miércoles, junio 16, 2004

La suerte

Ayer, caminando por la calle, me encontré una moneda. Por unos segundos dudé en recogerla. Me daba vergüenza que alguien me viera y que pensara que lo hacía por necesidad. Pero venció mi parte supersticiosa que está convencida que no debe dejar la oportunidad de recoger la suerte donde y cuando la encuentre. Una vez comprobé que nadie me veía, orondo me la eché al bolsillo donde guardo las monedas que encuentro.

Desde entonces me persigue la mala suerte, y aunque he estado tirando a la calle, una a una, las monedas que llevo en el bolsillo, no he logrado desprenderme aún de aquella que me ha traído esta mala racha.

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