lunes, noviembre 19, 2007

Creciendo

“Tengo miedo”, me dice con esa vocecita infantil que me crispa los nervios. Quiere que la abrace, que la consuele, que la mime, que le diga que no tiene nada que temer. Necesita saber que reconozco su presencia, y que estoy dispuesta a seguirla protegiendo. Durante tanto tiempo lo he hecho, que se ha convertido en la tirana que domina mi tiempo y mi espacio.

Le contesto que sus reclamos me agobian, que crezca, le grito, y sé que no me entiende. La miro a los ojos que están llenos de lágrimas y siento su angustia como mía propia. Reconozco que tengo con ella un compromiso, un deber. Hemos caminado juntas demasiado tiempo y le debo en mucho el haber sobrevivido.

La pongo a mis espaldas, me rodea el cuello con sus brazos, y siento su risa volar en el viento, repicando el sonido de los cascabeles.

No hay comentarios.: