martes, octubre 05, 2004

Ramos de rosas

El amor le llegó tarde y lo único que sabían de él era que había puesto una sonrisa en su rostro, y brillo en sus ojos, devolviendo el color a sus pálidas mejillas. Sólo una vez le vieron entrar a la casa, pero eso bastó para que los comentarios corrieran de una esquina a la otra del pueblo.

Comenzó a plantar rosales en el jardín. Bajo el sol resplandeciente del día, los cuidaba, alimentaba, y podaba y ellos, agradecidos de su trato, se desbordaban en rosas. Rosas blancas, como mantilla de novia. Rosas de terciopelo rojo, pomposas capas de reina, las que acariciaba con amor. Rosas, rosas, rosas, de todos colores y tamaños. Fragantes rosas que llenaban el ambiente de su aroma, rosas en hermosos jarrones de cristal que daban color al interior de la casa, rosas que deshojaba, con un me quiere, no me quiere. Rosas que parecían florecer de sus manos, de sus dedos, rosas con alas, cual mariposas. Y entonces se dieron cuenta que nunca le habían visto salir...

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