viernes, septiembre 30, 2005

El fantasma del silencio

Entró sigiloso y se acomodó en el lecho, porque era mullido. Tan pequeño era que no nos dimos cuenta. Se fue alimentando de nuestras discusiones, desacuerdos y malentendidos. Hambriento comió los portazos; tragó exabruptos; devoró el cinismo de palabras crueles, dichas para herirnos. Habiendo crecido y llegado a adulto, se fue multiplicando. Y se quedó conmigo, y se fue contigo y ambos llevamos, junto al fracaso, el fantasma de nuestros silencios.

2 comentarios:

Castiza Morena dijo...

Que triste involucrar a un pequeño. Cuando tenemos desacuerdos con ese alguien debemos evitar reaccionar frente a otro que será afectado para siempre. Aunque en realidad en esos momentos no nos damos cuenta de que le estamos haciendo daño...para ser viernes, sinceramente me dejaste algo triste el corazón, ya que también me ha pasado algo así alguna vez...Fuerza y sigamos adelante amiga!

Ángel Manuel Vélez I dijo...

HOLA.
SER IGNORADO(A)ES EL INICIO DE ESE SILENCIO. TAMBIEN AL IGUAL QUE OTROS DE TUS ESCRITOS QUE HE LEIDO,TE COMPRENDO Y SE LO QUE SE SIENTE. PERO YA TODO PASO Y APRENDIMOS. SOMOS UN TESORO MUY BIEN GUARDADO.
SALUDOS, ANGEL