lunes, agosto 09, 2004

El prestidigitador

Y ahora, señores y señoras, anunció el prestidigitador, les mostraré que en el mundo de lo visible e invisible todo es posible. Tocaré con la varita mágica mi sombrero de copa, y verán salir de él la encarnación de lo más hermoso y mejor en el mundo, de aquello que todos ansiamos conocer al menos una vez en la vida, pero que siempre nos había sido imposible ver.

Tocó el borde de su sombrero de copa con la varita que llevaba en la mano, y salió a borbotones un humo, que parecía amenazar con asfixiarlos a todos. Antes de que la nube pudiera tomar forma, la audiencia huyó aterrorizada. El ilusionista, sintiéndose fracasado, escapó del escenario, olvidando llevar con él lo sublime, que quedó desnudo ante nadie, único testigo invisible.

Un escritor anónimo sacó la cabeza de su mundo igualmente anónimo, miró a su alrededor y contempló aquella belleza al desnudo. Buscó las palabras intentando describirla, se descubrió incapaz para hacerlo, y como un topo, se hundió nuevamente en las páginas conocidas, desapareciendo nuevamente en el mundo visible.

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