miércoles, agosto 29, 2007

Hombres-bestias


Desaparecieron de la faz de la tierra, de la misma forma en que habían aparecido. Seres extraños, mitad hombre mitad bestia. Venerados como dioses por algunos que eternizaron sus imágenes en estatuas, en pinturas, en tapices. Circulaban leyendas de su paso por el mundo, de monstruosos actos, de milagros. Para unos eran diablos que habían surgido de otros mundos, de otros niveles, círculos en las profundidades del planeta, para otros significaban fecundidad y abundancia.

Seres más desarrollados y poderosos que el hombre, éste los olvidó al paso del tiempo, a medida que el círculo en que vivía comenzó a cerrarse. Plagas, fuegos, terremotos, extraños eventos atmosféricos que amenazaban su supervivencia, y que le impelían a buscar los medios para domar el ambiente, sin querer aceptar que él mismo era culpable de la erosión.

La inmensa divergencia de creencias, de sistemas, de tradiciones, que les hacían enemigos siendo iguales en su origen; los intereses económicos triunfando sobre cualquier otra consideración; y la guerra, siempre la guerra, con su continuo derramamiento de sangre, muchas veces inocente, le hacían cada vez más vulnerable.

La sangre que irreverente vierte, filtra a las venas vacías de la tierra, hasta llegar con su olor a los seres mitad hombres mitad bestias, despertando en ellos el ancestral instinto de la caza, adormecido en sus entrañas por siglos de hibernación. Mientras el hombre enemigo del hombre se destruye, el centauro, el minotauro y el sátiro se dedican a seducir doncellas, asegurándose así el que sus descendientes heredarán la superficie del planeta.

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