Escribió tan de prisa las palabras que dejó las vocales. Y continuó escribiendo y olvidó las conjunciones y las preposiciones. Conjugó mal el tiempo de los verbos, exagerando el uso de gerundios. Olvidó las comas y los puntos, y cuando hubo acabado de escribir lo que pensó que quería decir pero no dijo, publicaron el libro y los críticos exaltaron la novela por profunda, y todos estuvieron de acuerdo en que con ella nacía una nueva era en la literatura.
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