miércoles, julio 28, 2004

Mi isla

Ni una hoja se mueve en esta isla, calenturienta y enferma.  La lluvia que parece eterna ha detenido el tráfico en las calles.  Huele a gasolina, a carbono. Y  mientras la lluvia azota violentamente el cristal del automóvil y hace que apenas si pueda ver las luces del auto que va frente a mí más allá de su espesa cortina, siento que estamos envueltos en un pulmón gigante. Un pulmón que solo respira el aire viciado que nos rodea, enfermándonos a todos. Llenándonos de una violencia estéril que nos va irremediablemente destruyendo. Sé que bajará la inundación, que parará de llover, incluso que volverá la brisa, pero el pulmón gigante que nos esclaviza a la simbiosis, ya esta infectado, y la enfisema que nos ahoga seguirá destruyendo esta maldita isla, calenturienta y enferma, en que ya ni una hoja se mueve al compás de la brisa.


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