viernes, mayo 20, 2005

More

Oigo a More cantar y es la mejor medicina. Cantar exactamente cantar, no, que de gorjear dejó hace mucho, pero grita, o chilla y salta de una rama a otra. Al menos hay vida en esta casa.

No será tan malo, me digo, de ahora en adelante es cuestión de mirar pasar el tiempo, y hacer… hacer… lo que se me ocurra. Que no tengo que hacer nada que no quiera hacer, y eso incluye complacer a alguien, a cualquiera. Ya no. Ya se perdió el encanto, si hubo alguno y no hay ilusiones ni sueños en las alforjas.

Sin equipaje que me pese, será más fácil caminar por los caminos por los que transito, y, a lo mejor, me aventure y tome uno nuevo, un nuevo camino nunca recorrido, que me lleve a un lugar distinto, donde el sol aunque radiante nunca queme, y la noche, oscura, no sea escalofriante. Donde sin miedo, ni angustias, encuentre el sendero libre de escollos y me salgan al paso mil sonrisas: las que nunca sonreí, las que perdí, las que alguna vez me negaron. Y entonces, podré, quizás, ser feliz. Y si tengo suerte, More irá cantando conmigo…

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