jueves, marzo 01, 2012

El mundo de Ensueño

Llevo varias noches soñando con un hombre diminuto. Es tan pequeño que cabe en mi mano. Perfectamente proporcionado tiene los ojos azules, brillantes como pequeñas canicas nuevas y el cabello castaño claro. Va vestido de vaquero con mahones, camisa de cuadros en que predomina el rojo y lleva sombrero y botas. Es un personaje, o persona, no estoy segura de cómo llamarlo, completamente diferente al francés que venía del otro lado del sauce.

El francés era pequeño, pero parecería gigante al lado de este vaquero diminuto. Me llevaba a pasear por el mundo para que le contara de él a mi madre, ya tan próxima a la muerte. Quería que ella supiera que no me iba a quedar sola. Una vez ella se marchó, se hicieron menos frecuentes sus visitas e imagino que un día decidió quedarse del otro lado del sauce, visto que yo estaba tan envuelta en mis propios problemas y en las complicaciones de mi vida, que no hice el intento de reencontrarlo. Quizás si lo hubiera hecho aún estaríamos juntos viajando en el espacio casi infinito de la imaginación y mis días no se habrían vuelto tan tristes.

Pero volviendo al hombrecito que ocupa mis sueños ahora, no puedo descifrar lo que representa. Viene siempre contento, y me vuelvo diminuta como él y escapamos por alguna hendija y me lleva a un mundo subterráneo, que contrario a lo que esperaría, está lleno de luz.

La otra noche, en pleno sueño, y antes de que me convirtiera en diminuta también, logré atraparlo en mi mano. Su carita se entristeció.

¿Por qué intentas atraparme? –me dijo.

–Quiero que me digas quién eres, y a qué vienes.

–Eso no es importante –me dijo– soy solo un amigo que te lleva a su mundo para que salgas del tuyo que te carga tanto. Sabes que no perteneces en él, pero una vez encarnada en la tierra no puedes escoger cuándo marcharte al mundo del Ensueño. Acepta la amistad que te brindo, las aventuras que tanto disfrutas cuando viajamos juntos, porque ellas harán más fácil tu estadía en este planeta hasta el momento en que puedas volver a volar.

Me quedé tranquila, había contestado mi pregunta. Una vez sabes que perteneces a ese otro mundo, de alguna manera, a través de un francés, un diminuto vaquero, o un hada, siempre estarás conectada a él.

1 comentario:

lucille lang correa dijo...

Hola Rosa Margarita. Quiero saber
si se puede poner debajo de la historia el logo de facebook para compartir Estoy poniendo al dia mi bloga a ver si bajo escritos.
Que perseverante con tu blog. Me encantan tus cuentos pero este esta genial. las letras para confirmar si soy real no se entienden casi.