martes, mayo 25, 2004

Amores del viento

Cerré las celosías para que no entraran ni la luz ni el viento, y no interrumpieran el ondular de nuestros cuerpos, ni divulgaran a nadie nuestro amor secreto. En vano quise protegernos, por que el viento, astuto, se coló por la hendidura debajo de las puertas, llevándose la esencia de aquel amor tan nuestro, y lo arrastró por todas partes hasta que nuestros nombres se ensuciaron con el barro de la calle. Regresó con los chismes que enlodaban nuestros nombres llenando la habitación de amargas realidades. Trajo con soplidos espantosos espesas nubes grises, anchas, preñadas de lluvia que cayó torrencialmente arrasando todo aquello que encontró a su paso, y junto con papeles sin importancia alguna, con hojas secas, viejas colillas de cigarros viejos, y envolturas de dulces, se marchó llevándose nuestro amor, calle abajo, hasta desbordarse por las alcantarillas. Entonces, sólo entonces, vencida, abrí las celosías…

1 comentario:

Anónimo dijo...

RM
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