jueves, marzo 20, 2014

El cuento perdido

¿Que buscas?, me pregunta suavemente, porque sabe que me exaspero cuando me interrumpen. Un cuento, le contesto, tratando de no ser grosera, pero en un tono que dice claramente que me está molestando. ¿Te ayudo? No, gracias, no puedes ayudarme, contesto. ¿No quieres que te ayude, o no puedo ayudarte? No puedes, y antes de que me preguntes, te aclaro que no puedes porque no sé cual cuento; cuando comencé a buscarlo, creí saberlo, pero ahora no sé si fue tan solo un sueño. Tal parece que mi memoria se fue de vacaciones. ¡Qué extraño!, me comenta burlona.
¿Puedo saber porqué lo andas buscando tan afanosamente? La mandaría de paseo pero sé que no puedo. Es por cuenta mía que habla, porque cuando creé su personaje, por miedo e inseguridad no hablaba. Lo malo es que ahora, cuando se aparece, habla basta por los codos y por que le di forma, y la conozco, sé que no se marchará basta que yo recuerde el cuento que busco. Haciendo acopio de paciencia le contesto, llevaba unas cuantas horas tratando de escribir algo coherente, sin poder lograrlo. De pronto be recordado un cuento que empecé, o creí haber empezado.
 
En qué pensabas cuando lo recordaste? En el silencio, le respondo casi sin pensarlo y con suma parquedad. ¿En el tuyo de ahora o en el mío de entonces? Hace la pregunta con tanta ingenuidad que no sé si sabe que es el chispazo que me hace recordar el cuento que busco, lo que hace innecesaria su búsqueda. Debí imaginar, apenas verla, que mi ladina memoria, que se vale de miles de artimañas, la trajo con el propósito de traerme a mi realidad presente, y recordarme el compromiso que hicimos de decir y escribir lo que pienso y siento, lo que en estos últimos tiempos be estado evitando. Ahora nos podemos sentar de nuevo a escribir mi memoria y yo, no el cuento que buscaba, ese está escrito, otro… uno nuevo. Uno que le devuelva la voz a mi silencio.