sábado, noviembre 03, 2007

La luz

Anoche, mientras caminaba con una amiga por el centro comercial que frecuento, pensaba cuán diferente es mi vida, de lo que, tonta, planifiqué de joven. Entonces creía en que encontraría el príncipe azul de mis sueños, y permaneceríamos juntos y felices para siempre. Tendríamos una hermosa casa e hijos que nos alegraran la vida con sus risas.

Ahora sé que aunque me hubiese casado con alguien que me amara, la posibilidad de permanecer juntos toda una vida, en nuestra sociedad de hoy, sería una rareza. Creo que aún así me habría conformado e incluso sería feliz al escuchar las voces de mis hijos y los pasos de mis nietos corriendo por la casa.

He tenido que resignarme a vivir una vida de soledad y tristezas, obteniendo alegrías de paseos por el centro comercial con alguna amiga, una taza de café o una cena compartida, una película, y los juegos con Cuquito.

En mi contestadora tengo un mensaje, que refleja mucho de mi sentido del humor: “dicen que cuando se cierra una puerta, Dios abre una ventana. Parece que Él nunca ha tratado de salir por una”. Y sé mejor que eso, porque grande o pequeña, entra la luz por ella…

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