domingo, junio 10, 2012

Mis memorias


El abanico de techo da vueltas y aunque su sonido, en ocasiones, es suficiente para adormecerme, esta noche no.  Es demasiado el calor.  Cuando no puedo dormir como ahora, paso la noche recordándolos.

Son muchos los hombres que han desfilado por mi vida y tener que aceptar que ninguno valía la pena es mi castigo.  Me regalé tantas veces a hombres que no me merecían.  En ocasiones, me sentí enamorada o al menos ilusionada, pero al final, todos resultaban iguales, así que aprendí a deshacerme de ellos.  Al principio me causaba dolor y miedo, mucho miedo, pero poco a poco se ha ido convirtiendo en una necesidad.  Ya ni siquiera les doy tiempo para demostrarme si valen la pena. Trato de causarles el menor sufrimiento posible cuando, después de disfrutarlos, los saco de mi vida. 

Siempre queda el miedo a cometer algún error que me delate, pero es un miedo excitante. En algún momento cometeré un desliz que les dará una pista, pero hasta entonces gozaré viendo la sangre que les fluye del cuerpo mientras me miran con ojos fijos y azorados.

Esta noche podría utilizar el insomnio como excusa para buscar otra víctima, pero es tanto el calor que prefiero escuchar el abanico y pasar como en cinta celuloide mis memorias.

domingo, junio 03, 2012

La suma


Después de cuatro años sin comunicarse, me llama.  Quiero verte, me dice. Hace un año que está de vuelta.  Y yo me pregunto si es que me recordó ahora, si es que rompió otra relación y se siente solo, o necesita de alguien que no pregunte nada, que no exija nada, que no necesite nada.  Y como la suma de nada es nada, le doy las gracias por nada,  y cuelgo.