojo, pomposas capas de reina, las que acariciaba con amor. Rosas, rosas, rosas, de todos colores y tamaños. Fragantes rosas que llenaban el ambiente de su aroma, rosas en hermosos jarrones de cristal que daban color al interior de la casa, rosas que deshojaba, con un me quiere, no me quiere. Rosas que parecían florecer de sus manos, de sus dedos, rosas con alas, cual mariposas. Y entonces se dieron cuenta que nunca le habían visto salir...