lunes, septiembre 10, 2007

Corazones



He leído una entrada reciente en mi blog en que me dan la bienvenida al club de los corazones desechados, y quisiera explicarle que el mío nunca lo ha sido.

Sí creo que su corazón fue desechado. Imagino que un día cualquiera y en forma inesperada, le dijeron que ya no lo amaban, y le devolvieron el corazón. Ha preferido olvidar las ocasiones en que saltó travieso y alegre en su pecho al verla, al acariciarla, al hacer el amor. Prefirió recibir de vuelta el órgano no deseado, y lastimado y adolorido esconderlo para que nadie lo encuentre y jamás puedan dañarlo de nuevo. El que nada arriesga nada sufre, se dirá, olvidando que tampoco tiene alegrías. Y es que un corazón desechado recuerda el haber sido amado y cuidado, y una vez repuesto, si se lo permite su dueño, volverá a saltar en el pecho dichoso.

Quisiera explicarle que podría ser peor. Que su corazón podría haber sido destrozado. Un corazón destrozado olvidó la alegría de haber sido amado y tomará mucho tiempo en cicatrizar. En un corazón destrozado se reabre la herida al menor toque humano con visos de brusquedad porque recuerda dónde la abrieron. En esos corazones es muy difícil que renazca el amor porque sus piezas han quedado dispersas como rompe cabeza incompleto.

Y entonces están los corazones rechazados. Aquellos que tímidamente ofrecieron su amor y no fueron amados. Esos que nunca sintieron alegría, solo la vergüenza de haberse visto expuestos y hasta ridiculizados. Aquellos de los que un día alguien dijo que “borracho uno dice cualquier cosa”. Esos que se van apagando de a poco, sin haber conocido la luz.

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