sábado, noviembre 27, 2004

Amor ajado

Llegó el amor, con un viejo vestido conocido. Vi sus ropas, y dije ya lo usé, y lo volví a colgar en el ropero. Desde allí su color me gritaba, tienes zapatos nuevos, estrénalos conmigo. Y yo, orgullosa, continuaba buscando algo nuevo, que nadie me hubiera visto. Allí se quedó colgando en el perchero, y cuando decepcionada por no encontrar nada que me quedara, fui a buscarlo, lo encontré tan ajado y manchado por el tiempo esperando, que de igual modo tuve que tirarlo.

jueves, noviembre 25, 2004

Nostalgia

Es apenas un esqueleto andante. Alguien que camina sin rumbo, un guiñapo humano. Le tengo miedo, y cuando le veo venir por la misma acera, y sé que vamos a cruzarnos frente a frente, cruzo a la otra. Él sabe que lo hago a propósito, aunque finja recordar un compromiso, algo que hacer al otro lado. Lo sabe, y me sigue con la mirada, y siento como si la pena que emana de él me envolviera en un inmenso vaho de nostalgia.

Nostalgia, extraña palabra que casi nunca utilizo, porque no me gusta mirar atrás, y nunca pensé que fuese cierto aquello de cualquier tiempo pasado fue mejor. Cualquier tiempo es bueno, si es ahora, y estoy vivo. Y luego del hoy, está el mañana, aunque mañana sea un sueño, pero me gusta soñar. Antes no lo hacía, pero en los últimos tiempos, de vez en cuando, me doy el lujo de imaginar un futuro mejor.

Lo será, lo siento en mis huesos; en mi cerebro que lo va bordando; en mis dedos que a veces se me escapan y lo escriben en la inmensa pantalla de un ordenador gigante, imaginario. Entonces voy y me siento en el mío y lo escribo con inmensas letras de colores para que no perder la meta.

Pero cuando lo veo, su sentimiento de nostalgia es neblina espesa que me cubre, aura maligna y repulsiva. Me mira con tristeza, y me pierdo en su amargura, y me confunde. Me confunde, porque en el espejo veo su reflejo, y él es mi mañana, y yo soy su nostalgia…

domingo, noviembre 14, 2004

Amapola

Todos los veranos hacían la caminata. Era una procesión no planificada de seres desesperados buscando respuesta al por qué de sus vidas. Un largo recorrido, sendero escabroso que tomaba días, días de sol, de lluvia, cada uno con su noche. A medida que pasaba el tiempo, se desarrollaba una camaradería sumamente especial. Los jóvenes se quedaban rezagados, a propósito, para ayudar a los más viejos en la empinada subida. En las noches, sentados alrededor de fogatas, los viejos contaban sus historias, a la que alguno ponía música, mientras los demás hacían coro en una comunión de almas. Y cuando llegaban allí, donde habita el extraño ermitaño que durante años ha guardado silencio, de lo más profundo de sus ojos y del calor de su bondadosa mirada al interior de cada uno, florecía en el corazón, como amapola, la respuesta.

miércoles, noviembre 10, 2004

En el pasado

Anoche me llamó. Me dijo que se estaba ahogando sin mí, que lo salvara. Y yo con crueldad que no me caracteriza, le dije, haz lo que yo, aprende a nadar. Eres demasiado dura, me dijo, si yo me conformo con sólo oír tu voz. Olvídate de mí, añadí entonces, no vivas en el pasado, que en él no tienes futuro, y le colgué.

viernes, octubre 29, 2004

Imagina

Imagina que puedes imaginar que imaginabas un mundo de papel, lleno de palabras armoniosas que es el mundo que imaginas que es.

Imagina que puedes imaginar que imaginabas un mundo mineral, un mundo donde las piedras son de oro y el agua brilla, y flotas sobre hierba húmeda, y entonces imagina que puedes imaginar que imaginabas un mundo vegetal. Y las flores son de miles de colores, y las mariposas vuelan a tu alrededor, y tu voz son notas armoniosas que cantan un canto de amor, de vida, de esperanza…

De pronto el mundo estalla, se oye un alarido espantoso, eco animal que reverbera en valles y rebota en las montañas, e imagina que puedes imaginar que imaginabas un mundo que no es, un mundo que tan sólo vive en tu voz, en el papel.

domingo, octubre 24, 2004

Atardecer

Siento sobre mi cuerpo la brisa que viene del mar, trayendo con ella gotas de agua salada. El sol me tuesta la cara, y veo cuando imponente, rojo y regordete, se va hundiendo en el agua, para salir, bañado de estrellas, transmutado en sensual luna llena.

lunes, octubre 18, 2004

Sueño

Te soñé en las cortas noches del estío, y te arropé en mis brazos en las largas horas nocturnales del invierno. Te arrullé con cantos primitivos. Te di de mis besos los más suaves y tiernos, y te di también los apasionados que tenía guardados para cuando el amor tocara a mi puerta. Te cuidé celosa, para que nadie supiera del amor que brotaba de mi pecho en flores, hermosas, fragantes gardenias y rosas. Te guardé en secreto para que nadie pudiera empañar con envidia aquel sol naciente que daba alegría a mi alma. Protectora, te cubrí con un manto, y bajo él, soñé tu cuerpo apasionado tan cerca del mío, extensión del mío, uno con el mío. Y me fui contigo en un largo viaje imaginario en la inocencia de pensar que igual tú me protegías, y sentí el silencio como daga fría clavarse en mis adentros, y supe que el sueño era sólo mío…

El hoy de ayer

En mi interior, allá dentro, dónde nadie ve, vive una rebelde con la vida. Es alguien sombrío e infeliz. Nada la satisface, porque no ha logrado aceptar que la vida es día a día, minuto a minuto. En su descontento, mira siempre hacia un futuro incierto, esperando el maná que caerá del cielo y la hará feliz. Cuánto tiempo ha desperdiciado ese yo interno, a quien ni siquiera su sombra le gusta, y que odiando el invierno frío, no ha disfrutado los copos de nieve, que son regalo de esa estación. Cuando llegue el verano, odiará el calor que tanto ansiaba y se le irá yendo la vida, mirando con desdén el presente, ansiando el futuro que es el hoy de ayer. Mala cosa esta de tener un yo interno siempre insatisfecho, que no entiende que la sonrisa que regala ahora, es la que le devolverán mañana. Y aunque así no fuera, no importa, porque esa sonrisa iluminó su rostro, embelleció sus facciones, y silenciosamente le gritó un hola de vida y alegría al hoy….

jueves, octubre 07, 2004

De laberintos

Se adentró por el espejo. Un mundo frío, de cristal de tonos verdosos. En él, construido como pasadizos de hormigas, se abrían pequeñas carreteras que eran laberínticas. De una y otra entrada la llamaban voces, unas tentadoras, otras escalofriantes. Intentaba tomar uno, sólo para oír detrás una voz, por un momento conocida, llamarla por su nombre. Volvía atrás, y un enorme dragón de lengua bifurcada, encendida en llamas le cerraba el paso y al intentar reiniciar el camino antes tomado, la puerta de entrada, sólo era de salida. Miraba a su alrededor, buscando otra puerta, el inicio de otro laberinto, y así, uno, y otro, y otro, hasta que lograba alcanzar el túnel del tiempo y salir del espejo, a dónde debería adentrarse nuevamente, una vez despertara.

martes, octubre 05, 2004

Ramos de rosas

El amor le llegó tarde y lo único que sabían de él era que había puesto una sonrisa en su rostro, y brillo en sus ojos, devolviendo el color a sus pálidas mejillas. Sólo una vez le vieron entrar a la casa, pero eso bastó para que los comentarios corrieran de una esquina a la otra del pueblo.

Comenzó a plantar rosales en el jardín. Bajo el sol resplandeciente del día, los cuidaba, alimentaba, y podaba y ellos, agradecidos de su trato, se desbordaban en rosas. Rosas blancas, como mantilla de novia. Rosas de terciopelo rojo, pomposas capas de reina, las que acariciaba con amor. Rosas, rosas, rosas, de todos colores y tamaños. Fragantes rosas que llenaban el ambiente de su aroma, rosas en hermosos jarrones de cristal que daban color al interior de la casa, rosas que deshojaba, con un me quiere, no me quiere. Rosas que parecían florecer de sus manos, de sus dedos, rosas con alas, cual mariposas. Y entonces se dieron cuenta que nunca le habían visto salir...

miércoles, septiembre 29, 2004

Tus ojos

Me miré en el fondo de tus ojos, buscando el reflejo de mi imagen, y sólo vi la turbidez de tus adentros. Y volví al refugio habitual dentro de mí, donde las aguas tranquilas son siempre transparentes. Rugiendo de furia me seguiste, colmillos al aire, lobo avaricioso sediento me seguiste, y te miraste en ellas, y de ti mismo te asustaste.

sábado, septiembre 25, 2004

Fantasía

Roto el encanto de lo nuestro, se deslizó una lágrima, una sola, que descendiendo por mis labios, rodó por el cuello y bajó directo por el pecho hasta incrustarse en el corazón, donde reabrió una vieja herida, porque iba cargada con el peso de los siempre los querré que mi padre nos decía, antes de desaparecer de nuestras vidas.

Se quedó alojada allí, como una espina, y el dolor era tanto que pensé que moriría. Entonces recordé que cuando niña tenía un refugio sin llanto, sin dolor, con arco iris, estrellas refulgentes, lunas llenas, lagos dorados, nubes de burbujas coloreadas a pincel por querubines, y un cielo en que bailan las notas de la música de carruseles, desde dónde me saludaban mis amigos, las hadas y los duendes.

Y volví allí, a dónde no volvía desde que me hice adulto, allí donde habita eternamente la fantasía del niño y desde entonces soy feliz en mi refugio, al que regreso cuantas veces quiero, porque solo tengo que mudarme aquí, detrás de algún espejo.

lunes, agosto 30, 2004

Aquel cuento triste

Se perdió entre viejos papeles, aquel cuento escrito en una tarde triste. Lo eché a un lado después de escribirlo, por hacerme llorar, porque con las largas uñas del recuerdo, arañó mis adentros, y no pude encontrarle un final.

Hoy le he visto, y mi corazón no ha saltado de gozo, ni he sentido emoción ni dolor alguno. Le he visto y es tan solo un instante, un instante que ocupa un pequeño espacio en mi memoria, que ni siquiera recordaba que estaba habitado.

Y ahora busco entre viejos papeles aquel cuento escrito en una tarde triste, porque hoy encontré su final.

viernes, agosto 27, 2004

Mi vida

Mi vida esta hecha de promesas incumplidas, de sueños jamás alcanzados, de días sin tiempo, y tiempo sin horas… de espacios vacíos… de soledad, de lágrimas y arrepentimiento. No importa... es mía.

viernes, agosto 20, 2004

Ya es hora

Me he permitido llorar tu partida. Al principio pensé que era una tontería, que llorar no resuelve nada y que al fin y al cabo, fueron más tus errores que los míos los que me obligaron a tomar una decisión definitiva. Una decisión racional, basada en hechos: mentiras, promesas incumplidas, mezquindades. Pero hoy me he mirado al espejo, cosa que generalmente evito. En el reflejo he visto unos ojos llenos de dolor, y unos labios crispados que he tratado de hacer sonreír, sin resultado alguno. Después de intentarlo varias veces, acepté que las lágrimas no liberadas han puesto un rictus de amargura en la imagen. Me he echado a llorar, y con inmenso alivio, al volver a mirarme, el rostro en el espejo me ha sonreído y ha movido los labios, y me ha dicho, sal, es hora de volver a la vida.

jueves, agosto 19, 2004

Tu silencio

Silencio. Me pesa el silencio. Tu silencio. Tu silencio que torvo de mirada me sigue a todas partes, sin paz y sin tregua. Silencio que me embadurna la piel y la ropa y se queda pegado, chorreando amargura. Tambaleante dique construido de palabras no dichas, de reproches injustos callados con la constante amenaza de derrumbe de verborrea hiriente. Prefiero oír tus insultos no importa su crudeza, a esta espera que me oprime el pecho. Y yo también callo, en un acto de no-provocación, de neutralidad, un pacto conmigo misma, y me muerdo la lengua para no preguntar el por qué. Y sales, te marchas con un portazo que rompe el silencio, explosión inesperada, y no sé hasta cuándo, ni me importa, porque dentro de mi, me siento liberada.

miércoles, agosto 11, 2004

Los dioses

A veces me pregunto si se quedarán satifechos los dioses con mi muerte. Si el silencio del sepulcro será suficiente para que no se atrevan a interrumpir mis sueños. En la noche, pululan por mi habitación privándome de un dormir profundo. En el día, me llenan de tristeza, y juegan con las piedras a mi paso, para reir con cada uno de los tropiezos míos. Ansío la tranquilidad y el silencio de ese último lecho, pero a veces me preocupa que exista un pequeño dios, vestido de verde, que irrumpa dentro del sepulcro para asegurarse de que me desvele...

lunes, agosto 09, 2004

El prestidigitador

Y ahora, señores y señoras, anunció el prestidigitador, les mostraré que en el mundo de lo visible e invisible todo es posible. Tocaré con la varita mágica mi sombrero de copa, y verán salir de él la encarnación de lo más hermoso y mejor en el mundo, de aquello que todos ansiamos conocer al menos una vez en la vida, pero que siempre nos había sido imposible ver.

Tocó el borde de su sombrero de copa con la varita que llevaba en la mano, y salió a borbotones un humo, que parecía amenazar con asfixiarlos a todos. Antes de que la nube pudiera tomar forma, la audiencia huyó aterrorizada. El ilusionista, sintiéndose fracasado, escapó del escenario, olvidando llevar con él lo sublime, que quedó desnudo ante nadie, único testigo invisible.

Un escritor anónimo sacó la cabeza de su mundo igualmente anónimo, miró a su alrededor y contempló aquella belleza al desnudo. Buscó las palabras intentando describirla, se descubrió incapaz para hacerlo, y como un topo, se hundió nuevamente en las páginas conocidas, desapareciendo nuevamente en el mundo visible.

sábado, agosto 07, 2004

Muñecas de trapo

Pasé de rubia a pelirroja en un arranque de esos que nos da a las mujeres. Quiero un “look” diferente, le dije al estilista, y procedió a pintarme el pelo del color de Raggedy Ann, la muñeca de trapo. Apenas pudo mi cabello soportarlo, lo llevé a un rojo cobrizo, más natural. Pero lo de la muñeca de trapo se me quedó en la cabeza, quizás porque siempre ha estado ahí.

De niña, nunca me gustaron. No sé si es que se parecían menos a un bebé que otras clases de muñecas, pero la verdad es que con sus ojitos pintados o de botones, me parecían un engaño. No eran muñecas de verdad. Las muñecas de verdad cerraban los ojitos, y no tenían la ropa cosida al cuerpo, no perdían la forma, se ensuciaban menos, y esas no eran las que traían los Reyes, esas las hacía mi mamá por un patrón a la medida que cortaba en papel de periódico.

Han pasado muchos años desde entonces. Varios desde que tuve el pelo del color de Raggedy Ann. Pero no he olvidado algo que con el tiempo aprendí de las muñecas de trapo. Es preferible mantener los ojos siempre abiertos a la realidad de la vida; es preferible ser flexible porque se lastima uno menos; el ser lavable es una ventaja, porque siempre se pueden enjugar las lágrimas y empezar de nuevo; y que con sólo estar, y mientras esté, como antes componía con la aguja a mis muñecas de trapo, mi madre puede ayudar a sanar, con su cariño y comprensión, mis heridas.

Hoy

Hoy lloverá.... lo sé. Siento el latir de las sienes, el dolor en el pecho, la ansiedad, la inmensa tristeza. Sin duda, hoy lloverá...

jueves, agosto 05, 2004

Por agua

Era tan pequeñito que se perdía en la nieve, pero ahora, con el padre lejos y la madre enferma, él era el hombre de la casa. Tuvo que luchar contra la fuerza del viento para abrir la puerta. El frío era intenso y hubiera preferido el calorcito febril de su mamá. Pero necesitaban agua.

El viento que casi impidiera su salida, sin remordimiento lo empujaba y una ráfaga violenta le arrancó el cubo que llevaba en las manos. El río estaba casi congelado. Miró a su alrededor, la oscuridad le impedía encontrar algún recipiente en qué llevar el agua. ¿Qué hacer? ¿Cómo volver con las manos vacías? Entonces recordó que cuando su madre le pidió que fuera por el agua, le dijo que no temiera nada, que la nieve y el hielo del invierno eran sólo agua congelada. Y se quitó el gorro que llevaba, y lo llenó de hielo, y por si acaso, para estar seguro de cumplir el recado, se llenó de nieve los bolsillos.

Sola

Si miro atrás me puedo ver. Me veo en las fotos, en mis cuadernos, en mis libros. Pequeñas posesiones de valor para mí. Cosas que nadie quiere, que miran con desdén. Cosas que empacarán y enviarán a algún lugar donde reposaran por años, sin que nadie las busque.

Para no ser herida, me encerré en mi mundo y a nadie permití. Por eso, no me quejo. Pero es triste ver al sepulturero cavar la fosa y saber que mañana, cuando llegue el entierro, ni siquiera yo estaré aquí.

viernes, julio 30, 2004

Agua

Serpentea el agua entre las rocas, corriendo por el cauce de su río. Oigo el sonido de la caída de agua desde la montaña, que me trae, junto con las memorias de lugares distantes y el olor a hierba fresca, recuerdos de la niña. Introduzco los pies en el agua helada para sentirme viva, y una voz familiar, me llama desde lo más profundo, invitándome a seguirla en su camino.

Agua tibia me envuelve y me protege, y su susurro continuo me adormece, cual nana que cantaran a la niña, los labios de los brazos que la mecen. Protegida, me entrego al sueño, sonriendo. Mis dedos agarran el vacío, y lo encierran en puños pequeñitos, y soy de nuevo niña con el agua, que canta en mis oídos.

El sueño me fortalece y reconforta. Veo sombras, escucho vagamente sonidos, está oscuro, pero el cantar melodioso del agua en mis oídos, me dice que la niña está segura en su cama de aguas tibias que la mecen. Los puños pequeñitos se abren y se cierran, el agua se escurre entre los dedos, y siento mi propio palpitar al unísono con el canto del agua.

Una luz hiere mis ojos, y mis puños se cierran y se abren buscando sin encontrar a qué aferrarse. Ya no se oye el sonar cantarino del agua, extraño su tibieza protectora, sólo oigo llanto, gritos, y percibo el bombillo en el plafón, sol inmenso que me ciega los ojos que sólo pueden percibir siluetas. Me atonto, y siento miedo y estoy sola. Alguien mece a la niña, pero ya no soy una con el agua y no puedo recrear la melodía que me duerme y me protege.

Vivo a tientas, tocando las paredes. Busco en vano reencontrar el cantar del agua que me acune, el calorcito tibio de mi rincón oscuro, dónde me sentía amada y protegida. Pero no nos es posible volver de nuevo al vientre.......

miércoles, julio 28, 2004

Mi isla

Ni una hoja se mueve en esta isla, calenturienta y enferma.  La lluvia que parece eterna ha detenido el tráfico en las calles.  Huele a gasolina, a carbono. Y  mientras la lluvia azota violentamente el cristal del automóvil y hace que apenas si pueda ver las luces del auto que va frente a mí más allá de su espesa cortina, siento que estamos envueltos en un pulmón gigante. Un pulmón que solo respira el aire viciado que nos rodea, enfermándonos a todos. Llenándonos de una violencia estéril que nos va irremediablemente destruyendo. Sé que bajará la inundación, que parará de llover, incluso que volverá la brisa, pero el pulmón gigante que nos esclaviza a la simbiosis, ya esta infectado, y la enfisema que nos ahoga seguirá destruyendo esta maldita isla, calenturienta y enferma, en que ya ni una hoja se mueve al compás de la brisa.


lunes, julio 26, 2004

La duda

Cada día que pasa se acrecienta. Me asusta... Han sido cuatro años en lo que lo único creativo que he hecho es escribir. Pero el monstruo de la duda ha ido creciendo desde adentro y me paraliza, me traga... y temo que nada pueda detenerlo...


jueves, julio 15, 2004

De regreso

Hoy, por fin, después de varios días, tengo la computadora funcionando. He perdido tanta información, tengo que volver a entrar tanta, que de sólo pensarlo me desespera. Pero más que nada me desespera que ese desorden es reflejo del que ha invadido mi casa y mi vida. Y sé que sólo yo tengo la culpa...

miércoles, julio 07, 2004

Al paso

"Estoy cansada", le dijo la mujer al hombre. " No te preocupes, ya estamos llegando". "No es cuestión de distancia, es que estoy cansada". "¿Qué quieres que haga? Te dije, estamos llegando". "No me entiendes, estoy cansada", y resuelta, se sentó en el suelo.

"Pero ¿qué te pasa, mujer?, si falta tan poco, no te des por vencida." "Lo siento, pero estoy rendida, ni un paso más. No pienso moverme de aquí." "Levántate, yo te ayudo. Si quieres, te cargo." "Eso debiste pensarlo cuando salimos. No cargarme, no pretendía eso, pero ayudarme, sí. Al menos a eso tenía derecho. Ya no. Ya con ayudarme no resuelves nada, sigue tú el camino a tu paso, como has hecho hasta ahora. Yo me quedaré aquí sentada. Y cuando me sienta con fuerzas, reanudo el camino". "Para entonces ya yo estaré lejos..... será más difícil." "Al contrario, será mucho más fácil. Tú estarás lejos y yo iré a mi paso."


martes, julio 06, 2004

Como soy

Quizás leas este mensaje. O quizás no... igual da. Lo escribí en una de esas noches en que el sueño no llega, y analizo el por qué me dejé envolver en una relación contigo. Garrafal error, con el que tendré que vivir el resto de mi vida. Me he preguntado tantas veces qué me llevó a hacerlo, si usualmente mis decisiones están tan bien pensadas. Me dejé envolver por mi soledad, y pensé que la tuya y la mía podrían unirse y ser compañía. A golpes aprendí que me equivoqué. No recuerdo haber sufrido tanto en muchos años. En una vida que transcurría tranquila y sosegada, entraste con mi permiso y cambiaste el mundo que yo conocía convirtiéndolo en uno gris, de tristeza y llanto. Llanto que casi nunca has visto.

Me ves tranquila, aparentemente, y por dentro lloro, porque no te entiendo y no sé complacerte, por más que trato de plegarme a lo que quieres que yo sea. Que no es lo que soy. Pero he ido aprendiendo. He aprendido que si trato de amoldarme a como tú quieres, el llanto es doble. De todas formas, nunca te complazco, siempre hay algo que encuentras criticable.

La marea sube y la marea baja, y yo no me muevo. Me aferro a la idea de que podemos salvarnos juntos. Pero por más que miro a mi alrededor, el mar traicionero sube y sube y me va ahogando, y no encuentro tu mano, o no la alcanzo, y ya apenas la veo. Y sé que aunque no quiera reconocerlo ya es tiempo que vuelva a mi ritmo.... y de que nade sola...

lunes, julio 05, 2004

Aurora

Una vez la caída del sol comenzaba, Aurora se abría a la vida, como la dama de noche. Mientras más oscura la noche, más hermosa se veía; su piel lucía una juvenil lozanía y sus inmensos ojos brillaban.

Como amaba la noche, odiaba el día. Una extraña enfermedad hacía que a medida que comenzaba a amanecer, su cuerpo se encogiese. ¡Si tan sólo pudiese destruir al sol, desaparecerlo para siempre de su vida!

Día tras día, con cada amanecer, Aurora sufría la dolorosa transformación. De hermosa mujer, se convertía en una delgada y huesuda anciana, que debía cobijarse en lo más oscuro de su habitación donde la luz del sol no la encontrase.

El día que Aurora decidió que su enemigo debía ser destruido, pasó la noche en vela, escondida por donde el sol se levanta. Y cuando éste comenzó su ascenso iluminando de naranja el cielo, Aurora le salió al encuentro como el caballero a los molinos de viento. El sol, compadecido, la tomó de la mano, y desde entonces Aurora anuncia la llegada del día.

miércoles, junio 30, 2004

La luna

Vista desde el valle, la luna se ve deliciosa. Redonda, regordeta, saludable. He subido corriendo a la cima del monte a tocarla, quiero saborear un pedazo de luna. He llegado jadeante, cuando está de salida… y el hombre que vive en la luna me dice, aún no es tu tiempo…

domingo, junio 27, 2004

La novela

Escribió tan de prisa las palabras que dejó las vocales. Y continuó escribiendo y olvidó las conjunciones y las preposiciones. Conjugó mal el tiempo de los verbos, exagerando el uso de gerundios. Olvidó las comas y los puntos, y cuando hubo acabado de escribir lo que pensó que quería decir pero no dijo, publicaron el libro y los críticos exaltaron la novela por profunda, y todos estuvieron de acuerdo en que con ella nacía una nueva era en la literatura.

La entrega

Comenzó a escribir tratando de entender por qué por tantos años se había entregado a causas en las que creía firmemente y a relaciones, en las cuales había colocado todas sus esperanzas, logrando alcanzar sólo fracasos, llenando su vida de amargura.

Sus recuerdos eran cual celajes que al pasar escribían oraciones, párrafos, páginas, capítulos completos del libro de su vida, dependiendo de su edad y su tiempo, y que luego se escondían invisibles en algún rincón de la habitación, donde nadie más pudiera verlos.

Y una vez estuvieron todos plasmados en las páginas, comenzaron a moverse de sus escondites, cual fantasmas y monstruos, que como plaga de mangostas, se ensañaron salvajemente en ella, exigiendo la entrega final.

jueves, junio 17, 2004

Reflejo

Me perdí en el mar infinito de tus ojos, y olvidé que todo lo que tiene principio tiene fin. El olvido se hace imperativo, y sin embargo mi cuerpo te clama. Aún sabiendo que ya no me quieres, no puedo olvidarte. Tu recuerdo es inmensa tortura que me despierta en las noches, y llena mis días de angustia. Se pierde el día en la noche y la noche en el día, y siempre estás.

Tu mirada me sigue a todas partes. Es una mirada intensa, fija; son tus ojos grabados en mi memoria con fuego pasional, que se niega a apagarse. Es mi cerebro que desvaría y te imagina a la proximidad de un beso, húmedo, cálido, un beso que despeje mi congoja que escapa cual tormenta incontenible por mis ojos, en gruesas lágrimas perladas, que van formando un collar interminable. Un collar que rodea mi garganta, agarrotando palabras y sollozos y me sumerge en el silencio.

Afuera hay luz, se ven figuras, se oyen voces; adentro todo es sombra, el silencio resuena en las paredes, murmullo ininteligible. En la esfera del reloj, las manecillas marcan sempiternas las horas pero en mi mente febril el tiempo nunca pasa, y sólo soy una pequeña imagen olvidada, que vive en la limpidez de tus pupilas, iris grabado para siempre en mi memoria.

miércoles, junio 16, 2004

La suerte

Ayer, caminando por la calle, me encontré una moneda. Por unos segundos dudé en recogerla. Me daba vergüenza que alguien me viera y que pensara que lo hacía por necesidad. Pero venció mi parte supersticiosa que está convencida que no debe dejar la oportunidad de recoger la suerte donde y cuando la encuentre. Una vez comprobé que nadie me veía, orondo me la eché al bolsillo donde guardo las monedas que encuentro.

Desde entonces me persigue la mala suerte, y aunque he estado tirando a la calle, una a una, las monedas que llevo en el bolsillo, no he logrado desprenderme aún de aquella que me ha traído esta mala racha.

martes, junio 15, 2004

Un cuento

Te vendo un cuento, me dijo. Un cuento que te encantará, y llenará tus sentidos de gozo.

¡Siempre quise ser feliz!, exclamé. Lo compro.

Te quiero, me dijo.

lunes, junio 14, 2004

Hasta luego

De un tiempo a esta parte vengo soñando con dos manos gigantescas batiéndose en el cielo, que me dicen adiós. Son dos manos desmembradas, libres, independientes de cuerpo alguno. Lo que más llama mi atención es que tienen grabado en la yema de cada dedo una letra. Anoche, con mucho trabajo, pude por fin, en el sueño, descifrar lo que deletrean. Leen HASTA LUEGO.

Me desperté con ese horrible sobresalto, y con el corazón encogido. Para poder levantarme, tuve que tomar un vaso de agua, y esperar a que se me quitara el agite en el corazón, que me hacía pum pum pum, en los oídos.

¿Qué significa para un hombre hasta luego? ¿Nos vemos? ¿Te veo? ¿Mañana, pasado? Se marchó y me dijo hasta luego, antes de cerrar la puerta. De eso ya hace meses. Ahora recuerdo que en aquél momento percibí la incongruencia de sus manos diciéndome adiós y su boca diciendo hasta luego.

sábado, junio 12, 2004

La soledad

Siempre oí decir que la soledad es mala. Aunque no tenía por qué cuestionarlo, ayer definitivamente lo comprobé. Es cierto, la soledad es mala.

No es que no hubiera estado sola antes, que mi familia además de escasa es sumamente fría, y poco comunicativa. Nada, que a veces he pesando que caí en ella por error, que emociones y palabras me sobran. Si no, pregúntenle al psiquiatra que me ve cada semana, que a veces, cuando le veo de reojo mirando el reloj, me parece que le aburre oírme la intensa, larga y siempre igual letanía.

Pero ayer fue diferente. Ayer, mi compañero, después de muchos años juntos, se fue. Se fue definitivamente. Lo vi en su rostro. La finalidad, quiero decir. Porque otras veces se ha marchado, pero siempre volvía y yo sabía que lo haría. Supongo que se cansó de mi, igual que el psiquiatra. Antes de irse, me aseguró que nada me va a faltar. La cuestión es que si él no está, me falta todo. Me sentí tan terriblemente sola, me tomé los medicamentos que me receta el médico para calmar la ansiedad, y me acosté.

A mi familia le he dejado una nota, parca, por cierto, parca por que no quiero cansarles a ellos también. La soledad, dice, es mala consejera.

Triste

¿Siempre estás triste, tía?, me preguntó, y se me quedó mirando aquella sabia niña de ocho años, y le dije no, no siempre. Y me pidió que le contara un cuento que hubiera escrito. Y para probarle que estaba errada, busqué en la memoria un cuento alegre, y entre los cuentos de horror y de dolor que escribo, no encontré uno sólo que me redimiera.

jueves, junio 10, 2004

Por la luna

Hace rato que me di cuenta que la luna nos está observando. Brillante, pero callada y silenciosa, se ha hecho nuestra cómplice. Nos regala un reflejo plateado sobre el mar, y un cielo despejado. Una noche de amor como hace muchas no teníamos, en que en un silencio cargado de caricias nos hemos entregado el uno al otro. Mañana saldrá el rubicundo sol, y con él la parte tuya que me aterra. En la tarde, antes que anochezca y regreses de la calle, me iré. No quiero esperar a que salga la luna, se decepcionaría.

Nuestras soledades

Mientras contemplo tus cosas recogidas, listo ya para marcharte, quiero pensar que cuando dijiste para el resto de nuestras vidas, eras sincero. Cómo saber que diferencias insalvables se interpondrían en el camino, y nos separaríamos tan pronto. No sé cuanto te amé, ni si te amé, si he dejado de hacerlo, o es el dolor y el coraje el que juega el juego de esconder allí donde no puedo sentir, el haberte amado y la tristeza de perderte. Sólo siento la soledad de siempre. Sé que te vas, lo veo, y que una palabra mía bastaría para retenerte. Pero mi boca se niega a pronunciarla, porque sólo estaría intentando retener la esencia de quién pensé que eras, no de quién eres, y a ese, a ese, no puedo ni quiero retenerlo.

Soñé mi soledad en la tuya pero me equivoqué al pensar que eran iguales.

martes, junio 08, 2004

Tu tarjeta

Por fin he podido accesar la tarjeta virtual que me enviaste y la misma, traducida al español pregunta si podemos ponernos de acuerdo para un beso, porque los extrañas. Y me he quedado mirando la pantalla y pensando que yo no los extraño. Extrañé los días compartidos, las risas y las bromas. Uno con otro chocando en la cocina. Los juegos de manos, las caricias. Pero los comencé a extrañar desde hace tanto tiempo, cuando aún estabas presente, que me hice a la idea de que no los tendría, y por eso, yo no los extraño.

Un parpadear

La vida se escapa en un instante. Me volteé, parpadeé, no sé. Solo sé que cuando volví a mirarla tenía los ojos abiertos, sin vida, y sin atreverme a parpadear, se los cerré...

jueves, junio 03, 2004

Sendero

Comenzó a caminar anocheciendo, cuando el sol ya no castigaba. Todo el día le había estado cegando, entrándole por los ojos que sólo veían dos líneas, que eran otros ojos, ojos de pupilas negras en un mar de blanco nácar. Nácar que se fue tornando rojizo poco a poco con el ahogo. Ojos que le gritaron adios con una mirada silenciosa y triste, sin reproche, que se fue apagando en el atardecer, bajando junto con el sol. Sin algo que le retuviera allí, comenzó el largo camino por un sendero sin rumbo.

domingo, mayo 30, 2004

En mi valle

La fortaleza de los robles, la historia de los ceibos milenarios, la talla erguida de los pinos siempre verdes, la sombra de las acacias, ay mi Dios, que en mi valle apenas si hay arbustos…

sábado, mayo 29, 2004

A la orilla del río

Cansado de tanta lucha y envidia, fue al viejo sabio. Por consejos de éste en vez de ir en son de guerra como siempre hacía, se sentó a orillas del río a ver el cadaver de su enemigo pasar. Cuando vio bajar el cuerpo, le miró el rostro para escupirlo, y su rostro desde el río, con mirada triunfante, le escupió.

Ella y la muerte

Me muero, le dijo, y él corrió a su lado. Cuando tú estás, estoy más tranquila y me siento mejor. Me muero, le dijo. Y él se sentó a su lado. Tengo miedo, me estoy muriendo, dame la mano, ayúdame. Contigo a mi lado, puedo quedarme dormida. Él, obediente, le tomó la mano. Me muero, le dijo. Y él pasó de largo, porque la muerte nos llega a todos.

jueves, mayo 27, 2004

Lo imprescindible

Con apenas treinta años, había aprendido hacía tiempo que, por su naturaleza, todos los hombres mienten, y para no olvidarlo nunca, llevaba siempre en su pequeño bolso, en compartimientos separados, por supuesto, un alacrán y un sapo.

Esmeralda y la pasión

Esmeralda siempre pensó que el amor venía acompañado por la pasión. Y que era tan especial, que el día que lo encontrara, toda ella se estremecería, y sabría que por fin, había llegado.

Tanto creía así, que en los días del amor y la amistad se vestía de rojo pasión, por si daba la casualidad de ser ese el día. Pero los años iban pasando y el amor no había llegado ni siquiera a tocar la puerta, menos aún a cruzar el umbral de su casa.

Se había ido secando poco a poco esperándolo mientras cortaba corazones de papeles rojos, para tratar de mantener viva la ilusión de que el amor era rojo pasión y de que le llegaría.

Seis meses después de muerta su mujer, el panadero, que tenía cinco hijos pequeños, le propuso matrimonio. Le pidió que lo pensara, que el amor llegaría con el tiempo.

Esmeralda recogió sus corazones de papel rojo pasión, los rompió en menuditos pedazos y los quemó en una escudilla de barro. Y para que al menos el amor llegara, cortó corazones de papel verde esperanza...

miércoles, mayo 26, 2004

La imagen en el espejo

Riendo, se quitó los zapatos. Se soltó el pelo del nudo que lo aprisionaba. Desabotonó su blusa lentamente, mientras su boca roja y carnosa sonreía. Sabía que él vendría. Había quedado intrigado. El reto lanzado, había sido aceptado.

En otro país, en otro mundo, era diferente. Podía olvidar los cánones de conducta aprendidos. Dejar atrás los remilgos y temores. Libre como su pelo, como su risa provocativa, como sus pechos al aire. Giró sobre sus pies y en el momento que le tomó ese giro, captó su imagen en el espejo. Se abotonó la blusa, se recogió el cabello, puso cerrojo a la puerta, y en silencio, se refugió en el lecho.

Como novia

No miró atrás. No era necesario. No le interesaba ver el cuerpo encorvado de la anciana, desparramado en la inmensa butaca. Con gracia, re meneó sus caderas, echó al aire su largo pelo rizo, y vestida de blanco, como novia, comenzó a caminar hacia otra vida.

martes, mayo 25, 2004

Cascabeles de risa

En la caricia del viento, se perdió la ola, y vi la espuma a lo lejos, perderse en el horizonte. En la orilla se quedaron mis pies sintiéndose llevar por la arena que volvía a la mar, de dónde provenía. En ese beso de despedida, me soñé sirena y me arropó la tentación de marcharme con ella, para hacer el amor, amada y deseada por las aguas. Pero un golpe de la cálida brisa me trajo desde tierra el sonido de cascabeles de risas de mis niños sabios, y hundí mis dedos como garfios hurgando en la arena febrilmente, para no dejarme arrastrar por ella.

Amores del viento

Cerré las celosías para que no entraran ni la luz ni el viento, y no interrumpieran el ondular de nuestros cuerpos, ni divulgaran a nadie nuestro amor secreto. En vano quise protegernos, por que el viento, astuto, se coló por la hendidura debajo de las puertas, llevándose la esencia de aquel amor tan nuestro, y lo arrastró por todas partes hasta que nuestros nombres se ensuciaron con el barro de la calle. Regresó con los chismes que enlodaban nuestros nombres llenando la habitación de amargas realidades. Trajo con soplidos espantosos espesas nubes grises, anchas, preñadas de lluvia que cayó torrencialmente arrasando todo aquello que encontró a su paso, y junto con papeles sin importancia alguna, con hojas secas, viejas colillas de cigarros viejos, y envolturas de dulces, se marchó llevándose nuestro amor, calle abajo, hasta desbordarse por las alcantarillas. Entonces, sólo entonces, vencida, abrí las celosías…