lunes, junio 05, 2006

La niña: hada y gitana

Te veo caminar tan absorta en ti misma y me pregunto qué piensa esa cabecita de niña. A dónde te lleva esa imaginación que te permite durante horas acariciar una margarita sin dañarla, y correr tras mariposas sin pretender aprisionarlas. Qué te dicen los seres mágicos que habitan en el bosque que has creado en tu espacio, allí donde no quieres que nadie te interrumpa, porque no te dejarían escuchar sus voces melodiosas. Quizás por eso aunque estés sola, no conoces la soledad angustiosa del adulto.

Me das envidia niña, porque sé que en las noches vuelas a visitar otros mundos. Mundos que solo están a tu alcance, porque de adulta, ante los embates de la vida, perdí la fantasía. Son mundos de colores, donde la música es de cascabeles, y siempre es día y en algún rinconcito alguien sirve el té en diminutas tacitas de porcelana, mientras charlan sentados en cojines de nube.

A veces me parece vislumbrar en tus ojos la sabiduría de otras vidas, y entonces te veo, gitana, que libre y descalza camina sus caminos, lo que me impele a quitarme los zapatos, coger tu mano, y pedirte que exploremos juntas tus senderos, para admirar las margaritas, y correr, sin dañarlas, tras esas mariposas.

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